TIEMPO DE DESCUENTO
Nunca lo admitirá, pero Néstor Kirchner -y a la sazón, su esposa- se equivocó fuertemente en su enfrentamiento contra el campo. Supuso que la sociedad se pondría de su lado y apostó fuertemente al desprestigio de los ruralistas, pero todo le salió mal.
Y ahora, en lugar de reconocer que pudo haberse excedido, sigue subiendo la apuesta. Mal momento para hacerlo, con una debilidad tan elocuente que no podrá sostener sus bravuconadas siquiera en el corto plazo.
Es como un boxeador exhausto, al que no le queda nada por dar y sigue arengando a pelear. Lo único que logrará es salir más lastimado aún, en lugar de retirarse sabiamente a tiempo.
Ayer, en gestión secreta, el desdibujado ministro de Economía, Carlos Fernández, viajó a Venezuela a rogar a Hugo Chávez que comprara bonos argentinos. Es la postal de la desesperación de estos días.
El kirchnerismo, que podría rever lo hecho hasta ahora, lo único que hace es seguir echando la culpa a otros, en lugar de admitir que se equivocó.
Cristina, por caso, salió a vociferar que aún tenía "aguante", olvidando los mínimos detalles de lo que es el protocolo oficial. ¿Acaso se contagió de Luis D'elía de tanto tenerlo cerca?
El mundo nos mira azorados, no puede creer que la Argentina, otrora un país pujante y creciente, esté viviendo lo que vive. Baste leer las columnas que se escriben en diversos lugares del planeta sobre nuestra coyuntura actual.
Deberían saber aquellos que nos ven foráneamente que esa misma vergüenza ajena la vivimos también los propios argentinos.
CHRISTIAN SANZ
Desde la redacción de Tribuna de Periodistas
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