ARGENTINA PENDULAR
La Caja de Pandora - 27-Abr-09 - Editorial
ARGENTINA PENDULAR
por Malú Kikuchi
La realidad suele ser pendular, va y viene. Es normal, sucede, es casi previsible . siempre que el ir y venir tenga límites. En Argentina, los movimientos pendulares sociales, políticos y económicos no conocen límites.
Hasta ahora, el péndulo físico más famoso y conocido del planeta, es el péndulo de Foucault. Jean Bernard Foucault, francés (1819/1858), fracasado estudiante de medicina, se recluyó en un sótano para intentar probar físicamente que la tierra giraba. Para entonces, ya nadie dudaba del sistema de rotación terráquea, pero no había pruebas físicas del fenómeno.
Foucault presentó esa prueba (hoy existen muchas otras), exactamente el 26 de marzo de 1851, en el Panteón de Paris. La prueba fue irrefutable. Una bala de cañón de 25 kg, sostenida por un cable de 68 m, sin tocarla, tardaba 16" para ir y volver. La Tierra se movía.
En la parte inferior de la bala de cañón estaba adherido un pequeño estilete, que en sus idas y vueltas, dibujaba los movimientos del péndulo sobre la arena previamente colocada en el piso. Cuando el péndulo terminaba una ida y vuelta, el dibujo mostraba un corrimiento de 2 mm a la izquierda, cada vez. La Tierra gira hacia la izquierda, es un dato físico interesante, sin connotaciones políticas. ¿O las tiene?
Argentina vive haciendo movimientos pendulares cada vez más extremos en cualquier dirección, todos ellos exagerados, todos ello carentes de sentido común. Nunca la medida exacta, la opinión ponderada, la resolución justa que contemple la pluralidad de los actores involucrados. Argentina es: arriba o abajo, derecha o izquierda, blanco o negro, todo o nada.
Argentina pasó de ser un país económicamente libre (desde 1853, hasta la década del 30), a depender completamente del Estado a partir del primer gobierno de Perón. Con pequeños e infructuosos intentos de liberalizar la economía, llegó a los 90, donde, de pronto y sin aviso, pasó a ser un país con economía de mercado. Todo lo privado era bueno (no fue así), todo lo estatal era malo.
Hoy, el péndulo vuelve, y resulta que todo lo privado es pecado y todas las bondades dependen de ineficientes empresas estatales. Se re-estatizó el correo, parte del agua, Aerolíneas Argentinas, las AFJP, y el Estado tiene acciones y directores en casi todas las empresas privadas que aún quedan. Se inventaron empresas estatales fantasmas, como Lafsa y Enarsa. ¿Para qué?
El péndulo argentino, pasó de tener "la mejor policía del mundo" (la bonaerense/ Eduardo Duhalde, 1991, La Plata) a tener "la maldita policía" (revista Noticias, 10/08/1993, periodistas Dutil y Ragendorf); eso no sucedió en un siglo, sino en sólo ¡2 años!
Los pendulares argentinos en masa, salieron a la calle con cacerolas, furia y gritos destemplados, a pedir "¡que se vayan todos!" (2001/02). Los mismos argentinos que mansamente aceptaron votar a los mismos personajes que antes exigieron que se fueran. Están prácticamente todos, y no parece que piensen irse a ningún lado que no sea un puesto en el Estado; Estado que mantienen los argentinos con sus impuestos.
El péndulo oficial ha pasado de un largo y apasionado romance de 6 años con el grupo Clarín, a una sorda pelea callejera, con insultos y barras bravas incluidas, de parte de Kirchner. La ley de radio difusión debe ser modificada. Es de la época del Proceso y en el tiempo transcurrido, los medios han cambiado tecnológicamente y han adquirido una importancia fenomenal.
Pero la ley debe cambiarse en un clima de tranquilidad social, lejos de las elecciones y cuando el ex y siempre presidente Kirchner deje de pelearse con el grupo Clarín. Argentina necesita una buena ley de radio difusión, no una venganza presidencial.
Mano dura o mano blanda, y ¿para cuando "mano justa"? Argentina pasa de un severo código penal a disparatadas teorías mal llamadas garantistas, ya que garantista es aquel que cree, defiende y aplica las garantías constitucionales. Toda persona tiene derecho a defensa y al debido proceso.
Las teorías que disculpan siempre al delincuente y acusan a la sociedad de ser la responsable del delito -sea cual fuere su gravedad- que se ha cometido contra ella, son sostenidas por abolicionistas del código penal.
El Dr. Zaffaroni, juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, confiesa que cada vez que le cae un caso cualquiera, lo primero que piensa es "¿cómo hago para que este pobre tipo zafe?" No explica que piensa sobre la víctima del caso.
El péndulo argentino hasta hace unos días, defendía con pasión a los menores delincuentes, que sin lugar a dudas son los que tienen más posibilidades para explicar sus aberrantes delitos. Pero el asesinato del camionero Daniel Capristo en Valentín Alsina, hizo que el péndulo volviera exigiendo bajar la edad de imputabilidad de los menores.
Parece razonable bajar la edad de 16 a 14 años. Lo que no es razonable es tratar una ley en la que están involucrados menores, con apuro electoral, sin las discusiones necesarias, sin tiempo para consultar expertos, sin tener preparada la infraestructura imprescindible para contener a los chicos delincuentes una vez procesados y condenados.
Desde 1999, se han presentado 53 proyectos de ley sobre el tema, 4 de esos proyectos tienen estado parlamentario. No se hizo nada. El oficialismo, hasta ahora defensor de la teoría abolicionista, se encuentra jaqueado por la opinión pública, harta de la inseguridad que no es sólo una "sensación" (Aníbal Fernández), ni está "inflada" por los medios (Carmen Argibay). Kirchner ordena apurar la ley.
Pero se trata de menores. Menores delincuentes, pero menores. Menores que cometen crímenes de adultos, pero siguen siendo menores. Menores sin expectativas de vida más allá de los 18 años, donde todo se reduce a matar o a morir. Hacen las dos cosas.
Estos menores, destruidos por el paco, sin contención familiar y totalmente abandonados por el Estado, deben ser detenidos, procesados, condenados y recluidos en cárceles escuelas, en cárceles que actúen como hospitales de rehabilitación de adiciones. ¿Dónde están esas cárceles? No existen ni siquiera en la imaginación de los funcionarios responsables del tema.
De no ser así, por más que salga la ley bajando la edad de imputabilidad, lo único que se conseguirá será depositar a los menores en cárceles comunes de donde saldrán, si es que salen con vida, diplomados en todos los delitos tipificados en el código penal.
Hay que aquietar el péndulo, las leyes no deben tener tiempos electorales, deben analizarse, enriquecerse con todas las opiniones, discutirse y consensuarse para que sean lo más justas posibles. Sin apuro. Sin pensar solamente en el 28 de junio, porque después, la vida sigue.
El péndulo argentino va y vuelve. El movimiento es cada vez más amplio, cada vez está más lejos de aquietarse en un punto medio, un punto razonable, que pueda ser aceptado por la mayoría de los que habitan el país. De seguir así, con movimientos espasmódicos y exagerados, se corre el riesgo de que algún día, el cable que sostiene al péndulo, se corte.
El 28 de junio, en inusuales elecciones legislativas, donde el pueblo argentino pueda expresar su madurez, donde se juega algo más que mayorías o minorías en el congreso, ya que se juega el destino de la patria, los ciudadanos pueden evitar que el cable se corte y el péndulo argentino se eche a rodar vaya Dios a saber hacia dónde.
El temor es que ese "hacia dónde" se ubique entre Cuba y Venezuela, cerca de Nicaragua, Ecuador y por supuesto, Bolivia. Después de todo, Argentina está al sur de Bolivia.
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