BAILANDO EN EL TITANIC
BAILANDO EN EL TITANIC
En 1789, el Rey Luis XVI y su corte, vivían un mundo exclusivo de
saraos , reuniones de personas de distinción para divertirse con baile
o música. Sabían que había descontento popular, pero lo ignoraron
hasta que el pueblo tomó la Bastilla, considerada la cárcel
representativa
del absolutismo monárquico. Después vino el terror y la guillotina.
En el
Titánic, creído imposible de hundirse, los pasajeros bailaban
confiados,
pero iban a la muerte.
En Argentina, una escasa minoría, rica o muy enriquecida, vive
drogada con su riqueza y la corrupción. Creen que todo debe seguir así.
No se preocupan que se estime en 14 millones, las personas que están
abajo del límite de la pobreza, que 5 millones sean indigentes, y que
millones mas sean clase media empobrecida.
Esas decenas de millones de personas pueden desbocarse por su
precariedad o su descontento. Si esa tragedia se produce, los resortes
y
medios políticos de solución del conflicto perderán viabilidad. Será
incontrolable.
Es responsabilidad de la derecha programar y transmitir el
mensaje de
cambio para cubrir las necesidades apremiantes de la sociedad. Es el
único grupo político que puede hacerlo, porque todas las argucias y
falsedades de populistas, estatistas y socialistas han fracasado.
25/9/2007
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
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