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miércoles, 8 de julio de 2009

KRETINA OLVIDÓ LAS URNAS



Un cambio de gabinete que ignoró el mensaje de las urnas
La presidenta Cristina Kirchner perdió una oportunidad de oro. Lejos de ofrecer a la sociedad una señal de apertura y diálogo luego de la derrota, eligió seguir a su marido y “nestorizó” el elenco ministerial con las figuras más resistidas. Sigue Guillermo Moreno y se eleva a jefe de Gabinete a Aníbal Fernández. La Política Online anticipó ayer todos los cambios.
Por Ignacio Fidanza

No hay que ser un experto forense para descubrir en el cambio de gabinete el ADN de Néstor Kirchner. La “renovación” del equipo ministerial combinó equilibradas dosis de venganzas personales, premio a los incondicionales y un profundo desprecio por el mensaje de las urnas, que rechazó de plano los aspectos más cerrados y confrontativos del kirchnerismo.

¿Qué otra lectura se puede hacer del reemplazo de uno de los pocos ministros que todavía hacían aunque sea el esfuerzo por simular cierta actitud de apertura, como el jefe de Gabinete Sergio Massa; por un peleador incombustible como Aníbal Fernández? Cuesta encontrarle alguna lógica al ascenso de uno de los voceros oficiales más resistido por la sociedad, habitual provocador de las mañanas radiales, como no sea armarse para seguir en la batalla.
La Política Online fue el único medio que ayer anticipó las versiones de reemplazo de Aníbal Fernández por Sergio Massa; así como la continuidad de Guillermo Moreno y la asunción de Amado Boudou en Economía (ver nota adjunta).


La misma línea de venganza de pago chico parece signar el sorpresivo ascenso de Julio Alack al Ministerio de Justicia. Como se sabe, el hasta hoy gerente General de Aerolíneas Argentinas, es un enemigo íntimo de su sucesor en la intendencia de La Plata, Pablo Bruera.

Néstor Kirchner estuvo durante toda la campaña enojado con Bruera porque lo borró de su actividad proselitista, y más se enfureció el día de la elección cuando comprobó que este alcalde le sacaba a nivel local, varios puntos de ventaja a la lista de diputados nacionales. Así de chiquitas parecen ser las motivaciones que explican un cambio de gabinete que en rigor, asoma carente de sentido ¿Para que cambiar si se ofrece menos de lo mismo?

Es que la modificación del elenco gubernamental, si tenía alguna razón de ser, era ofrecer a la sociedad una meditada respuesta a la derrota sufrida hace apenas nueve días. Es decir, si en la Casa Rosada o la Quinta de Olivos interpretaron que la sociedad está demandando una “nestorizacion” del gabinete, tal vez deberían repensar la lectura del comicio.

Con el agravante que la Presidenta desdibuja cada vez más su rol, ya que la salida de Massa –uno de los pocos ministros que claramente estaban más cerca suyo que de su marido-, indica que si le quedaba alguna porción de poder interno, decidió resignarla.

Se puede decir que el nuevo titular de la Anses, Diego Bossio está más cerca suyo que del diputado electo, ya que es el marido de una íntima asesora de la Presidenta. Puede ser, pero parece poco frente a un gabinete que caricaturiza los peores rasgos del ex presidente.

Tampoco hay mucho para ofrecer en Economía. La llegada de Amado Boudou lo único que agrega es cierta capacidad para desenvolverse ante los medios, pero se desconocen sus conocimientos en macroeconomía. En todo caso la pregunta sería si es el hombre indicado para reestablecer la confianza del país en los mercados internacionales, y pilotear un escenario recesivo, o se trata apenas –como todo indica- de un nuevo peón de Néstor Kirchner.

De hecho, en la reunión que la Presidenta tuvo por la tarde con el saliente Carlos Fernández, al aceptarle la renuncia le explicó: “la política económica va a ser la misma, pero necesitamos otro perfil”. O sea, malas noticias para la UIA si estaba esperando una devaluación.

Boudou, casi un alma gemela de Massa, tiene frente al ahora ex jefe de Gabinete, una notoria desventaja: carece de espalda política. No es diputado, ni intendente, ni pertenece a una estructura política como el peronismo bonaerense que proyectó a Carlos Fernández. Es decir, agudiza aún más el perfil de “ministros-empleados” que tanto parece gustarle al diputado electo.

En fin, nada demasiado novedoso. El kirchnerismo perdió otra oportunidad para reconciliarse con la sociedad y decidió avanzar con entusiasmo en su largo viaje al fin de la noche.

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