KUBRIR LA RETIRADA
Cubrir la retirada
Los Kirchner saben que comenzo el declive. Por eso, mas que nunca, se ven forzados a combinar golpes de poder inflexible con apertura, inteligencia con presion. Se trata de cubrir la retirada, acaso el momento de mayor peligro de sus carreras politicas.
Por Ignacio Fidanza
“Cuando no sé, lo oculto. Cuando no puedo, me retiro.
Cuando no quiero, aparento el mayor empeño”
Mao Tse Tung
Es extraño como suceden las cosas, acaso sea cuando llega la hora de la retirada, cuando el declive se intuye inevitable, que los buenos políticos exhiben sus mejores artes. Le sucedió al Duhalde declinante del 2003, descarnado, pragmático que logró, por fin, derrotar a Carlos Menem. Y parece estar sucediéndole a este Kirchner herido por la pelea con el campo y otros fracasos.
Por eso, subestimar a los Kirchner ahora que se intuye el ocaso, podría ser un error descomunal, en el que algunos sectores de la oposición –interna y externa al peronismo- tal vez se deslicen con facilidad.
Es evidente que estos Kirchner menguados, castigados por la doble pinza del hartazgo social y los síntomas de agotamiento de su “modelo” económico -agravado por la crisis global- están evidenciando un manejo político que cuesta encontrar en sus épocas de gloria.
Apenas un ejemplo. Con la habilidad de un luchador de judo, evitaron confrontar ante la nueva protesta del campo que terminó causando más daño a los dirigentes de la Mesa de Enlace, que el que estos pretendían ocasionar a la Casa Rosada.
La apresurada protesta triunfó donde las campañas kirchneristas habían fracasado: reveló que esta vez, la opinión pública no acompañaba un reclamo, que tal vez sonó egoísta en un momento en que el mundo crujía bajo la crisis global. Hasta Hugo Moyano, evidenció más reflejos cuando “suspendió” su reclamo de 500 pesos extras, hasta que aclare el horizonte.
Y como suele suceder, la derrota los halló enfrentados. Mario Llambías tuvo fuertes diferencias con Eduardo Buzzi y hasta con su colega de Carbap, Pedro Apaolaza. Por no mencionar ciertos cortocircuitos públicos del flamante titular de La Rural, Hugo Biolcatti, quien pese al insólito idilio político que lo une al titular de la Federación Agraria, elogió los últimos anuncios del gobierno, que este había cuestionado.
Es que esta vez, lejos de confrontarlos, la Presidenta esperó a que terminara la protesta para anunciar medidas para el campo. Tardías e insuficientes, sin embargo, revelaron cierta astucia para acentuar aún más la sensación de una dirigencia rural que no logra encontrar otro camino que la protesta. Se trató de un gran avance –forzado, es posible- para un gobierno que antes rechazaba los reclamos con ridículas acusaciones de golpismo.
Seguramente aquellos que transitan el desencanto o el enojo indignado –todos ellos con razones atendibles-, no compartirán este diagnóstico. Pero la política es también como el ajedrez, un juego complejo en el que muy rápido se puede perder todo lo conseguido, con apenas un par de movimientos desafortunados.
Kirchner no vuelve, se va
La misma astucia defensiva se puede rastrear en la idea –motorizada desde Olivos-, de una eventual candidatura a diputado o senador por la provincia de Buenos Aires de Néstor Kirchner. Como en su momento le ocurrió a Raúl Alfonsín o Carlos Menem, el ex presidente se ve obligado a agitar la posibilidad de una postulación menor, no por una súbita pasión parlamentaria, sino porque es el único recurso que le queda para evitar la dispersión de la tropa que aún conserva. De nuevo la analogía ajedrecística: “Si hay que jugar el Rey, es que las cosas están muy mal”.
Pero no sería sensato engañarse. El kirchnerismo ha demostrado una gran capacidad para construir poder prácticamente desde la nada, y lo ha hecho ayudado por una constante: sus victorias se edificaron más como producto de errores ajenos, que en base a méritos propios.
La estrategia de esperar y aprovechar el desliz ajeno es ya evidente. Sólo sorprende que sus ocasionales rivales aún no hayan caído en la cuenta que cuando creen ganan, más cerca de la derrota se encuentran.
Julio Cobos debería tomar nota que su nombre, una vez acotado el poder del campo, encabeza todas las listas del próximo enemigo a vencer. El diario Clarín publicó este domingo la opinión de los líderes de la oposición, sobre cual debería ser la manera de enfrentar la crisis global, y sorpresa o no, incluyó en la grilla al vicepresidente, que gustoso aceptó contestar las mismas preguntas que Lilita Carrió y Mauricio Macri. Sólo con esa torpeza, Cobos dio pasto a las fieras que insisten en ubicarlo en el terreno de la conspiración.
Kirchner no cree en la continuidad
“Después de nosotros va a venir Lilita o algo así, la gente ya se cansó de los peronistas, van a querer votar algo de un signo totalmente distinto. Y una vez que lo hagan, a los 3 meses, nos va a extrañar”, vaticinó Néstor Kirchner, en un diálogo distendido con un gobernador y algunos pocos empresarios que acceder a su intimidad.
En la misma charla se burló de la capacidad política de Macri y hasta arriesgó una caracterización: “Pero si ese muchacho tiene miedo, no se anima a ser Presidente”.
El diagnóstico es un mensaje bravo para gobernadores como Daniel Scioli, Jorge Capitanich o Juan Manuel Urtubey, que compiten para “heredar” el apoyo del kirchnerismo en el 2011. Pero también lo es para aquellos peronistas que intentan encarnar la “diferencia interna” como Felipe Solá y Eduardo Duhalde. Tal vez el ex presidente tenga razón y la sociedad no distinga entre oficialistas y oficialistas “críticos” en su hartazgo. La historia suele escribirse con trazo grueso.
Como sea, y seguramente sin saber que comparten el diagnóstico, la misma duda atenaza la posibilidad de una candidatura a legislador de Jorge Telerman. Cortejado por el ex presidente y algunos peronistas porteños, el ex jefe de Gobierno demora una definición sobre su eventual postulación a legislador porteño el año próximo. “Si las sociedades urbanas están hartas del peronismo ¿Cuál podría ser el destino de Telerman como candidato oficialista, nada menos que en la Capital?”, se preguntan algunos políticos que lo quieren bien.
Mauricio Macri tiene encuestas que le otorgan un 60 por ciento de imagen positiva, en el mismo distrito que el matrimonio Kirchner apenas araña los dos dígitos. ¿Por qué entonces Kirchner presiona a Telerman? “Porque su negocio es sumar puntos en cada distrito, si Telerman es el único que le garantiza aunque sea 10 puntos, que sea Telerman”, explica a La Política Online un habitual interlocutor del ex presidente.
Como se dijo se trata de una estrategia defensiva. Luego del 2009, la debacle será inevitable, pero todo buen general sabe que es en la retirada cuando los peligros se acrecientan hasta el infinito. Como nunca, es en ese momento cuando se necesita contar con un ejército que conserve la fuerza suficiente para evitar en el adversario la tentación de perseguirlo hasta la exterminación.
Planificar una retirada exitosa es acaso más difícil que ganar una batalla. Y en Olivos, al menos una persona parece estar ocupándose del asunto.
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