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sábado, 23 de julio de 2011

DIVIDIR.....


DIVIDIR EN LUGAR DE MULTIPLICAR

Por Susana Merlo (*)

Mientras la tradicional muestra de la Rural en Palermo abría sus puertas la semana pasada, el pleno del Gobierno encabezado por la Presidente Cristina Fernández, inauguraba una megamuestra tecnológica a pocos kilómetros del predio de Plaza Italia, al que, gratuitamente, también convocaron a participar a varias empresas del sector agroindustrial (que indudablemente es uno de los pilares de la economía argentina) y que por razones obvias también estaban participando de la Rural.

La coincidencia de fechas, llamativa, fue muy comentada en el sector y, especialmente, el contraste entre la no asistencia de funcionarios a la Rural, y la abultada comitiva, con gobernadores incluidos, que sí hubo en Tecnópolis.

Igual, mientras durante mucho tiempo se “auxilió” a polleros y chancheros con subsidios directos e indirectos, se castigó absurdamente a la producción de carne vacuna al punto de perderse, en algo más de 4 años, cerca del 23% del rodeo nacional, que disminuyó en unos 12 millones de cabezas.

Que decir de los marquetineros programas oficiales “para todos” que, sólo en alimentos alcanzaron a pescados, cerdos, lácteos… (Milanesa XXI, Lácteos para Todos, Pescado para Todos, etc.), mientras se castigaba directa e indirectamente a los productores de trigo, maíz, leche…, “pisándoles” los precios, cerrando las exportaciones, restringiéndoles el comercio, recortando artificialmente los precios vía retenciones, imponiendo limitaciones discrecionales al comercio, generando oligopolios de hecho, etcétera.

¿Cuál es el sentido de un discurso que dice apuntar a la defensa de “la mesa de los argentinos” mientras, en los hechos, destroza la producción o la frena en forma significativa en sus verdaderas posibilidades?

Es obvio que los distintos sectores cada vez se desconciertan más frente a afirmaciones internacionales sobre las posibilidades de la Argentina como productor de alimentos, mientras en el país, entre otras cosas, se sufren cortes cada vez más asiduos de energía, no hay abastecimiento suficiente de combustible justo cuando comienza la nueva campaña agrícola, o no se da ninguna señal de corrección como para sacar al trigo del estancamiento productivo de los últimos años, situación solo alterada por el clima o por los muy buenos precios internacionales.

Y si los locales no lo entienden, ¡qué decir de los eventuales inversores extranjeros!
Simultáneamente, la política interna que es cada vez más imbricada, contradictoria, arbitraria e ineficiente, lo cual no es necesario explicar a la luz de los resultados obtenidos (por caso, el supuesto control de la inflación), tuvo - y tiene - como uno de sus tantos efectos no deseados, el de haber provocado nuevamente la ruptura entre distintos eslabones de las cadenas productivas y el enfrentamiento inconducentes entre sectores de la sociedad.

En el caso del sector agropecuario, por mencionar solo algunos, se podría hablar de los exportadores versus el mercado interno, los trigueros contra los molineros y los productores de maíz versus los polleros y chancheros. En su momento, los ganaderos tradicionales contra los feedloteros o de encierre a corral, y a su vez todos desconfiando de los frigoríficos. Los tamberos contra las usinas y estas contra el comercio interno. Y así sucesivamente.

Así, tal vez bajo el imperio de la consigna “divide y reinarás” se intentó, y en algún caso se logró, quebrar las sociedades de hecho, las cadenas que tanto tiempo y esfuerzo habían llevado los frentes comunes. Aparecieron nuevas entidades poco o nada representativas para firmar acuerdos mediáticos, vacíos de contenido y que nunca llegaron a cumplirse, pero que sirvieron para desalentar finalmente a la producción consiguiendo, tal vez, el efecto opuesto al buscado.

¿O no es tan “opuesto”?

Y esa es la gran pregunta, ¿realmente se quiere que la Argentina produzca más? ¿Pueden las diferencias con un sector o el resentimiento personal provocar daños graves a rubros completos de producción? ¿Qué determina que no habiéndose conseguido resultados positivos se mantengan igual las medidas erróneas sin corregirlas? ¿Se puede creer que solo con hacer anuncios públicos, difundir datos falsos, prometer herramientas que nunca se concretan, decir una cosa y hacer otra o esconder la verdadera información los planetas se alinearán solos en la dirección buscada?

Ya la experiencia de más de 8 años de administración debiera haber enseñado lo contrario. Ya se debería saber que las producciones se caen, y si algunas no lo hacen en forma más acentuada es porque la tecnología avanza día a día mejorando los rindes y posibilidades, al mismo tiempo que los mercados internacionales continúan firmes.

Hasta el más negado habría comprendido que sin energía es imposible la actividad económica de cualquier tipo, y que no hay posibilidades de agregación de valor si no se soluciona este estratégico cuello de botella (y que eso no se hace de un día para otro).

Que si hasta los capitales locales se van por inestabilidad, inseguridad jurídica y temor, en parte, por el desconcierto frente a las señales contradictorias, entonces no es lógico esperar que los del exterior vengan. También es obvio que sin ellos es imposible el crecimiento genuino de la producción pues no hay con que financiar las actividades.

La enumeración podría seguir varias páginas pero no hace falta.

Ahora el Gobierno estaría por anunciar un Plan Estratégico Agroalimentario ¡hasta el 2020!... y la pregunta es: ¿por qué no lo presentaron en el 2003 o, al menos, en la segunda presidencia de la Era Kirchner en el 2007?

Pero también surge una conclusión: según las afirmaciones públicas ya hechas el único camino que piensa seguir este Gobierno es el de la “profundización del modelo” y si a eso se le agrega la cerrada negativa en el caso del campo de incorporar la más mínima corrección a la suma de errores, equivocaciones y arbitrariedades acumuladas hasta ahora, entonces, la posibilidad de convertir a la Argentina en la “góndola del mundo”, como se preveía en los ’90 deberá postergarse a una fecha posterior al 2020, al menos si esa propuesta se impone y se mantiene más allá de los discursos públicos y mediáticos que intentarán, además de acentuar el enfrentamiento entre sectores y poner al “plato de los argentinos” en primer plano… aunque mucha gente ya comienza a percibir la diferencia entre el discurso oficial y la realidad.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de la Ingeniera Agrónoma Susana Merlo por gentileza de su autora y Campo 2.0.

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