SE CONFESÓ
CRISTINA QUIERE UN PADRÓN DE RICOS
A confesión de parte
La Presidente lanzó un plan para crear 100 mil empleos. Tras 6 años de gestón, admitió que más de 2,8 millones de niños y adolescentes están fuera del sistema. La Presidente presentó el "Plan de Ingreso Social con Trabajo" en el Salón de la Mujer de la Casa de Gobierno. (Foto: Patricio Cabral)
La Presidente presentó el "Plan de Ingreso Social con Trabajo" en el Salón de la Mujer de la Casa de Gobierno. (Foto: Patricio Cabral)
La Presidenta buscó ayer un pretexto para recuperar protagonismo, el terreno perdido tras las derrotas, la electoral y la del tarifazo. Dio la orden de congelar el sistema de medios durante casi una hora, y por cadena nacional prometió la creación de 100 mil puestos de trabajo con la organización de cooperativas. El anuncio quedó reducido casi a una anécdota: en su propio discurso, Cristina Fernández de Kirchner reconoció que, después de seis años de gestión K, hay al menos 2.868.713 jóvenes en la Argentina que están completamente fuera del sistema.
Revitalizada por el golpe que le asestó al Grupo Clarín con la ruptura del contrato con la AFA por el millonario negocio de la televisación del fútbol, la jefa de Estado reflotó ayer todos los tics discursivos que sembró el año pasado durante el conflicto con el campo: culpó a los medios por los males de su gobierno y a los ricos y a la oposición por los males del país.
El plan que motivó el espectáculo televisivo está orientado a “barrios, villas, comunidades, aglomerados urbanos de alta vulnerabilidad social” y comenzará a implementarse en el conurbano bonaerense. El Estado aportará 1.500 millones de pesos para el programa. Según explicó la Presidenta, se crearán cooperativas de desocupados que realizarán “desde trabajo comunitario, pasando por la construcción de pavimento, de cordón cuneta, de desagüe, de agua potable, de viviendas, de reparación de escuelas, de centros comunitarios, de colegios, de viviendas”.
Con el anuncio, el oficialismo reveló un cambio en sus estrategias de alianzas. Distanciados de los intendentes del conurbano, Kirchner y su mujer apuestan a reconstruir su poder asociándose con los movimientos de desocupados y las organizaciones de piqueteros, las mismas que supieron cautivar a fuerza del reparto discrecional de planes asistenciales.
Cristina Fernández admitió la escena: “Los núcleos duros de pobreza requieren un tratamiento integral y especial, pero no bajo la forma de te doy plata y no rendís cuentas, sino bajo la forma de organización social”. Los datos de la estadística cristinista indican que desde el 2003, el Estado asignó 61.531 millones de pesos a “asistencia social directa”. Según la Presidenta, el nuevo programa sí contará con control de resultados: contará con la auditoría de la Universidad Tecnológica Nacional. Según explicó, cada uno de los trabajadores que se incorpore al plan será monotributista y recibirá una tarjeta. “Nadie le entregará el dinero, sino que él personalmente irá a cobrarlo a una entidad crediticia, de modo tal de evitar rehenes de cualquier naturaleza”, afirmó la Presidenta. El auditorio reaccionó con un aplauso cerrado en el Salón de la Mujer de la Casa Rosada pese a que la descripción encerraba una incómoda confesión: los 1.500 millones de pesos del plan representan apenas el 15 por ciento de los 10 mil millones de pesos que distribuirá este año el Ministerio de Desarrollo Social, sin tarjetas de ningún tipo.
La Presidenta le dedicó varios minutos a responderle a la oposición que reclama la implementación de la asignación universal por hijo. “Para pagar hay que tener fondos", afirmó y detalló: “En el caso de que se decidieran $ 135, se necesitarían 6.900 millones de pesos anuales más por año”. En el mismo párrafo recordó que “hace exactamente 11 días, esta Presidenta, todos los argentinos, yo dando la orden, tuvimos que pagar $ 2.250 millones de dólares, porque tuvimos que pagar el Boden 12”. Un combo difícil de digerir para el auditorio autodefinido progresista: el pago de la deuda externa antepuesto a “El hambre más urgente”.
La Presidenta llevó el debate sobre la pobreza hacia un terreno resbaladizo: “Siempre se anda buscando hacer padrones de los pobres, alguna vez alguien deberá hacer un padrón de los ricos en la República Argentina para ver cuál es la brecha real entre los que más tienen y los que menos tienen. Alguien me dirá que el padrón está en la AFIP”. Precisamente al día siguiente de que la Justicia confirmara que avanzará en la investigación de los bienes del matrimonio presidencial, que creció un 158 por ciento en 2008 y que supera los 46 millones de pesos, Cristina Fernández explicó: “El problema no es la pobreza, el problema es la inequidad social y la distribución del ingreso”.
El discurso de casi una hora finalizó con una compleja comparación histórica. Recordó el fusilamiento de Manuel Dorrego, a propósito de la obra teatral La tentación, de Mario Pacho O’Donnell que le había relatado el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, a quien definió como un “suertudo” por haberse retirado el día anterior a las 21 horas de la Casa Rosada. “Entre el pueblo y los poderes interiores y exteriores que lo tentaban, el optó por el pueblo. Y obviamente lo fusilaron. Bueno, tranquilos porque yo no creo... (la versión taquigráfica oficial registró ‘aplausos’). Esto es parte de la historia del siglo XIX y también del siglo XX, no la del siglo XXI. Tal vez ya no se repitan esos fusilamientos, o tal vez haya surgido otro tipo de fusilamientos, tal vez mediáticos, ¿no?”. Acaso se refería a los “generales multimediáticos” que acuñó un año atrás.
CRITICA
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