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domingo, 4 de octubre de 2009

LA LALY

Crítica de la Argentina -
Doctora Laly

por Silvina Walger

A Elsa Rosa (o Rosa Elsa, nunca está muy claro) Parrilli, más conocida como Laly, la conocí en La Haya (Holanda) como refugiada política montonera. Allí vivía con su marido, Eduardo Montenegro, también abogado, y sus hijos.

Sus modales fueron siempre los mismos, prepotentes y autoritarios. Lo más molesto era su compulsión para mover la lengua. Laly no paraba de hablar, si uno quería ir al baño, Laly seguía detrás de la puerta. Una auténtica pesadilla. Sus temas predilectos: basurear al marido y quejarse por la falta de plata. A ella le hubiera gustado vivir mejor pero, ya se sabe, el exilio no suele ser particularmente rentable (salvo que, como muchos, te dedicaras al hurto). Otro de sus motivos de conversación era la fiscalización ideológica del prójimo: "burgueses", "oligarcas", en fin, el vocabulario preferido de la presidenta argentina.

Una vez agotados estos temas, Laly entraba en el delirio y emergía su patológica mitomanía. La misma que ha hecho que muchos de sus conocidos de entonces no se sorprendieran del episodio de las multas. Aunque sí los sorprendió el hecho de que alguien sin ningún antecedente hubiera podido llegar a juez.

Toda la personalidad de la guerrillera Laly se sustentaba en el imaginario de un pasado autoritario, ya inexistente. Y la necesidad de mentir, justificar excesos y reinventar a su enemigo para tener sentido. Pero en Holanda al menos le servía para inventar que un hijo suyo había nacido en la ESMA. Cuando llegaron a Holanda, los Montenegro fueron enviados a un refugio en el norte del país. Según explicaron a los compasivos holandeses, ellos habían sido jefes de la Columna Norte y no se avenían a convivir con compañeros que estuvieran por debajo de "sus galones".

Finalmente, les consiguieron un bungalow dentro del mismo refugio. Todos los que por allí pasaron recuerdan a esa excéntrica pareja que dormía de día y vivía de noche. El único modo que habían encontrado para acumular comida era vaciando las heladeras que tenían que compartir entre todos y también para no verse obligados a trabar relación con "compañeros" que no consideraban a su altura. Pasado el tiempo de la clandestinidad, los Montenegro -finalmente una disfuncional familia de barrio- aterrizaron en una casa normal, Laly, oriunda de Adrogué, se trajo a sus papis, que se mostraron encantados pero congelados. Se volvieron rápido. Para entonces circulaban cuentos sobre cómo la relación del matrimonio se iba deteriorando.

Tipo tortazo va, tortazo viene y un día Montenegro (al que ella describía tan "perverso" como se autocalifica su homónimo local), el hombre, se hizo humo y la dejó con todo. Nunca más supe de ella hasta que me la encontré por Buenos Aires en las nostálgicas épocas del menemato. Allí me enteré de que gracias a Carlos Corach iba a tener la posibilidad de acceder a un juzgado. No me sorprendió, la inescrupulosidad montonera no es algo nuevo. La última vez que la encontré fue en letras de molde: "Una jueza contravencional fue denunciada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por haber amenazado, maltratado y discriminado a dos empleadas de tránsito cuando fue a buscar su auto, que había sido llevado por una grúa porque estaba mal estacionado".

El sistema de video interno la registró en todas las posiciones; cuando finalmente la tomaron de cerca, la imagen era la de alguien que había volcado fiero. Para los que no recuerden, aquí va un repaso de las lindezas con las que hostigó a las guardias de tránsito: "Tontitas, no se dan cuenta quién manda acá. Mando yo y no tengo que pagar, como no pago nunca". "Ganan 1.200 pesos para joder a la gente". "¡Todas morochas, ni una rubia contratan!" Esta expresión motivó una denuncia por discriminación del Gobierno de la Ciudad y del INADI. "Te hubiera metido un cachetazo por hacerme perder el tiempo". "Estás ante una jueza, espero que no caigas nunca en mi jurisdicción porque te meto presa ocho meses". Entre insulto e insulto la "doctora" (doctora implica haber hecho una tesis, que muy pocos se molestan en presentar.

Pero si en México a la autoridad se la designa como "el licenciado", en la Argentina es "el doctor" y en Italia "l'onorevole") alegó que se encontraba haciendo un procedimiento cuando le secuestraron el vehículo. El prontuario de Laly es casi como el del Gordo Valor pero sin cadáveres. Desde 2007, en el banco de datos de multas del gobierno porteño, Parrilli tiene al menos 29 faltas de tránsito, muchas de las cuales revisten carácter de gravísimas como cruzar luz en rojo. Según publicó Infobae, por su comportamiento en 2007 sus pares le aplicaron una condena en suspenso, con un monto de $ 750, debido a una falta grave cometida con su vehículo. En el listado de faltas, la jueza Parrilli figura -en los últimos años- con al menos 21 faltas vinculadas a mal estacionamiento. Algunas de ellas más graves debido a que dejó su auto bloqueando rampas, vehículos escolares, o no cumplió con el estacionamiento medido. Al menos en tres oportunidades, la magistrada violó el semáforo en rojo y fue detectada, mientras que dos veces fue multada por hablar por celular mientras manejaba y una por girar en dirección prohibida.

Al menos una vez, condujo con exceso de velocidad, mientras que lo otro lo hizo sin tener colocado el cinturón de seguridad. La jueza ya había sido perdonada en varias oportunidades por una controladora de faltas, quien fue sumariada y suspendida nueve días por el Gobierno de la Ciudad. El caso de la doctora está en manos de su abogado, Julio Virgolini, conocido por su defensa de Alfredo Yabrán y de Julio César Grassi, que ya se dispone a pedir una pericia psiquiátrica. Mientras, ella se ha tomado una licencia y estaría en Holanda con sus hijos. Antes de partir envió una carta con un pedido de disculpas públicas por su actuación, brote que atribuyó a problemas personales y de salud. Mientras Laly retoza por Holanda (o España, donde tiene buenos amigos en la embajada argentina que podrían utilizar sus influencias para ayudarla), el Consejo de la Magistratura porteño decide qué sanciones imponerle. En forma paralela el ministro Montenegro denunció a Parrilli por amenazas y discriminación contra las dos empleadas de tránsito en las que la jueza descargó su locura. Periférica de la lucha armada, la doctora Laly se siente "progresista y de izquierda".

Pertenece a una generación -en la que existen nobles excepciones- que creyó en la violencia y que hasta ahora ha sido incapaz de reflexionar sobre el retraso que esta violencia ha causado en los proyectos políticos de los países de América Latina.

1 comentario:

joaquin alvarez dijo...

No mientas Silvina Walger y no mientas ya sea por ignorancia o por mala fe, para quienes la conocemos a Laly siempre estuvo claro que es Rosa Elsa, en tu articulo usas un lenguaje ambiguo y poco preciso como cuando hablas de los padres de Laly, que queres decir con “se volvieron rápido”? , a la semana de llegar, a los dos meses, al año? yo te aseguro que estuvieron en Holanda desde el año 1998 hasta el año 1983 y lo sé porque yo personalmente le ayude a organizar y empacar su viaje de vuelta, ademas puesto este lapso de tiempo en contexto, creo que para dos personas de mas de 75 años es mucho tiempo y para cerrar con lo familiar el ex marido no se llama Eduardo, su nombre es Marcelo creo que conoces poco y nada a esa familia.
Lo que vos contás como verdades absolutas son solo hechos referidos a vos de segunda o tercera mano y salvo alguno que otro hecho anecdótico (“si uno quería ir al baño, Laly seguía detrás de la puerta” o “lo más molesto era su compulsión para mover la lengua”) todo lo demás son mentiras que vos escuchaste y transformaste de tu propia cosecha.
Otra mentira, ésta por ignorancia, no fueron a un refugio en el norte del país sino en la región central holandesa en Nunspeet, allí todas las familias con niños tenían derecho a un “bungaló”, tuvieran “galones” o no, los solteros(as) o parejas sin hijos vivían en una habitación en un lugar común en el edificio central, “todos los que por allí pasaron recuerdan a esa excéntrica pareja”, hablaste con todos para informarte y corroborar lo que decís? o solo son cosas que escuchaste de alguien que frecuentaba en aquella época el Centro de Estudios Sociales de La Haya?, que no eran muchos del grupo de refugiados políticos argentinos, Laly y dos más, de los cuales uno no vivio en Nunspeet.
Mentiras por mala fe, vos alguna vez presenciaste los tortazos que van y vienen o los agregas solo para darle más sabor a tus mentiras?, “el hombre se hizo humo y la dejo con todo”, que es todo? Se un poco más concreta en lo que querés decir.
Asegurar, aquí si no usas lenguaje ambiguo, que muchos refugiados se dedicaban al hurto es grave si no tenés pruebas de ello y ya caes en la difamación.
En mi opinión querés dejar la impresión de que llegando a Holanda contabas un cuento y obtenías lo que querías, nada más falso que eso, yo solicite y obtuve el estatus de refugiado político en Holanda y te aseguro que no fue un trámite fácil, pues llegas a ese punto final luego de que la Comisión para Refugiados del Ministerio de Justicia Holandés y la Policía de Extranjeros hace una profunda investigación.
De nuevo impreciso, estaría en Holanda, escribís en tu articulo, está o no está, o retoza en Holanda o España, se ve que no estás bien informada.
Entonces Silvina Walger, antes de poner en papel lo que querías decir tendrías que haber hecho lo que hace cualquier buen periodista, informarse, buscar fuentes fidedignas, asegurarte que lo que estas por escribir sea cierto, sino el resultado es el que lograste, puras mentiras
Quino Alvarez
Pasaporte 8.097.500

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