La gente INTELIGENTE habla de IDEAS, La gente MEDIOCRE habla de COSAS, La gente IGNORANTE habla de la GENTE

adsense

viernes, 24 de abril de 2009

EL REINO DEL DISPARATE


El reino del disparate,

por Guillermo Lascano Quintana

Parece un cuento infantil, como Alicia en el País de las Maravillas o la saga de Harry Potter, en donde todo es posible: que los conejos hablen y que las personas vuelen, pero el reino del disparate que soportamos los argentinos se asemeja más a un drama o una tragedia.

Aquí hay Ministros que fueron terroristas y no se arrepintieron; sindicalistas corruptos que aspiran a cargos electivos ; jueces indignos que violan la Constitución y elementales principios jurídicos y de decoro; dirigentes políticos que transan con el diablo, por un cargo, sin explicarle a sus mandantes – el pueblo – sus motivaciones; empresarios que disfrutan de privilegios inmerecidos; maestros que no enseñan o cuando lo hacen mienten; periodistas que emiten opiniones sesgadas por un plato de lentejas; una titular del Poder Ejecutivo Nacional, que no gobierna y en cambio viaja y dicta cátedra que a nadie interesa, frente a auditorios comprados; partidos políticos y sus líderes que no exponen ideas o propuestas, siquiera elementales; fuerzas armadas y policiales diezmadas y desmoralizadas, incapaces de cumplir con sus cometidos; delincuentes de toda laya que se hacen un festín; elecciones “a dedo” de candidatos a cargos electivos y el último invento de candidatos “virtuales”. Hay presos que no deberían serlo y delincuentes en libertad.

Todo ello y mucho más, frente a la indiferencia de la mayoría de los ciudadanos – muchos de ellos esclavizados por la “ayuda social” - que ve como se adelantan comicios - cual si se tratara de un partido de fútbol - en los que supuestamente deberían elegir a sus representantes, sin saber quiénes son o que méritos tienen, entre tanto un par de funcionarios irresponsables dilapidan los fondos jubilatorios confiscados por una tribu de malandras, ignorantes y traidores.

Las cuestiones trascendentes no se tratan o se ignoran. Nadie propone, seriamente, ideas para combatir la pobreza, la inseguridad, el pésimo nivel de la enseñanza y la salud públicas. No se debaten temas como el flagelo de tráfico y consumo de drogas, o la seguridad de nuestras fronteras; en tanto se miente, descaradamente; sobre los índices “oficiales” del costo de vida, el nivel de actividad, o la tasa de analfabetismo.

Hay además “escuderos” de los “señores” que despotrican, amenazan o corrompen y algunos “bienintencionados” que creen que hay que dar batalla desde adentro del gobierno.

Sin embargo, no todo está perdido y aún es posible recuperar la razón, el orden, las buenas costumbres y con ello el progreso y el bienestar.

Para ello el primer paso está dado desde el momento en que ha quedado demostrado que el “kirchnerismo” y su cohorte, está terminado. Ha quedado en evidencia el disparate de su gestión populista y demagógica, llevada a cabo, además por ignorantes y resentidos, que han sembrado el odio y el desprecio hacia los otros.

Lo más difícil es lo que vendrá después, ya que el descrédito de los partidos políticos es muy grande, la incomunicación entre sus dirigentes y la gente es enorme y del desastre económico, social, institucional y hasta cultural es de magnitudes inconmensurables.

Frente a la dificultad hay que volver a los principios, a aquellos, que hace poco más de un siglo y medio, permitieron que la República Argentina, un lugar pobre, deshabitado y remoto del globo terráqueo, se transformara en una nación rica y pujante. Hay condiciones similares a las de aquellos tiempos. Aún podemos ser el granero del mundo, que reclama alimentos y desarrollarnos con los modernos avances técnicos, si somos sensatos y pacientes.

Comencemos por respetar, a rajatabla, el orden jurídico fundado en la Constitución sancionada en aquel tiempo, lo que implica, entre otras cosas, el respeto a la libertad de cada uno de hacer lo que quiera sin molestar a los demás; la garantía de la iniciativa y la propiedad privadas; la libre elección de las autoridades de la Nación y sus Provincias, quienes deben responder por sus actos; el funcionamiento de los partidos políticos como engranaje imprescindible entre dirigentes y dirigidos y escuela de conducta ciudadana.

No confiemos en hombres providenciales o dirigentes esclarecidos. La tarea es de cada uno de nosotros, como lo fue la de los fundadores de la Patria. Tal vez así las cosas vuelvan a su quicio y terminemos con el reino de disparate.

No hay comentarios.:

Chiste de la semana

Chiste de la semana