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jueves, 18 de febrero de 2010

NUEVOS Y ANTIGUOS ERRORES



Por Carlos Berro Madero
www.notiar.com.ar


“Sin prejuzgar de otras propiedades, la inteligencia sirve para economizar una experiencia desagradable, permitiéndonos, cada vez que sea posible, analizar los componentes de una situación para prever, o por lo menos conjeturar, las consecuencias de una acción. En suma, es una facultad de anticipación y de simulación de la acción, gracias a la cual podemos guiarnos sin tener que poner necesariamente en práctica, para ver que dan de sí ensayos demasiado peligrosos”
- Francois Revel



Los políticos con experiencia en esta materia deberían haber comprendido que la ideología como instrumento de poder absoluto, termina siendo solo un pretexto para sustraerse a la moral con una “buena conciencia”.
En el mundo de la política se suele aparentar muchas veces la búsqueda de la verdad cuando lo que se quiere en realidad es imponer un punto de vista; y aunque se jure defender el derecho de cada uno a hacer conocer su opinión, se fuerza una argumentación unilateral por medio de la imposición.

Muchos gobiernos contemporáneos ignoran el poder de la verdad, olvidando que “no hay nada que no desaparezca ante esa fuerza eterna” (Chateaubriand).

Por lo tanto, un buen juicio público, fruto de la experiencia de una libertad plena y la costumbre de confrontar distintas opiniones con inteligencia, se encargan de desacreditar en forma automática a los facciosos.

Nuestro actual gobierno, cultiva el frenesí del sometimiento a la jurisdicción de su autoridad. Por tal motivo, los medios audiovisuales y escritos constituyen para ellos un obstáculo para una política que persigue como objetivo supremo la supervivencia de un régimen absolutista.

El mayor de los males que nos aquejan en el mundo de los Kirchner, consiste en que está totalmente confundido el derecho de decir lo que se quiera, con tener simultáneamente la razón y la verdad como si fueran una sola cosa.

“La libertad de información es indispensable para la civilización democrática y es un elemento constitutivo de la misma” sigue diciendo Revel, “sin que ello signifique plantear el principio de que la democracia no tiene más opción que entre la santidad y la muerte”.

El error es admisible solo en los casos en que alguien haya hecho cuanto ha podido para descubrir la verdad reuniendo todos los elementos posibles, “no habiendo omitido nada de lo que sabía, ni inventado nada de lo que NO sabía”.

En eso consiste casualmente el desarrollo de un pensamiento inteligente.

Con los Kirchner, los roles de la validez de información han sido tergiversados, y las discusiones y acusaciones que prodigan a quienes piensan de otra manera, evidencian su interés por GOBERNAR EL CRITERIO ÚNICO CON QUE SE MANIFIESTAN TODAS SUS COMUNICACIONES.

No puede olvidarse que el totalitarismo como forma de gobierno no puede vivir sino a través de la mentira. Es a través de ella que ataca de lleno el sentido de la democracia, olvidando que ésta sobrevive solo sobre el establecimiento de la verdad.

Una sociedad que no se instala además sobre un sistema que alimente un mínimo de informaciones EXACTAS Y CONOCIDAS POR TODOS, está destinada al más ruidoso de los fracasos.

Durante estos años, el error más grave del kircherismo ha sido tratar de subvertir el valor de la información mediante el ocultamiento de cifras y estadísticas montadas para hacernos imposible el conocimiento de la verdad “verdadera”. Poco a poco, ha comenzado a quedar al descubierto el tinglado de sus inexactitudes que terminaron saliendo a la luz por su propio peso específico.

El aumento de precio y la escasez de la carne no son producto de la lluvia, sino de las regulaciones absurdas del mercado ganadero que generó la matanza de vientres disminuyendo los rodeos; los subsidios indiscriminados han alimentado la ineficiencia de los servicios públicos; la inexistencia de crédito bien orientado provocó la caída de la actividad productiva; la ignorancia en desarrollar una política industrial y agrícola-ganadera adecuada, ha hecho florecer la aparición de empresas ineficientes; la formidable corrupción de los “amigos del poder”, ha desalentado a los emprendedores sanos alejándolos del principio de la verdadera competencia por calidad y cantidad; finalmente, la política financiera sosteniendo impuestos distorsivos sobre la actividad productiva, ha hecho proliferar la falta de incentivos.

El uso de un lenguaje atravesado, para instalar en forma brutal el concepto de la política “amigo-enemigo” (Carl Schmidt), ha desalentado a todos quienes se sintieron lejos del poder del gobierno, sin armas que les permitieran atajarse de los abusos y extorsiones de sus funcionarios.

Por más que Cristina imposte un discurso “evitista” y Néstor quiera seguir usando el látigo de su monedero, no hay posibilidad alguna de que podamos salir del atolladero en que nos han metido por su impericia y su tozudez.

Resulta asombroso oír sus delirantes apelaciones a ciertos “slogan” que pertenecen al repertorio que llevó al mismo callejón sin salida a muchos regímenes populistas del siglo XX que invocaron parecidas razones, para terminar ahogando el progreso de sociedades a las que supuestamente decían “favorecer”.

Por todo eso, los Kirchner han fracasado: la verdad se ha interpuesto entre sus deseos hegemónicos, sus delirios, su ignorancia de la realidad y la evidencia de la naturaleza de las cosas.

Pero, sobre todo, por su falta total de inteligencia al poner en práctica los mismos “ensayos” que nos llevaron al fracaso en el pasado.

Su mayor acechanza está constituida hoy por una inflación que comienza a desbocarse, similar a la ingesta de alcohol de un adicto que no se había recuperado.

Estamos viviendo una vez más un escenario de “nuevos y antiguos errores”.

carlosberro@arnet.com.ar

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