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martes, 28 de octubre de 2008

MONOS CON NAVAJA

La Capital - 26-Oct-08http://www.lacapita l.com.ar/ contenidos/ 2008/10/26/ noticia_0184. html Como monos con navaja Por Mauricio Maronna Resulta una tarea titánica entender hacia dónde va, qué es lo que en verdad quiere el gobierno argentino.
La Casa Rosada ha desmentido con los hechos la idea de que la crisis que sacude a todo el mundo no hará pie en el país.

Aquella jactancia de Cristina Fernández en Estados Unidos dándole consejos a ese país para que piensen en un plan B, mientras aquí no había por qué pensar se derrumbó como un castillo de naipes por la bulímica tendencia del gobierno a ir por las cajas. Sin distinciones, así se trate de las retenciones a las exportaciones, que terminó en un rotundo fracaso, o, como ahora, metiéndole mano a los fondos y reestatizando el sistema jubilatorio.

Con esta última decisión, Cristina convocó a los fantasmas y la crisis empieza a golpear con fuerza.

La caída en del Merval y los bonos demuestran lo fragoroso de la crisis, al momento en que hasta las bolsas de Brasil y España sufrieron los efectos, por la sencilla razón de que sus empresas son las más expuestas del mundo al riesgo argentino.

Como dice Rosendo Fraga: si cabía alguna duda sobre si Argentina estaba mejor o peor preparada frente a la crisis mundial, la decisión de estatizar las AFJP ha mostrado que el país ha pasado a estar en una situación muy vulnerable para enfrentarla.

¿Quién va a invertir en un país manejado por monos con navaja que cambian las reglas de juego sin previo aviso, búsqueda de consensos o demarcación de un horizonte claro?

Las jubilaciones no son de izquierda ni de derecha. La decisión de la presidenta de presentar el manotazo a los fondos jubilatorios como una reivindicació n de sus "convicciones" suena tal cual lo definió El País de Madrid: un disparate.

La decisión tal vez habría recibido un apoyo más contundente de la sociedad si el kirchnerismo no hubiera quedado sin capital político. Durante mucho tiempo la sociedad en su totalidad aceptó mansamente los arrebatos del gobierno porque observaba que esos golpeteos en el pecho, en nombre de un gelatinoso "progresismo" no rozaba sus bolsillos. ahora todo cambió.

La pelota pasó al terreno del Congreso, ámbito que desde aquella ya mítica resolución 125 no es el mismo en su relación con el poder central.

¿Vendrán ahora muchos votos "no positivos" o la dispersión de la oposición resultará funcional al oficialismo? Tampoco está claro cómo reaccionarán diputados y senadores que hasta hace muy poco tiempo levantaban sus manos como si estuvieran en piloto automático ante cualquier proyecto enviado por Balcarce 50.

Tampoco se nota un clamor popular contra la eliminación de las AFJP, que no son precisamente un ejemplo de eficiencia. Pero, poco a poco, muchos empiezan a temer por los riesgos de dejarles suculentos fondos a un gobierno que no se caracteriza por la difusión de sus actos.

En el 2007 los aportantes tuvieron la chance de optar entre el sistema de reparto y el privado: la mayoría se quedó, aun rumiando en el último sector.

Como dijo un hombre pronto a jubilarse, mientras observaba desde su mesa de bar la polémica, que era transmitida por un canal de cable. "Con la jubilación privada pensaba que mi guita podía estar en cualquier lado; y ahora es lo mismo, pero peor. Estos (por el gobierno) se van a dedicar a comprar votos para las elecciones del año que viene". La calle, a veces, genera definiciones insuperables.

Néstor Kirchner siempre gobernó con una caja henchida , frondosa. Y cuando no la tuvo se alejó del pulimentado pragmatismo.

Aún se recuerda en Santa Cruz que, cuando asumió su primer mandato, bajó de un plumazo los salarios de los empleados públicos, hecho inédito en todo el país.

"Despacito, hacemos el montoncito", es una de sus frases preferidas a la hora de darle trascendencia a la caja.

La aparente decisión de ser candidato a diputado nacional por provincia de Buenos Aires obliga a mantener a los "barones" del conurbano en su redil. Y, estos señores que hace décadas, manejan el mapa bonaerense como si se tratara de su propia casa, se mantienen al lado del poder central mientras sus calderas sean debidamente acicateadas desde la Nación.

La debacle de la popularidad del matrimonio hace que muchos hayan roto el cerco. El ejemplo más claro es el de Felipe Solá, un dirigente con lealtades sucesivas. Arropado por el duhaldismo a la hora de sacarse el mote de "menemista", rompió lanzas con el caudillo de Lomas de Zamora.

Cuando Cristina comparó a Duhalde con "El padrino", Solá se levantó eufórico a aplaudir a su nueva jefa.

Hoy mantiene permanentes contactos con el ex presidente, está decidido a formar un nuevo partido y dispuesto a enfrentar al propio Kirchner en la provincia de Buenos Aires.

Pero los gambitos electorales están consumidos por una crisis que avanza como la mancha de humedad que mencionaba Julio Cortázar.

El impacto llegó a Santa Fe, colándose en momentos en que no se viven buenos tiempos para la Casa Gris, que intenta tener al menos un interlocutor valido para negociar con el justicialismo, que tiene la llave para que pasen los proyectos que envía Hermes Binner.

El panorama que se vive en muchas ciudades y localidades de la provincia muestra el péndulo de la historia argentina. Localidades que hasta hace poco gozaban de los beneficios del precio de la soja hoy están carcomidos por la incertidumbre. Nadie se atreve a comprar ni una cosechadora. En Argentina la cancha se inclina en el momento menos pensado.

La decisión de estatizar las jubilaciones puso al país en otro mundo. La pérdida de votos es similar a la debacle en la confianza de gobierno que no pueden entender qué es lo que hace y qué es lo que quiere un gobierno en estado de ebullición permanente.

Si el Parlamento le da una nueva tunda al oficialismo y rechaza el proyecto, Cristina Kirchner verá complicada la gobernabilidad y tendrá que escuchar de nuevo el pedido Néstor: "Vayámonos".

Tendrían que haberlo pensado antes, pero actúan como monos con navaja.
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