GOD SAVE THE QUEEN
Un populismo demagógico e ineficiente: eso es el kirchnerismo, y acaba de ratificarlo.
A Cristina Kirchner y a Aníbal Fernández debería preocuparles que la opinión pública perciba el engaño de estas autoridades.
Aníbal Fernández anunció pomposamente que cualquier buque que se dirigiera desde el continente hacia las islas Malvinas y su zona de influencia debería pedir permiso a las autoridades argentinas.
Fernández anticipó que el decreto 256 tiene que ver con el inicio de las actividades petroleras por parte de empresas británicas en la zona circundante a las islas Malvinas.
Y encima agregó la creación de "una comisión permanente para la evaluación de estas decisiones" que estaría conformada por la jefatura de Gabinete, la Cancillería, el Ministerio de Planificación, el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos y la Secretaría de Turismo.
¿Cuál era el objetivo supuesto del Poder Ejecutivo Nacional?
Según ellos controlar el tráfico entre la Argentina y las islas Malvinas.
Sin embargo, esa tarea ya se cumple, desde lo formal, no solamente en referencia a las Malvinas sino al resto del mundo.
Cuando un buque mercante llega a un puerto argentino -expresado con más propiedad: antes de soltar amarras-, su capitán le informa a la autoridad marítima (Prefectura Naval), la procedencia, la carga, los datos generales del buque y también le indica si va a cargar o a descargar y cuál será su próximo puerto.
A su vez, ejerciendo la Prefectura Naval, en representación del Estado argentino, la autoridad propia de "Estado rector de puertos", tiene derecho a inspeccionar el buque, e incluso a impedir la salida si la embarcación presentara alguna falencia técnica que hiciera peligrosa la navegación.
Sigamos adelante con el procedimiento: un buque que carga en un puerto argentino, declara cual será el puerto de destino de la carga.
Obviamente no sólo ante Prefectura sino también ante la autoridad aduanera argentina -otra vez la propiedad en la explicación: ese procedimiento lo cumple la agencia marítima que atiende al buque y no el capitán del mismo-.
Sin embargo, el Estado argentino no tiene posibilidad alguna de controlar nada con posterioridad, si es que ocurre un cambio de destino del buque y la carga ya que el buque puede salir "despachado" para un lugar y luego, por cuestiones comerciales, cambiar de destino.
El caso emblemático de esta situación ocurrió casualmente, durante la Guerra de Malvinas.
En aquella oportunidad, la empresa petrolera anglo-holandesa Shell proveyó de combustible argentino a los buques de la flota británica -una enorme fracaso de la inteligencia militar argentina-, ya que esos buques salían con su carga hacia puertos de Brasil, pero en verdad transferían su carga a otros buques de otras banderas que finalmente abastecían a la flota enemiga.
Y aún en pleno conflicto, el Estado argentino no pudo impedirlo.
Por lo tanto, todo lo anunciado durante las últimas horas pareciera más bien un Operativo Distracción destinado a la opinión pública antes que una medida concreta de represalia o alguna acción semejante.
El otro aspecto al que se refirió la presidente Cristina de Kirchner es menos controlable aún: el tránsito de buques por las aguas jurisdiccionales argentinas con destino a las islas Malvinas.
La Argentina ejerce soberanía plena sobre su litoral marítimo en una franja que corre paralela a sus costas continentales y hasta una distancia máxima de 12 millas marinas (unos 20 Kms.).
Luego de esa distancia, y hasta las 200 millas marinas, se extiende un espacio denominado Zona Económica Exclusiva.
Eso quiere decir que se trata de una extensión marítima que la Argentina se reserva para la explotación de los recursos naturales existentes en la superficie, en el lecho o el subsuelo marino.
Pero no es verdad que el Estado argentino pueda impedir el tránsito de buques comerciales por las 200 millas marinas porque para eso habría que modificar las convenciones internacionales vigentes para el tráfico marítimo.
Por eso es que Aníbal Fernández, jefe del Gabinete de Ministros de la Nación, cuando realizó el anuncio pertinente, habló que "la autoridad marítima" sería la encargada de controlar el tránsito marítimo, dejando implícitamente afuera a la Armada Argentina.
Es decir que Fernández le restó así cualquier connotación bélica al anuncio.
Fernández intentó convertirlo en un tema policial (de los que corresponden a la Prefectura Naval).
Es más: en la comisión de crisis que anunció el ministro, no fue incorporado el Ministerio de Defensa y sí el de Planificación.
O sea que Nilda Garré se encuentra afuera y Julio De Vido está adentro.
Esto puede entenderse porque del Ministerio de Planificación depende la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables.
También la Dirección Nacional de Transporte Marítimo (a cargo, casualmente, del controvertido capitán de ultramar Sergio Dorrego, cuestionado por un título supuestamente 'trucho' otorgado por la Armada para cumplir con cierto requisito necesario para competir por un cargo que no ganó).
Entonces, el Ejecutivo argentino anunció un decreto que técnicamente es inservible e ineficiente.
Todo esto sin mencionar un capítulo gravísimo: la Argentina no tiene control de su territorio marítimo.
Lo perdió el día cuando hundieron -y con aviso previo- el crucero General Belgrano, durante la Guerra de Malvinas, y nunca más se lo recuperó.
Hay una gran limitación que parece insalvable en 2010: las carencias presupuestarias de la Armada Argentina y también de la Prefectura Naval Argentina.
No solamente en cuanto a combustible, repuestos y equipamiento sino, básicamente, en cuanto a las embarcaciones, helicópteros y aviones necesarios para el control del extenso Mar Argentino.
O sea que la Armada Argentina directamente no puede operar y la Prefectura carece de los medios suficientes para realizar un patrullaje eficiente.
Durante las últimas horas, al comprender algunas autoridades, la gravedad de la situación de indefensión e impotencia del Estado argentino, comenzó a correr el rumor de que la posibilidad de transferir 3 corbetas de la Armada a Prefectura para que los utilice como patrulleros de altura.
Pero tampoco es tan sencillo, y supone mantener la actitud recurrente en los fracasos argentinos: la improvisación.
http://saleconfritas.blogdiario.com/1266495363/
“Si a las tres de la mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por la ventana de la fortaleza”. Gral Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano 1810.
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