EL AGUANTE DEL AGUANTADERO
Jujuy, jueves 8 de mayo 2008, reinauguración de la escuela “Exodo Jujeño”. La Presidente Cristina Fernández de Kirchner dijo: “Tengo aguante, pero no de ahora, desde hace mucho tiempo. No voy a defeccionar ahora en esta lucha”.
Por Malú Kikuchi
NuevoEncuentro 12/05/08
¡Socorro! Argentina está en guerra, Argentina está luchando, la Presidente está luchando. ¿La guerra es contra algún país extranjero? ¿La lucha es de argentinos contra argentinos? ¿Contra quien o contra quienes está luchando la Presidente? Sería bueno saberlo.
Cuando la Presidente habla de lucha, de una lucha de la que no va a defeccionar, ¿se refiere al capricho incomprensible de su marido de no reconocer que las retenciones móviles a la exportación de soja (¡44,1%!), son un disparate inviable? ¿Esa es la lucha?
Realmente, en serio, de corazón, ¿cree la Presidente que está luchando contra el campo? El campo, que no es uno, son muchos, hay tantos campos como hay productores grandes, chicos y medianos; hay tantos campos como tierras fértiles, no tan fértiles o yermas. Y al campo, que son muchos, se le suman los pueblos y las ciudades del interior, que también son muchos. Casi, o sin casi, un enfrentamiento por el federalismo real, que hoy no existe.
La Constitución Nacional establece en su artículo 1º: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana y federal”.
Las provincias son previas a la nación, la constituyen por decisión propia y establecen su forma de convivencia a través de la Constitución. La misma Constitución que dice en su artículo 5º: “Cada provincia dictará para si una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la CN… Bajo estas condiciones, el Gobierno federal garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus instituciones”.
Las retenciones, verdaderos impuestos aduaneros, adoptan la forma de retenciones para no tener que coparticiparlas. El gobierno “federal” cobra impuestos enormes, y no los reparte entre las provincias. Las provincias mantienen a la nación, pero la nación devuelve cuando quiere, lo que quiere y a quien decide querer. No hay ley, no hay trato equitativo, no hay federalismo.
Según la Constitución, artículo 75, inciso 1, sólo el Congreso puede “legislar en materia aduanera, establecer los derechos de importación y exportación”. En el inciso 2 establece que ”una ley convenio entre la Nación y las provincias constituirá regimenes de coparticipación, garantizando la automaticidad en la remisión de los fondos”. No se cumple.
El Congreso ha sido puenteado, no tiene peso institucional. El Congreso ha delegado poderes que le son propios en el Ejecutivo, lo que está específicamente prohibido por la CN, artículo 29, los que así lo hicieran serán pasibles de “la responsabilidad y la pena de los infames traidores a la patria”. La república implica división de poderes, acá hay un solo poder con poder real, el ejecutivo. No hay república.
No hay federalismo y no hay República. En cuanto a la representatividad, ¿es tal? ¿Los argentinos se sienten representados por sus representantes? Las encuestas que no se publican, dicen lo contrario. Tampoco hay representatividad. El artículo 1º de la CN, no está vigente.
La lucha que lleva adelante la Presidente, sin defecciones a la vista, ¿es en defensa de quienes, es en defensa de qué? ¿Es una lucha a favor o en contra de las mayorías? ¿Es una lucha a favor de los intereses de la Patria o en beneficio de una lamentable forma de hacer política? ¿Es una lucha para lograr unir a los argentinos o para enfrentarlos irremediablemente, una vez más?
Después, siempre hay un después, cuando la lucha termine, ¿que será de Argentina? ¿Será una nación más grande, más rica y más fuerte, sus habitantes serán más felices, duplicará su oportunidad de alimentar al planeta? ¿O se verá reducida a ser un paisito incapaz de aprovechar oportunidades únicas e irrepetibles?
De la capacidad de la Presidente para defeccionar de una lucha sin sentido, enfrentando argentinos contra argentinos, volviendo a los tiempos de las guerras entre unitarios y federales (¡ganó el federalismo!), desaprovechando tiempos excepcionales para el crecimiento definitivo de la nación, de esa capacidad, depende el futuro de Argentina. ¿La tendrá?
Bajarse de una lucha demencial, es de seres con grandeza; reconocer errores desde el poder, es de seres con grandeza. Para una Argentina grande, se necesita una Presidente con grandeza. Con la grandeza suficiente como para defeccionar de esta lucha.
El mismo día, el mismo lugar, el mismo discurso, la Presidente dijo “tengo aguante”. Aguante, según el diccionario deriva de “guantelete”, el guante de metal que sostenía las armas medievales, y quiere decir entre otras cosas: soportar, resistir. ¿Son esas las cualidades que un pueblo demanda de su presidente?
En el argot argentino, “aguantadero” tiene connotaciones peyorativas: lugar donde los mal vivientes se refugian mientras los busca la policía. Y “hacer el aguante” es esperar en un gesto amistoso hacia alguien, con ese alguien, a que este supere un mal rato.
Argentina no necesita, en épocas de bonanza (¿o no lo son?), una Presidente con aguante. No sea cuestión que los argentinos no aguanten más, recuerden que son los mandantes, y exijan de sus mandatarios que cumplan con la Constitución y la Nación vuelva a ser representativa, republicana y federal.
Argentina no necesita una Presidente con aguante. Argentina necesita una Presidente con cordura, con sentido común, con capacidad para gobernar y la férrea voluntad de unir a los argentinos en vez de enfrentarlos.
Aguante por aguante, sería sabio recordar que es más importante para las instituciones el aguante de los argentinos hacia su Presidente, que el aguante que dice tener la Presidente.Notiar
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