EN LA VILLA COMO EN EL CIELO
Diario Río Negro).- Los testimonios que se cosechan dicen que ya en la villa Elisa Carrió escucha más que lo que habla. Un estilo poco habitual en ella.
Se afirma, en cambio, que muy diferente es el método que despliega Francisco de Narváez, que se muestra locuaz y generoso a la hora de las promesas.
Del "pibe Alfonsín" -Ricardo, claro está- se señala que tiene mucha disposición a relacionarse desde lo gestual: palmear suavemente a su interlocutor, tomarlo del brazo y caminar junto a él, mirar el suelo mientras escucha, jamás permitirse ser la figura excluyente en el círculo que lo rodea.
A Margarita Stolbizer se le reconoce mucha calidez a la hora de expresar sus ideas y siempre abierta a emocionarse ante la cruda realidad que atraviesan millones de argentinos.
Un desembarco complejo
Éstas son algunas de las características que mostró la oposición política cuando, de cara a las elecciones, comenzó a desembarcar en el espacio social más crítico que tiene el país: el rosario de villas de la Capital Federal y el conurbano bonaerense. Más de 1.500.000 seres hacinados y condicionados por una uniforme degradación de sus existencias.
Planos sociales incrustados en un área a la que no es aventurado definir como viga maestra de la futura megaciudad que comienza a conformarse vía un arco que arrancando en Rosario concluye en La Plata. Un espacio que hoy tiene 15 millones de habitantes pero cuya proyección demográfica le acredita 25 millones en no más de 30 años.
Siempre blanco de estigmatizaciones por parte de la sociedad de su entorno, la villa se define por una trama urbana muy irregular, depositaria de encuentros de seres marcados a fuego por la precariedad estructural en que desenvuelven sus vidas.
De la magnitud de esta geografía de la pobreza habla una investigación de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Señala que de los 385 asentamientos de emergencia detectados por el censo del 2001 en el Gran Buenos Aires se pasó a más de 1.000 en el 2006, expansión que se ha acelerado sistemáticamente.
A eslabones de todo este espacio está ingresando de lleno la política.
A las 10 de la mañana del lunes la Villa 19, ubicada en Lugano, luce serena. La cumbia se tomó un descanso momentáneo.
-Pase, pase -dice María Casado y abre generosamente la puerta de su precaria vivienda. María tiene 38 años. También inmensos y vivaces ojos negros, y con su compañero arma con dificultad una familia que se prolonga en dos pibes de 8 y 6 años.
-En cuanto podamos nos volvemos a Tucumán... siéntese, señor, siéntese -acota mientras alcanza un banco rústico y ofrece un tazón inmenso de mate cocido.
-Mire, la que no nos abandonó jamás es la señora Carrió. Ella siempre se nos acercó, viene haya o no elecciones. Es simpática... no nos habla de política; nos escucha, nos pregunta sobre nuestras familias, nuestras cosas, y anota. Yo no tengo televisor pero a veces la veo en televisión y parece enojada, pero con nosotros es muy buena.
Un testimonio similar llega desde la bonaerense Villa Fiorito y desde la 11-14 de Barracas: la líder de la Coalición Cívica es la única expresión de la política con presencia habitual.
Y el peronista disidente Francisco de Narváez no pasa semana sin visitar como mínimo dos o tres villas. Busca mantener su banca en la Cámara de Diputados de la Nación y reforzar así una aspiración que acuna desde hace tiempo: ser gobernador de la provincia de Buenos Aires en el 2011.
La villa La Matera está en Francisco Solano, Quilmes. Tiene más de 20.000 habitantes. Surgió hace menos de 10 años y ocupa 100 hectáreas. Días pasados hasta allí llegó De Narváez acompañado sólo por dos colaboradores. En La Matera desplegó sus reflexiones con el estilo entusiasta con que trabaja su imagen. Aunque cuando se rastrilla minuciosamente su discurso, se percibe lo que el politólogo Edgardo Mocca ha definido como "colección de frases ingeniosas y vacías".
Pero en el mano a mano con los villeros De Narváez se siente cómodo. Incluso autocrítico. "Yo también tengo cosas de las cuales arrepentirme en materia política? apoyé mucho del desarme del Estado que se hizo en los ´90, nunca creí que tanta gente iba a quedar desprotegida de lo que es un deber básico del Estado: prestar en forma eficiente derechos básicos como salud, educación, seguridad", señaló en la villa La Cava, de San Isidro, un damero de 40.000 seres.
-Gane o pierda yo voy a volver aquí, voy a seguir viniendo porque quiero seguir en política, y la política se hace donde está la gente. Ése es su sentido? yo no los voy a dejar después de las urnas -suele sentenciar De Narváez mientras sus colaboradores reparten los números de teléfono del candidato.
Estrategias
A partir de Avellaneda, Ricardo Alfonsín, candidato a diputado nacional por la UCR-Coalición Cívica, también comenzó su periplo por las villas del sur del conurbano. Va de la mano de uno de los hombres más respetados en el radicalismo y conocedor a fondo de aquel espacio: Juan Manuel Casella.
En este peregrinar por los asentamientos se reparte lugares con su compañera de lista Margarita Stolbizer. Y en alguna medida, cuando marchan juntos, en materia discursiva la iniciativa la tiene siempre ella.
-Yo apuntalo -suele comentar Ricardo.
Stolbizer se relaciona con la gente desde la calidez que por naturaleza define su personalidad. Una característica que no le condiciona la firmeza con que fundamenta sus convicciones. El núcleo duro de su discurso en territorio villero no hace de la crítica al kirchnerismo un objetivo excluyente; es más, suele obviar el tema. Procura, sí, defender la política como instrumento creativo.
-Yo sé -dijo días pasados en una villa de Berazategui- que aquí hay razones para descreer de la política y en nosotros, los dirigentes. Pero es precisamente sólo a través de la política que podemos mejorar la política, por eso les pido que se interesen en lo que pasa, que se hagan sentir, que nos busquen a nosotros los políticos y nos reclamen soluciones. Les pido militancia a favor de la política, cada uno desde lo que crea mejor, radical, peronista o lo que sean, pero militar en el gran partido que es de todos: la política. No les pido el voto, les pido militar en la política.
Cuentan quienes siguen su campaña que más de una vez, tras visitar una villa, esta abogada madre de tres pibes y con pasión por la plástica suele soltar un sonoro:
-¡Mierda! ¡Cuánto sufrimiento hay ahí adentro!
Por su parte, cuando a Ricardo Alfonsín le toca marchar por las villas bonaerenses, lo hace persuadido de que en política es un acto de suprema inteligencia no caer en reduccionismos a la hora de buscar respaldo.
-Yo no vengo a decirles que si ganamos nosotros al día siguiente ustedes tendrán casa propia en seis meses. Vengo a decirles que ustedes estarán en la banca, que el Parlamento son ustedes... que a nosotros, desde las bancas, nos toca revisar toda la gestión parlamentaria que impide muchas veces que ustedes no estén bien representados, o simplemente que estén olvidados por las bancas. Vengo a decirles, como heredero de una vieja tradición política que siempre estuvo con la gente, que no soy indiferente al dolor que ustedes padecen, a la angustia que sobrellevan. Vengo a decirles que yo me puedo equivocar pero jamás los voy a engañar. Yo no les pido el voto, simplemente les pido que me crean: voy a trabajar por ustedes.
En fin, días de campaña electoral en ese lugar que Homero Manzi y Aníbal Troilo describieron como "Pompeya y más allá, la inundación".
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