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martes, 15 de marzo de 2011

EL KIRCHNERMARXISMO ENMASCARADO


LOS JUEGOS DE FICCIÓN DEL KIRCHNERISMO ENMASCARADO

Por Juan Carlos Córica

“Si alguna vez llegase a haber otro golpe (que lo hubo), el pueblo quedará tan derrotado, que la vuelta constitucional servirá solamente para garantizar con el voto popular, los intereses del imperialismo y de sus cipayos nativos” (1). Y también, en una de sus reflexiones de altísima significación política el general Perón señaló al entrismo como el enemigo “connatural” al peronismo. Dijo: “El peronismo es tan amplio que al enemigo lo tenemos adentro” (2).

Afirmaciones con sentido de quién puede conducir por que tiene sabidurías que contienen al futuro. Sabidurías explicitadas con las que Perón advertía que si no se aprovechaba la oportunidad abierta tras la caída de la dictadura militar iniciada en el 66, y se producía un nuevo golpe, luego vendría una democracia ficcional. La que se viene soportando desde hace más de un cuarto de siglo. Casi 27 años. Dicho de otra forma decía que, detrás de una búsqueda frustrada por establecer un proceso revolucionario venía una ficción revolucionaria. Efectos políticos del desgaste y las torsiones traumáticas que dejan como secuela, por un lado el fortalecimiento de los factores de poder y, por el otro dos efectos claves. El debilitamiento de la clase dirigente frente a los grupos de presión que se convierte en impotencia política y deja al pueblo y la nación sin poder para poder quebrar ese veto de facto, parainstitucional, que se negocia en los salones a espaldas de la población y del país. Procesos distorsivos que, también pueden llegar a constituirse como por caso, la de candidatos que se posicionan en base a respaldos económicos que les permite la compra de su elección.

La cuestión política y la cuestión electoral

En un editorial que trata sobre el actual escenario político, Jorge Fontevecchia director del “diario” Perfil, domingo 27/02/11, con su particular punto de vista analiza los movimientos del kirchnerismo en su búsqueda electoralista (3). Así presenta y resalta ciertas acciones y objetivos de las mismas. Nota de referencia que bien da lugar a ser releída analizándola desde una perspectiva alternativa.

Según Fontevecchia, “el kirchnerismo lleva adelante dos guerras simultáneas:

hacia adentro del partido peronista debe pasar a retiro a los dirigentes de peso que ya tenían poder antes de su llegada al poder, la mayoría de derecha, y ocupar esos espacios con dirigentes propios y afines al campo progresista.

Y hacia afuera del peronismo, debe anular a los partidos de izquierda y ocupar ese territorio para no correr el riesgo de quedar posicionado como falso progresista”. Cosa que, siguiendo con la tesis de que los ejes electorales pasan por el par izquierda-derecha y sin decirlo completo por el otro de progresistas-conservadores, agrega que “el kirchnerismo precisa no perder la autoridad moral de ser la fuerza más progresista posible del país y, al mismo tiempo, necesita ser quien garantice la gobernabilidad controlando la calle. O sea: a los sindicatos y las organizaciones sociales”.

Apreciación que se puede analizar desde una perspectiva más significativa. Se podría plantear que de la misma forma que la televisión argentina no cumplió con el paradigma ni el axioma liberal que dice la calidad de la programación se potencia en calidad al liberalizarla por el proceso de privatización; la instauración de la democracia tampoco produjo un salto de calidad en la política argentina. Comprobación que luego de más de 25 años no deja dudas sobre la frustración producida no sólo en el plano de las expectativas sino en el de la realidad tangible. Quienes se sucedieron en el ejercicio del gobierno no representaron la voluntad popular ni se acercaron al modelo que Perón llamó democracia social ni al que, genéricamente, calificó como verdadera democracia: “aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo”. Modelo y praxis que debe ser recuperado y, desde ya, seguirlo perfeccionando, en un proceso donde fines y medios dialécticamente produzcan efectos políticos de calidad y eficacia. Materialicen el gran objetivo de alcanzar “la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria”.

El actual proceso político, que en lo institucional viene desde el 2003 pero en lo político electoral se inicia en el 2005, está llegando a niveles desestructurantes de un grado tal que compromete ambos andariveles de la política. Un accionar de perfil tramoyista por el que, los grandes objetivos del movimiento nacional y los no menores objetivos de la política “cotidiana”, están truncándose como consecuencia de una red de inocuas acciones guiadas por el dragradante objetivo de la política sectaria y comiteril. Una política que, además, como manda la ingeniería política actual, es acompañada y potenciada con un aparato propagandístico que abarca desde la compra compulsiva de medios –al grado de colocar a la población en la falaz opción de elegir entre “el monopolio” privado y el monopolio gubernametal—, a la recurrente movilización como masa de maniobra de la gente.

Escenario donde, el actor principal de la política democrática, el pueblo, queda enredado y atrapado en una red de polémicas secundarias y, a la vez, alienado de tal forma que desconozca la real realidad que le permitiría ser protagonista activo y concientemente. Sirva de muestra significativa lo que presenta el encuestador Artemio López. Ironizando, señala que “la inflación es para economistas; desde el hogar te importan los aumentos de precios, pero con las actualizaciones de tus ingresos no lo ves como un drama” (4). Traducido sería, “las cuestiones estructurales no las entiende la gilada”. Efecto de una cadena de efectos que la descarada manipulación produce: enajena a la población, enajena el sistema político, convirtiéndolo en una dictadura civilizada que usa la razón como arma letal para hacer desparecer de facto al sujeto político de la democracia.

En este sentido, la propaganda electoral que busca la continuidad del actual gobierno, se convierte en una trampa cazabobos. Una oferta de futuro que como en la “Divina Comedia” –nombre que le viene como anillo al dedo a la situación–, advierte el grave riesgo se corre si se da continuidad a este degradante proceso: “lasciate ogni speranza, voi ch’entrate…”. Pierdan toda esperanza si los hacen entrar.

Denunciar estos juegos de ficciones significa llamar la atención sobre los efectos desestructurantes que más temprano que tarde desencadenarán una dura crisis. Resulta imprescindible poner en evidencia lo que las máscaras del kirchnerismo intentan tapar. Denunciar que gobernar como desgobierna este gobierno, hace cierta la advertencia de Perón que en las vísperas de su tercera presidencia avisaba que: “Si alguna vez llegase a haber otro golpe (que lo hubo), el pueblo quedará tan derrotado, que la vuelta constitucional servirá solamente para garantizar con el voto popular, los intereses del imperialismo y de sus cipayos nativos” (1).

En semejante sentido, estos que se hacen llamar libertadores progresistas, no ofrecen otra cosa que seguir viviendo la día, sin horizontes. Quedar en manos de sus políticas asistencialistas que no son de justicia social sino variantes del viejo modelo clientelístico de los Patrón Costa. Una pesadilla política de la que hace falta traspasar por que en sus maniobras se hacen presente lo que Jauretche calificaba como políticas de dominación colonial. “ellos –señalaba– tienen armas sutiles mucho más eficaces que las bayonetas y las espadas, armas que no detienen el brazo, sino la voluntad y la inteligencia, armas que no atacan de frente sino que se infiltran, desorientan y agotan” (5). Acá también valor principal la advertencia que hiciera Perón en 1972: “El peronismo es tan amplio que al enemigo lo tenemos adentro” (2).

NOTA:

(1) Del libro de Enrique Pavón Pereyra, “Yo Perón”, editorial M.I.L.S.A., agosto 1993, capítulo “El retorno 1973-74”, pág. 418.

(2) Discurso de Perón sobre la Traición, 24 de Junio de 1972

(3) Nota completa ver en

http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0551/articulo.php?art=27419&ed=0551

(4) “La inflación no servirá para hacer campaña, dicen los encuestadores”, diario Perfil, 27/02/11, pág. 19.

(5) A. Jauretche, Forja y la década infame, Peña Lillo editor (1962) 1983, p.163.

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