EL ESTIGMA DEL ESCORPIÓN
Por Omar López Mato
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Como decía la canción de Serrat, “se acabó la fiesta… por una noche se olvidó que cada uno es cada cual”. No fue una noche, sino varias semanas que se paró el país. La única diferencia con la canción es que no recogieron la basura ni iluminaron la calle donde vivía el autor.
Los organizadores de la fiestita quisieron hacer de estas elecciones a diputados, (las más inmorales que nos haya tocado vivir) un plebiscito. Y más que una elección resultó ser un test de Rochard. Si, aunque no todos se percataron, se votó la aceptación o no de un modelo psicopatológico como opción de poder.
Las urnas, además, demostraron que nos tiene cansados a todos, aún a los santacruceños.
Pero hoy se caen las máscaras del baile de carnaval y la realidad se ve más cruda que al comenzar la fiesta. No solo hay emergencia social, hay emergencia sanitaria, agropecuaria, ganadera y económica.
El mejor ejemplo del desastre inducido es el de “La Serenísima”. Cada vez que se impone a la leche un precio político o pierde la industria o pierden los tambos. Fue así desde que el mundo es mundo.
Esta vez lograron el milagro, como en la perinola, ¡todos pierden! K lo hizo posible, pero además no contento con su logro refuerza su actuación poniéndose el traje de hada madrina y baja de los cielos con su varita mágica para proclamar que va a salvar a la empresa, obviando decir que la perdidosa situación de “La Serenísima” se debe a la falta de pago de los compromisos que el mismo K había firmado.
¡Esta es la profundización del modelo que Kristina nos había prometido! Fijar precios irreales, fundir a las empresas y después rescatarlas con los dineros que sacaron de las jubilaciones. Magia pura que la gilada nacional deglute emocionada, brindando con vino tetrabrick –no con leche, por supuesto- por la caída de los burgueses industriales, de los miserables oligarcas estancieros y la generosa política intervencionista de este gobierno nacional y popular.
Pero la fiesta se acabó y hay que pagar los platos rotos. Las cuentas no cierran, con esta política estatista han incorporado gente a raudales dentro de la administración pública. ¿Con qué pagarles? ¿Con cuasi monedas? ¿Con pesos devaluados? ¿Qué dineros generados a través de más impuestos? ¿A qué le van a echar mano para pagar la fiestita? ¿En qué bolsillos habrán de introducir sus garras confiscatorias? Ojo que aún tienen mayoría en el Senado y en Diputados por los próximos seis meses.
¿Entendió la pareja presidencial el mensaje del domingo? La gente rechaza su gestión desordenada, revanchista y retrógrada. ¿Cambiarán el modelo? No, no creo. Creo que tendremos más Moreno, creo que tendremos más obra pública inconclusa, más de lo mismo… disonancia cognitiva le dicen, así se llama la tensión psíquica creada cuando las convicciones resultan ser falsas. Muchos individuos (y este será el caso) emergen del conflicto más convencidos que lo que estaban al comenzar. (Lamento ser odiosamente auto referente, pero si buscan mi artículo de enero, “La culpa de los otros”, podrán leer más sobre el tema)
La Sra. Presidenta intentará retomar un protagonismo que hace tiempo perdió a manos de su esposo. Mientras éste se recupera del cóctel de ansiolíticos, ella intenta explicar la cuadratura del círculo. Es el mismo “¡Vamos ganando!” de las Malvinas.
Después de todo ganaron en Calafate (y claro, si al final la localidad debe pertenecer a la familia, con tanta tierra fiscal regalada a amigos y parientes).
El cónyuge alicaído se recluirá por un tiempo a rumiar su derrota. Poco ha de durar, pronto renacerá de sus cenizas.
Su primera reacción fue típica. ¡Me traicionaron! ¿Quién lo traicionó? Los candidatos testimoniales. ¿Cómo? La gente cortó boleta… ¿eso es traición? Después de una sacudida de Alplax reconoció la derrota y renunció a la presidencia del PJ, eligiendo a dedo a su faldero. ¡Qué democrático!
Evidentemente sus tendencias perversas son más fuertes que su inteligencia. Esperen a que asuma: será un torbellino en el recinto de diputados. ¿Lo podrán aguantar sus colegas? No es fácil soportar a un psicópata. Estos no cambian y continúan comportándose como el escorpión que cruza el río sobre el lomo de la ranita generosa. No puede con su genio y la pica en el medio del trayecto a pesar de sus promesas y aunque en eso se le vaya la vida.
Así nos irá. Vale la pena prepararnos para lo que viene. Más de lo mismo... y aun peor.
omarlopezmato@gmail.com
Gentileza de www.olmoediciones.com en exclusiva para NOTIAR
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