DESCONFIANZA
A pesar de los índices oficiales, la desconfianza de los consumidores se mantiene
Las expectativas sobre la marcha de la economía y finanzas nacionales demuestran una baja en la confianza superior al 14% a nivel nacional para el corto plazo. Para la Universidad Di Tella, en el intermensual con septiembre, la caída es de un 2,5%
Mientras que en el período 2003-2008, la economía argentina creció a altas tasas, las llamadas ¨chinas¨, esa expansión se frenó a fines del año pasado por razones internas –como el prolongado conflicto con el campo- y por la crisis financiera internacional y, actualmente, se encuentra en un momento de estancamiento con números e índices en negativo.
Así las cosas, los economistas privados proyectan una re cesión para este año, pero el Gobierno mantiene una previsión de crecimiento del 4 por ciento, que es la proyección del presupuesto.
Pero son varios los indicadores que objetan la visión optimista del kirchnerismo. En lo que va del mes, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de la Universidad Di Tella disminuyó un 2,7 por ciento con respecto a septiembre.
Tras tres períodos consecutivos de crecimiento, esta es la segunda caída seguida de la cifra que, en términ os interanuales, se derrumbó un 9,9 por ciento. En consecuencia, el ICC se ubica aún en un 29,1 por ciento por debajo del registro de enero del año pasado, cuando se registró un cambio de tendencia.
Según explicaron desde Di Tella, el índice se comporta en forma despareja entre regiones: mientras aumenta entre un 3,7 y un 7 por ciento en la Capital Federal y el Interior, en el Gran Buenos Aire cae un 8,9 por ciento.
En tal sentid o, Guido Sandleris, Director del Centro de Investigación en Finanzas de la UTDT , señaló que “entre marzo y julio el indicador mostró signos de recuperación. Sin embargo, a partir de agosto se vuelve a revertir la tendencia. La de octubre es la tercera caída consecutiva del indicador¨.
Analistas de tendencias en consumo han advertido, en tanto, que la baja en los últimos meses puede deberse a una conjunción de factores: una expectativa insatisfecha de cambios en las políticas del gobierno luego de las elecciones legislativas de junio; un aumento en la crispación política y social; y algunos efectos rezagados en el sector real de la crisis financiera internacional.
Así, la clase media incorporó nuevas prioridades en su administración cotidiana como consecuencia de la inflación y recesión económica. Aquellos gastos “irreverentes” son ahora reemplazados por gastos más medidos.
En este contexto, las prácticas de ¨ocio¨ más comunes de la clase media y media alta son: viajar, comprar alimentos gourmet, practicar deportes o asistir a un gimnasio. Frente a ello, los electrodomésticos e insumos de electrónica, son gustos más exclusivos a los que sólo acceden las clases más altas o aquellos a quienes no les importe gastar más allá de sus posibilidades.
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