LA ERA DE LOS GESTOS
LA ERA DE LOS GESTOS
Por el Lic. Diego Gonzalo Díaz
La clase política argentina no siempre acusa recibo de los reclamos surgidos desde la sociedad, y aunque en la mayor parte de las ocasiones suelan instalarse en el punto exactamente opuesto, a veces quedan marcados a fuego reflejos de situaciones que no quieren volver a vivir o quieren evitar ser encasillados. El refrán diría que "el que se quema con leche ve una vaca y llora" y se podría adaptar a "el que vivió diciembre de 2001 ve una manifestación grande y da marcha atrás a la política que la motivó". Este verdadero síndrome de la plaza llena genera que reproduzcan gestos como autómatas, que a priori son muy bien vistos por el ciudadano común y que les permiten probar las mieles de ser estimado por quienes lo votaron, ser condecorado con el mote de honesto o simplemente no ser insultado al final de su desempeño administrativo.
Por estos días hubo dos gestos muy elogiados en el marco de las elecciones provinciales de Santa Fe y Córdoba. Paradójicamente ninguno de estos comportamientos tuvieron que ver con los candidatos triunfadores, sino con un perdedor de los comicios y un gobernador saliente. El primer renunciamiento fue manifestado por el candidato a gobernador de Santa Fe del oficialista Frente para la Victoria, Rafael Bielsa, quien decidió dejar su banca de diputado por la Ciudad de Buenos Aires por considerarlo poco ético. El segundo lugar en esas elecciones decretó que el ex canciller se revelara al público elector como una persona íntegra que no quería representar a la ciudad capital de Argentina, sino trabajar desde el llano para los santafesinos. Un buen manejo de los medios, porque todos los comentarios sobre la derrota del partido oficial en Santa Fe se transformaron en elogios a la integridad del candidato vencido.
El segundo hecho estuvo encarnado por el gobernador Juan Manuel De la Sota ante los reclamos de fraude en la reñida elección de Córdoba, tras las casi 16 horas que tardaron los resultados. El conflicto se originó cuando el candidato opositor Luis Juez , que habría perdido la elección con el vicegobernador y aspirante oficialista al ejecutivo provincial Juan Schiaretti por poco más de un punto de los sufragios, denunció manejos turbios y una intencionada falla en el escrutinio de los votos. Ante la presentación judicial de Juez y la manifestación que se agolpó en las inmediaciones de la gobernación provincial, De la Sota y su gran rapidez de reflejos pidieron el recuentro de los votos los más rápido y transparente posible. Salga como salga este recuento, se compruebe o no la maquinaria del fraude, el gobernador quedará como un paladín de la lucha contra la corrupción y un luchador honesto; aunque en ese hipotético escenario le tenga que soltar la mano a su delfín y vicegobernador.
Incluso el sueño de la retirada gloriosa del Ejecutivo motivó los gestos o renunciamientos de los últimos dos presidentes, Eduardo Duhalde redobló la apuesta y no sólo dejó el cargo más alto ante algunos moderados aplausos (cabe recordar que adelantó las elecciones luego de la estocada final de las muertes de Kosteki y Santillán) sino que anunció su retiro efectivo de la política nacional y, hasta el momento, lo sigue cumpliendo. También, el actual presidente saliente, Nestor Kirchner, forzó una renuncia a la reelección con un objetivo claro: si bien anhela que la presidencia quede en manos de su esposa; el plan sería aprovechar la imagen positiva con la que cuenta para reorganizar el Partido Justicialista bajo su manto protector y combatir el fraccionamiento del que es víctima hoy. Y si se tiene en cuenta que el peronismo históricamente se encolumna tras la figura que ostenta mayor poder, Kirchner podrá orbitar mucho mejor en estos días que con el desgaste de un segundo mandato.
Estos gestos, oportunismos o golpes de efecto; se enrolan en el concepto de representar a la Nueva Política, una hermosa falacia que nació de aquellas cacerolas del 2001 y que no sirvió más que para disfrazar a los viejos representantes con nuevos envoltorios. Aunque las encuestas de imagen y el miedo a la desobediencia civil le estén ganando la pulseada a la impunidad reinante de los años ´90, una verdadera transformación tardará mucho más que estos 5 años ganados a aquella revuelta.
Fte: Crónica y Análisis
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