EL URNAZO
ANALISIS POLITICO
El urnazo desnudó el vacío
Un caudillo peronista que apostó fuertemente por el macrismo en Capital Federal y provincia de Buenos Aires se presentó orgulloso y sacando pecho ante el jefe de Gobierno porteño, a su regreso del exterior: "Flaco, ahora apostá todo por la fórmula (Carlos) Reutemann-Felipe (Solá) y vos empezá a caminar para ser gobernador bonaerense. Si te demorás, el Colorado (por Francisco De Narváez) te vacuna".
Quiera o no (más allá de aquella picaresca interpretación de Jorge Asís, quien atribuyó a quien esto escribe la candidatura del ex gobernador al afirmar que "el origen de la postulación de Reutemann fue una divagación lanzada en el programa En Profundidad, que el periodista puso en primera plana del diario La Capital"), el Lole tiene hoy la llave de la Casa Rosada por una suma de factores que son casi coincidentes con lo que le sucedió en el 2002. Cuando dijo "no".
Aunque no hay demasiados misterios para saber que en el 2011 la Presidencia podrá estar cerca de muy pocos dirigentes: Reutemann, Cobos o Macri, la dificilísima situación institucional que vive el país amerita tener en claro algunas cuestiones: el gobierno atraviesa la tormenta con una barcaza averiada en extremo, con conductores suicidas o ajenos a la realidad.
Néstor Kirchner está en el peor de los mundos: barrunta que aquellos en los que creía como única carta de triunfo (numerosos "barones" del conurbano) lo han traicionado, que el futuro es una pesadilla que se dibuja recorriendo tribunales y que varios sectores corporativos que él descabezó durante su Presidencia (algunos no merecían otra cosa) vienen por la revancha.
El rostro de Eduardo Duhalde a su regreso del exterior parece el de un vengador (ya no anónimo) que no trepidará en cobrarse todas y cada una de las "vejaciones" a las que lo sometió el santacruceño, tras haberle permitido el acceso a la Presidencia. Ni hablar de lo que sucede cada domingo en el programa de Mariano Grondona (una especie de Jabonería de Vieytes) donde el propio periodista y Hugo Biolcati, titular de la Sociedad Rural, hicieron un fragote verbal sobre el adelanto de la entrega del poder.
Una pregunta se impone por pulimentada lógica: ¿si Néstor le dijo a Cristina “vayámonos” por la simple derrota en el Congreso del proyecto sobre retenciones, qué estará lucubrando ahora cuando faltan más de dos años para que su espacio siga en el poder, pero con mayorías en manos de la oposición, debacles en los principales distritos e innumerables intentos de fuga en su gabinete?
En esto se debe ser tajante: el gobierno debe cumplir su mandato aun a su pesar. Argentina ya no resiste gobernantes huyendo en helicópteros ni crisis institucionales como la vivida en el 2001. Se deberá apostar a la sensatez pese a los insensatos. Santa Fe sigue siendo (como le dijo un sociólogo porteño a este diario hace algunos años) “la provincia donde siempre los encuestadores dan perdidoso a Reutemann pero al fin el dos veces gobernador termina imponiéndose”. La forma burda en que se pretende instalar antes de los comicios las “derrotas” del Lole terminan agrandando las circunstancias de sus victorias.
También genera un efecto bumerán en el socialismo, donde nuevamente la estrategia poscomicial fue errada. ¿Por qué no apostar a la moderación en vez de la catarata de bocas de urna que termina contradiciendo lo que se dijo horas antes?
Esa situación sacó de quicio a Hermes Binner, quien tuvo otra frase hiriente para los ciudadanos de la ciudad de Santa Fe que sufragaron por Reutemann. Si antes los había mandado al psicólogo ahora los acusó de padecer el Síndrome de Estocolmo, aunque luego se disculpó diciendo que “estaba dormido” cuando hizo esa afirmación.
El Frente Progresista, si se leen bien los números, perdió por paliza en la ciudad de Santa Fe por una mala y persistente lectura de lo que siente la mayoría de sus habitantes respecto de Reutemann. El adjetivo (des) calificativo de “inundador” no se compadece con quien en medio de la tragedia se puso las botas y se subió a los botes. Hacer revisionismo a esta altura resulta aburrido, pero hasta el periodista hiperkirchnerista Horacio Verbitsky, quien ninguna estima siente por el senador, comparó las diferencias entre el Lole y Aníbal Ibarra, quien se escondió durante y después de la tragedia de Cromañón.
Los frentistas hicieron buenas elecciones en el interior de la provincia, lo que los va consolidando desde la Gobernación. Otra debería haber sido la lectura de los resultados (al menos hacia afuera) cuando el justicialismo santafesino sigue siendo Reutemann y sólo Reutemann, como quedó evidenciado en los comicios que ungieron a Binner gobernador. Tal vez sea otro cantar en 2011 cuando, de tener Santa Fe un candidato a presidente, el efecto arrastre puede ser mayúsculo. La crispación no es un buen dato en una provincia que tiene dividido el corazón legislativo entre frentistas y peronistas.
Muchos rumores danzan en la superficie, ninguno confirmado. Que Binner estaba irascible el lunes con los radicales por algunos resultados en el interior, y que la relación con Mario Barletta, intendente de la ciudad de Santa Fe, entró en un cono de sombras. “Barletta sabía que al Lole no había con qué darle y se cuidó las espaldas para las elecciones a concejal. Los socialistas le dicen de todo…”, dijo un “garganta profunda”, diputado provincial él, que abona al Frente Progresista. Obvio, todo será desmentido.
Pero dejemos por un momento la cuestión político-electoral. Argentina sigue siendo un país en donde no existe lo básico: el sentido común. En medio del pánico popular por la Gripe A, la presidenta está de viaje en viaje; se cierran los colegios, las universidades y se adelanta la feria judicial pero se permite que el fútbol (donde verdaderamente se concentran multitudes) se siga jugando.
Aunque los políticos digan que para el 2011 “falta una eternidad” todos tienen incrustado ese año como elemento motivador. El rey ya había quedado desnudo. La reina vive encerrada en un supuesto palacio, que no es otra cosa que un peligroso laberinto.
El desempleo, la inseguridad, la ausencia absoluta de política sanitaria (con Cristina contradiciendo en público a su flamante ministro de Salud) y los múltiples conflictos sectoriales empezaron a mostrarse ya no como fantasmas, sino como preocupante realidad.
El urnazo anti-K le sacó la sábana a lo que el poder quería seguir ocultando.
LA CAPITAL
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