CRISIS DE FISCALES
Elecciones 2009
El PJ disidente complicado en la fiscalización bonaerense
Se complica el plan de juntar 40 mil fiscales. Dirigentes locales se niegan a prestar fiscalización, “ninguneados” por De Narváez. Muchos se enteraron que no eran candidatos el día de la presentación de listas. Los casos de Mércuri y Villaverde en la clave tercera sección y los secretos del complicado cierre de listas que desató la furia general.
Por Nicolás Fiorentino
Mientras la Coalición Cívica y la UCR tienen puesto su esfuerzo en la presentación judicial para impugnar las candidaturas de Néstor Kirchner y Daniel Scioli, el PJ disidente ya se bajó de esa pelea y se enfoca en otro tema crucial, como es conseguir los 40 mil fiscales para frenar el habitual manejo de urnas y actividades fraudulentas que suele ofrecer el conurbano. Pero por ahora, la cuestión viene más que difícil.
El juego doble del armador de De Francisco Narváez, Alfredo Atanasof, pegó directo sobre este asunto. Como ya adelantara este medio, el ex jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde empezó con promesas a dirigentes locales en octubre y terminó dejándolos de lado, enarbolando un acuerdo tácito con varios intendentes “testimoniales” –ver “El acuerdo de De Narváez y Solá con los intendentes”-.
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Esta situación generó la furia de muchos, que se trasladó directamente a la hora de prestar fiscales para controlar los comicios del 28 de junio. El comentario generalizado, en muchas secciones, es “que ahora fiscalice montoto”. “El que arma con el peronismo, sabe que hay códigos. Cuando comprometés un armado con un dirigente local, podés cagar a uno, pero no a tantos. Porque históricamente, el peronismo fue un buen armador pero también un buen desarmador”, fue el análisis crudo de un operador del PJ bonaerense que habló con La Política Online
Pero la lectura es aún más amplia. Son muchas las voces que insisten con una aparente idea de De Narváez de creer que sólo con dinero y su figura gana las elecciones, citando un claro desconocimiento del peronismo bonaerense.
“La intención de voto tiene que llegar a la urna, para eso tiene que haber boletas. Después tienen que llegar las urnas a La Plata, y tienen que coincidir los votos con lo que diga la declaración que lleva adentro. Y todos sabemos, que no hay nadie que afane tantas urnas como el peronismo”, siguió la fuente locuaz.
Crisis en el sur
Entre los hombres que comprometieron su trabajo a la campaña de De Narváez y Felipe Solá y luego vetó el empresario hay dos pesos pesados, como Osvaldo Mércuri y Jorge Villaverde. El primero, un histórico dirigente de Lomas de Zamora, quien iba a ser el responsable de la fiscalización en ese caliente distrito; el segundo, ex intendente de Almirante Brown, quien también prestaría su gente para fiscalizar las elecciones.
Ambos militan en la tercera sección electoral, definitoria como ninguna otra. Y ambos, también, ya avisaron que, tras ser “ninguneados” por De Narváez y vetados –insólitamente- por “duhaldistas”, no prestarán sus fiscales. Entienden, que con la maniobra se rompieron códigos. De hecho, no es casual que hoy el empresario lleve nada menos que a Mauricio Macri a hacer campaña a Lomas.
El caso de Mércuri es emblemático. Iba a ser segundo candidato a diputado provincial por Lomas, y el mismo día del cierre de listas se enteró que se quedaba afuera. Sin chances de negociar una integración a otra fuerza y con el premio consuelo de llevar a su mujer en el sexto lugar. Por esto, es que no fiscalizará ni hará campaña provincial y apenas limitará su participación en el distrito a impulsar la boleta que encabeza su hijo, que por caso es una colectora. Ni siquiera le dieron la oficial.
Ante esta situación preocupante, ahora especulan con concentrarse en el distrito más importante de la tercera sección electoral, La Matanza. Allí, el responsable es el gremialista de Armando Cavalieri, Héctor Ledesma, quien no goza de mucha simpatía en el entorno de De Narváez.
La situación se remonta al 2007, cuando luego de coquetear con Kirchner –Ledesma fue el primero en llevar, en 2002, al pingüino al conurbano, paseándolo por clubes con apenas 200 personas- Macri se lo acercó a De Narváez. Allí hubo un acuerdo para que fiscalice La Matanza a cambio de un “favor financiero”, que lo ayudaría a cubrir un grueso rojo en su gremio. El trabajo final no fue al parecer el más eficiente y el empresario mantiene eso en su memoria.
Extrañamente, De Narváez decidió darle una nueva oportunidad y lo bendijo con el octavo lugar en su lista. La respuesta a eso, no es otra que la necesidad de fiscales.
Crisis de fiscales
Como un espejo, los problemas para conseguir fiscales continúan en la segunda sección en importancia, la primera. Allí, los que ya avisaron que “no van a mover un dedo”, es Marina Casesse y María Inés Fernández, dos nombres que sonaban para ocupar los cupos femeninos y se quedaron sin nada.
El de Casesse es un caso extraño, ya que provenía del grupo que estuvo trabajando para el Colorado desde el principio de la campaña. Fernández es una dirigente de Luján muy interesante, ex diputada provincial y un cuadro político interesante. En respuesta, De Narváez llevó a Natalia Gambaro, una empleada suya que, entre otras cosas, le armó el ya famoso mapa de la inseguridad. De experiencia política, cero.
En esta sección también está el dirigente peronista y presidente del Movimiento Productivo Argentino de Duhalde, Carlos Brown. Aunque el propio Felipe Solá le había prometido que iba a encabezar la lista a senador provincial, le cayó el veto denarvaísta y se quedó sin nada. Por consiguiente, tampoco pondrá fiscales.
Por último, otro ninguneo se vivió en la segunda sección. Según pudo saber La Política Online, desde el bunker de De Narváez habían dado la orden a Eduardo Britos –sobrino del ex diputado Oraldo Britos- de que avanzara con el armado de una lista colectora. Los nombres, tal vez la transformaban en una boleta más pesada que la oficial, que encabeza el ex ministro de Salud de Solá, Ismael Passaglia. Al final, se quedaron sin nada.
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