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jueves, 27 de septiembre de 2007

RUCCI

Rucci

Los auténticos mártires son reconocidos en tiempos de crisis. Como a la Virgen María y a los santos que se los convoca ante el dolor, a los mártires se los considera cuando el fuego de la parrilla nos chamusca los cabellos.
José Ignacio Rucci como nunca fue recordado en este nuevo aniversario de su homicidio. Todo un signo.

Por Juan Carlos Sánchez

Un signo de la incomodidad funcional en que vivimos los argentinos, de la desesperanza y del hartazgo por la historia sesgada, por las parcialidades que dividen. Justamente Rucci que fue sacramento (signo eficaz) de la unidad del movimiento obrero argentino que entre luces y sombras y diversidad supo coincidir en un proyecto de Nación convocando y conduciendo al pueblo trabajador. Para detenerlo hubo que matarlo, no había otra forma que la cobardía del asesino oculto.
Que haya sido recordado con mayor énfasis este año electoral no disminuye la valoración histórica de Rucci ni la buena memoria de la UOM ni del movimiento obrero en general, simplemente es un dato para anotar. Algo está pasando en la Argentina que parece retornar a las fuentes.

Durante los últimos cuatro años se viene soportando un giro violento en la transmisión de datos y de íconos históricos falseados. Guevara por Perón, los terroristas muertos por los soldados asesinados, los abortistas por los defensores de la vida. Desde la cúpula oficial se baja un mensaje transversal a todo el cuerpo social que con perversión minimiza el valor de la vida humana y de la dignidad con que debe vivirse, pauperiza la espiritualidad de la persona y de la familia y por ende de toda la comunidad, e intenta instalar desde una historia parcial y falsa paradigmas que nada tienen que ver con la identidad nacional que es una construcción permanente que hacen los propios (los nacionales) incorporando elementos del resto del mundo.
Rucci, entonces, luchador como todo el movimiento obrero, de esa dignidad que tiene que ver directamente con el orgullo legítimo de la sociedad que se reconoce a sí misma y ama su historia y tradiciones, es para este modelo (oficial) un anti arquetipo. No por otra razón el oficialismo no demostró interés en memorar su martirio.

Sorprendería a todos si el Presidente de la Nación, esté donde esté, se refiriese al homicidio con reverencia. Néstor Carlos Kirchner, un burgués capitalista de derecha que alza desde el atril la bandera de la subversión apátrida y del socialismo nacionalista mientras guarda (y gasta) en el extranjero los dineros que pertenecen a sus comprovincianos, mal podría pronunciar el panegírico del líder cegetista. No sería nada más que una pose de oportunidad pues el Presidente de los argentinos está solamente interesado en conseguir el apoyo del movimiento obrero organizado para su lucha electoral y, como el Presidente no es creíble, diga lo que diga sonará a oportunismo.
Su esposa y heredera mayestática tampoco habla. Es natural. Quien lucró desde su oficio con la necesidad de los trabajadores mal puede acompañarlos en su dolor. En esto al menos es sincera.

En momentos en los cuales el kirchnerato se cae a pedazos, totalmente desmenuzado por su avidez e impericia, el recuerdo de Rucci de de tantos otros mártires ilustres de la Patria se hace imprescindible. Es oportuno revalidar nuestra pertenencia a un modelo de Nación elaborado durante cinco siglos, formulado hace dos y perfeccionado durante apenas el último medio siglo. Pertenece a la urgencia que supone la supervivencia, terminar con la mentira y la improvisación y reposicionar la organización como instrumento eficiente y eficaz para superar crisis, desencuentros y traumas.
En eso era Rucci un especialista.

Puede argüirse en un vano intento descalificante, que era un hombre de la derecha sindical, un burócrata, y de hecho lo hicieron y lo harán. Sus asesinos lo dijeron justificando dialécticamente su delito. Lo dicen ahora los exegetas de esos criminales. Están en el gobierno y entonces también lo dice el gobierno o al menos lo piensa.
Subterfugios de fracasados.
Son estos los incapaces de unir a los argentinos, de entusiasmarlos con un modelo, con un proyecto de Nación.
Son los incapaces de controlar el precio de la papa a poco más de un mes de las elecciones, impensado y profético. Si no pueden con la papa ¿cómo esperan que les creamos que pueden con el país?
Los que no logran impedir que la Plaza de Mayo esté invadida de los piqueteros a los que mimaron durante cuatro años. Los que no pueden visitar su casa paterna por el repudio de sus vecinos. Los que no pueden convencer al ama de casa que el aumento de los precios es una ilusión óptica.
Los que con total impudicia ignoran los escándalos de la corrupción generalizada.
Son los ineptos que deben distorsionar la historia y mentir para justificarse y encontrar su nicho oral para construir el poder que no obtuvieron legítimamente. Los que deben comprar lo que nadie les daría gratis, como se lo dio a Rucci, a Perón, a los mártires de la Patria que ellos asesinaron.

Si Rucci fue un burócrata sindical de derecha, bienvenida la burocracia sindical y la derecha que protegió al niño desde su concepción hasta su madurez considerándolo el único privilegiado y que no lo inmoló en una muerte espantosa, destrozado vivo, sacado en pedazos del seno materno, matándolo despacio con crueldad inhumana e inaudita o dejándolo morir sobre el acero inoxidable de la camilla del quirófano o quemado por la sal en el útero.
Bienvenida esa especie de argentinos derechos y humanos capaces de dar la vida por la dignidad del trabajador. Bienvenidos porque creen en la familia, la aman, la respetan, la promueven, la defienden.
Bienvenidos esos denostados patriotas respetuosos de la ancianidad.
Bienvenidos esos derechistas ultramontanos ultra católicos que siguen creyendo en una Patria forjada desde el arado, la fragua, la espada y la Cruz.
Creo en ellos. Confío en ellos.

Alguna vez y no dentro de mucho tiempo, gobernarán nuevamente. Entonces veremos el cambio que viene, el cambio real, la esperanza renacida y es por el testimonio que dieron los que murieron o sufrieron el agobio de las ideologías de los vendepatria.

Los fracasados, los que recurren a la mentira, los que desunen como medio para generar poder, esos que lograron que los argentinos nos miremos con desconfianza, que vivamos inseguros, que temamos la cercanía de argentinos desconocidos, que no podamos calcular el alcance de nuestros ingresos del mes ni si pondremos en la mesa la comida necesaria y digna, esos que ya demostraron que son inútiles, puro bla bla, puro atril y desfachatez, esos serán derrotados por segunda vez, ahora será políticamente y si no es así, que Dios nos ampare.



* * * * *

Documento inédito Septiembre de 1973

José Ignacio Rucci se dirige a los trabajadores a pocas horas del triunfo electoral y de su cruel asesinato...

Para LR2 Radio Argentina y La noche de los compañeros y a pocas horas del triunfo peronista, el secretario general de la CGT, compañero José Ignacio Rucci se dirige a los trabajadores y al pueblo:

Compañeros, el pueblo argentino ha sido protagonista y factor decisorio de una jornada electoral, cuya concreción marca definitivamente el fin de una larga etapa de proscripciones, inefectividad y desencuentros, le abre la puerta a un futuro de grandeza para la nación y felicidad para sus habitantes. Por primera vez luego de 18 largos y sacrificados años se ha expresado sin limitación alguna, con absoluta soberanía, la voluntad popular. Ninguna sombra del pasado podrá interponerse ahora para que los argentinos marchemos unidos y solidarios hacia la construcción de la Argentina potente. La Confederación General del Trabajo como ente representativo de las masas laboriosas se siente llamada a explicitar su pensamiento porque aquí , ya que fue un factor aglutinante y orientador para la lucha, hoy debe cumplir esta misma tarea pero al servicio de una realidad distinta, la de la unión , la de la reconstrucción y la liberación de la patria. La contribución de los trabajadores argentinos ha sido inmensa, sobre ellos recayó el mayor peso de la cruz impuesta por el liberalismo gorila, improvisado en 1955, y también la mayor cuota de sacrificio en la heroica resistencia por la recuperación de la soberanía, la libertad y la justicia. El objetivo de este sacrificio y de esta lucha es hoy una realidad. El teniente general Juan Domingo Perón vuelve a ejercer el gobierno y el poder, del que fuera ignominiosamente separado, y a su lado se encuentra, como ocurriera durante casi todo su exilio, la señora Isabel Martínez de Perón. Ahora el fragor de las luchas ha pasado a convertirse en historia, al realidad de nuestros días es la realidad del trabajo y la paz. Reiniciamos la revolución justicialista interrumpida en 1955, esa revolución que deparara a los argentinos una década de realizaciones inéditas y que ahora habrá de canalizarse modificación de todas las estructuras caducas del liberalismo para constituir una comunidad normalizada, donde todos encuentren su solución personal a través de la gran solución para el país. Mucho e lo que se ha destruido en forma sistemática, ello nos obliga a entender que el camino no ha de ser fácil, ni las metas serán alcanzadas a breve plazo. Pero empezamos a andar, estamos ya en el despegue y eso es lo importante. La destrucción se ha operado no solo en los aspectos materiales, en la conversión de lo que fuera una nación próspera y libre en una colonia empobrecida, dependiente, represora e injusta. También hubo aquí un proceso distorsionador en el ámbito espiritual y cultural, cuyas consecuencia no han podido ser erradicadas del todo y aún las seguimos viviendo y soportando. Significa esto la recuperación plena del poder adquisitivo de los salarios, a la valorización del trabajo, a la creación de nuevas riquezas es necesario agregar la pacificación de los espíritus, requisito indispensable para encarar un proceso de reconstrucción y la reconquista de los valores nacionales cuya vigencia absoluta aceitará la elección de los mejores caminos para llegar al objetivo común.

Solo por ignorancia o por mala fe se pueden exigir soluciones inmediatas para problemas que se fueron profundizando durante tantos años. Después de apelar a la violencia, a veces rayana en lo criminal, en un clima de amplias libertades e igualdad de posibilidades se puede seguir aguardando ambiciones y privilegios, creando condiciones injustas, burlando las leyes, impidiendo o saboteando la consolidación de un proceso que ha sido aprobado por la inmensa mayoría del país. En este aspecto, como ha señalado claramente nuestro líder, el presidente teniente general Juan Domingo Perón, los delincuentes comunes que se resisten a amalgamarse en una sociedad productora son paragónales con los delincuentes políticos y económicos, empeñado en sostener un estado de cosas que no pueden ya seguir en vigencia. También en este aspecto resulta tan pernicioso la subsistencia de pretensiones liberales injustas , como la acción de los grupos izquierdistas similares a los que en países hermanos como los que contribuyeron a abortar las posibilidades de una política popular. Nadie podrá negar que ahora las leyes se apoyan indiscutiblemente en el consenso mayoritario y por lo tanto no existe argumento alguno que justifique su incumplimiento. Solo el acatamiento estricto a la ley nos hará verdaderamente libres, pero el acatamiento de los que les parece (...inaudible...) sanciones a quienes pretendan seguir imponiendo sus conveniencias sectoriales por encima de las necesidades auténticas de la comunidad. Las leyes emanadas del gobierno del pueblo, elaboradas por los representantes del pueblo habrán de regir la convivencia argentina, asegurar los derechos de todos (...inaudible..). Solo de esta manera se garantizará la paz y la unidad de los argentinos y se cimentarán las bases sobre las cuales las nuevas generaciones, nuestra maravillosa juventud, irá produciendo el indispensable trabajamiento que la acercará al futuro, al logro de sus mejores designios. Esta juventud comprende masivamente que la etapa de la lucha ha sido superada y que hoy el campo de batalla se centra en la reconstrucción hacia la liberación de la patria y la realización integral del pueblo.

Este es el pensamiento de la clase trabajadora organizada, que conjuga el júbilo por el histórico triunfo del 23 de septiembre, con la conciencia de la tremenda responsabilidad del estado y que sigue dispuesta a seguir, como lo hiciera a cada momento y en toda circunstancia. Como columna vertebral y nervio motor del gran movimiento nacional, profundamente identificada con el pensamiento de su líder, el teniente general Perón, fiel al espíritu revolucionario de la inolvidable compañera Evita, la clase trabajadora, nucleada definitivamente en su CGT, brindará su apoyo, todo el esfuerzo que el país requiera en la seguridad de que esta tesitura será compartida sin subterfugios por los demás sectores sociales. Compenetrada de la doctrina justicialista que protesta desde 1945, sin renunciamientos ni claudicaciones, seguirá bregando para la concentración y el robustecimiento de la unidad latinoamericana y del tercer mundo contra todas formas de imperialismo, cualquiera sea su bandera, para asegurar una máxima solidaridad de los pueblos de la tierra que comparten sus ansias de justicia . En ese sentido el deber ahora de todas las organizaciones sindicales es reencontrarse con ímpetu libertario nacido el 17 de octubre de 1945 y romper cualquier forma de vinculación con (..inaudible..) centrales o internacionales, instrumentos de la política exterior de Estados Unidos o la Unión Soviética, profundizando el acercamiento a sus semejantes, que solo los de su condición, las masas laboriosas del tercer mundo en lucha por su liberación definitiva. Las urnas el 23 de septiembre han servido para apoyar la unidad nacional, la reconstrucción de la patria es una tarea común para todos los argentinos, sin sectarismos ni exclusiones. La liberación será el destino que habremos sabido conquistar, con patriotismo, sin egoísmo, abiertos mentalmente a una sociedad nueva, para una vida más justa, para un mundo mejor. Compañeros, la patria requiere de todos, todos con la patria en la hora suprema de la verdad, con profundo sentimiento de nacionalidad, con profundo sentimiento de cristiandad, seguros de que el pueblo es gobierno y cuenta en la figura del teniente general Juan Domingo Perón a su legítimo representante y exponente de sus aspiraciones que nos llevará inmejorablemente a una argentina liberada.

Directamente desde la CGT y pocas horas del acto comicial para LR2, Radio Argentina y La Noche de los Compañeros se ha escuchado la voz del secretario general de la Confederación General del Trabajo, compañero José Rucci.

Extraído de www.peronvencealtiempo.com.ar

www.politicaydesarrollo.com.ar

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