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sábado, 6 de marzo de 2010

POR FAVOR DESTITÚYANME


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Lanzándose desde una cima, un águila atrapó a un corderito.



La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.



Viendo el pastor lo que sucedía, atrapó al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.



Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:



- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.





¡Por favor, destitúyanme!





Por James Neilson



Con frecuencia creciente, nos informan que jueces, legisladores y periodistas, en combinación con militares despechados, oligarcas rurales codiciosos y neoliberales sádicos, están confabulando para echarlos del poder, dando a entender así que saben muy bien que la maquinaria golpista se ha puesto nuevamente en movimiento y que por lo tanto ha llegado la hora para que todos los hombres y mujeres de buena voluntad los defiendan contra los enemigos de la democracia, de los derechos humanos y del "modelo" socioeconómico progresista que dicen haber creado.



¿Es una expresión de deseos? Parecería que sí, que en el fondo Cristina quiere agregar su nombre a la lista de víctimas a su entender nobles de la vesanía derechista por suponer que tal destino sería mucho más digno que aquel que le aguardaría si se respetaran los tiempos institucionales.



Es que a menos que, para asombro de todos, los Kirchner se resignen por fin a cohabitar amablemente con un Congreso dominado por la oposición y con un Poder Judicial que ha elegido hacer gala de su independencia, los conflictos políticos se intensificará n tanto que el país no tardará en volverse ingobernable.



En tal caso, a la oposición no le quedaría otra alternativa que la de intentar "destituir" a Cristina mediante un juicio político en que, claro está, figuraría no sólo su negativa a permitir que nimiedades como la Constitución y la Carta Orgánica del Banco Central "pongan palos en la rueda", sino también el crecimiento fenomenal de su propio patrimonio. Por ser tan desagradables las perspectivas que enfrentan los Kirchner, sería comprensible que prefirieran intentar figurar como mártires de los derechos humanos y la justicia social, a correr el riesgo de verse encarcelados como delincuentes comunes.



Cristina y su marido se formaron políticamente en un ambiente en el que era habitual hablar pestes de la "democracia burguesa" o "formal" so pretexto de que era máscara de un régimen oligárquico.



Puede que fueran otros los motivos auténticos del desprecio que sentían por la democracia tal y como se la practica en los países desarrollados, ya que, como tantos jóvenes que pasaron por las universidades nacionales en los años setenta, les atraían las fantasías revolucionarias –los montoneros y sus simpatizantes compartían con ciertos militares la convicción de que, como les había enseñado Mao, el poder nace de la boca de un fusil–, pero les convenía jurar que su postura se debió a su solidaridad con los pobres, no a que encontraban aburrido y mediocre un sistema político en que a menudo resultaba forzoso buscar acuerdos con gente de ideas y prioridades muy distintas, es decir, pactar con el enemigo.



Aunque fue mínimo el aporte de la pareja a "la resistencia" a la dictadura militar que en buena medida debió su existencia a la efervescencia estudiantil, parecería que los dos lograron convencerse de que en cierto modo la representaba y que por lo tanto, una vez en el poder, les correspondía recuperar las viejas banderas y, conforme con la lógica propia de la secta en que suponen militar, pasar por alto las engorrosas formalidades democráticas.



Si bien pronto se hizo evidente que subordinaban todo lo demás a sus propios intereses personales, en especial los vinculados con el dinero, supondrán que éstos coinciden perfectamente con los de la parte rescatable del país: nunca conviene subestimar la capacidad de políticos como ellos para engañarse a sí mismos.



A Cristina siempre le ha encantado la idea del "relato" según la que en última instancia todo es subjetivo y, si se esfuerza lo bastante, su propia "verdad" podrá triunfar sobre las reivindicadas por otros políticos y, claro está, por "los medios" que le son hostiles.



Se trata de una teoría peligrosa, una que en sociedades gobernadas por tiranías ha servido para justificar la censura férrea y que en las democráticas puede llevar al aislamiento creciente de quienes se aferran a puntos de vista minoritarios, sobre todo cuando éstos no se ven respaldados por datos averiguables.



Desgraciadamente para Cristina, el "país real" que dice estar gobernando está achicándose por momentos, mientras que el "virtual y mediático" que lo amenaza no deja de crecer.



Por algunos años, aproximadamente la mitad de la población del país pareció tomar en serio el "relato" que, con la aquiescencia de su marido, Cristina había inventado, pero en la actualidad la mayoría lo repudia por inverosímil y, a juicio de los más críticos, por delirante.



Se ha creado, pues, una situación muy extraña, una en la que los líderes del gobierno brindan la impresión de estar pidiendo ser derrocados por medios no previstos por la Constitución, pero para su frustración inocultable los convencidos de que su gestión está llevando el país hacia un desastre se resisten a complacerlos.



A ojos de los Kirchner, el legalismo opositor será de por sí provocativo, razón por la que frente a todo revés redoblan la apuesta con la presunta esperanza de obligar a quienes no los quieren a dejar de lado sus inhibiciones para entonces actuar con la contundencia y desdén por las reglas que siempre han caracterizado a la pareja.



Es lo que hizo Cristina al reemplazar el Fondo del Bicentenario por otro casi idéntico del Desendeudamiento y, en seguida, comenzar transfiriendo dinero del Banco Central a las arcas gubernamentales, mofándose de este modo del Congreso.


Es de prever que si tal atropello no sirve para que la oposición se alce en rebelión contra el desdeñoso autoritarismo presidencial, poniendo en marcha un juicio político, Cristina y Néstor la desafiarán nuevamente probando suerte con algo todavía más escandaloso hasta que por fin los legisladores opositores reaccionen como quieren los santacruceños que, desde hace casi dos años, buscan desesperadamente una forma de salir del pozo, que ellos mismos cavaron, en que han caído.
“Si a las tres de la mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por la ventana de la fortaleza”. Gral Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano 1810.
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