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miércoles, 31 de marzo de 2010

FASCISMO


El ágora - 31-Mar-10 - Actualidad política

Un argumento impersonal

por Héctor Blas Trillo

El senador Gerardo Morales le señaló al ministro de economía, Amado Boudou, que la firma del decreto para uso de las reservas podría tener consecuencias judiciales. Impertérrito, el ministro le respondió: "Ud. formó parte del gobierno de la Alianza, que fue un desastre y se tuvo que ir en helicóptero". Nos dicen que en derecho esta clase de respuestas constituyen lo que se denomina "argumento impersonal". No sabemos bien por qué, porque en realidad es personalísimo. Es del tipo "vos no estás en condiciones morales de preguntarme, sugerirme, explicarme o disentir de mí en nada"

No vamos a hacer ahora un análisis histórico de lo desastrosos que fueron unos cuantos gobiernos, incluyendo al menos dos de origen peronista, ni tampoco nos referiremos a cuál es el origen político del Sr. Boudou y mucho menos hablaremos de cómo aprendió economía y qué universidad eligió para estudiar. Boudou es hoy ministro de economía del actual gobierno y eso es lo que importa. Si este nuevo personaje de la vida pública se limitara a concurrir al Congreso Nacional para cumplir con las razones por las que se lo llamó, estaría un pelín más cerca de tener una actitud no solamente bastante más democrática, sino esencialmente bastante más profesional.

En lugar de explicar a la Cámara por qué razón la firma del decreto de marras no tendría que tener consecuencias judiciales, lo que hizo Boudou fue enrostrarle a Morales su pasado político. Dicho de otro modo: vos, que tenés ese origen, y por lo tanto sos un tal por cual, no podés hablar. Ergo, invalido tus palabras y no contesto el fondo de la cuestión.

Es lamentable que esta gente no esté en condiciones mínimas de aceptar un debate aún en el epicentro del debate de una democracia: el Congreso Nacional. Es penoso que una vez más un miembro que de alguna manera representa a la facción hoy en el poder, cae en argumentaciones nazi fascistas con tal facilidad.

Hace algunos días nos referíamos a Alejandro Rossi (el hermano de Agustín) y su deplorable intento de analizar vida, obra, amistades y pertenencias de los jueces para poder así establecer si "representan al pueblo" o no. La carga de fascismo que encierra esta manera de intentar juzgar al prójimo y convertirse en eje de la verdad nacional y popular no deja duda alguna sobre la verdadera cuna ideológica de esta gente.

Hemos señalado en muchas oportunidades que en el Interior es todavía mucho peor que acá, en Buenos Aires. Los comentarios sobre el origen familiar, la referencia a las amistades y al pasado de padres, tíos o abuelos constituyen la referencia básica de estos personajes facciosos y macartistas que pretenden descalificar al otro por portación de apellido.

Es bastante común entre las facciones más recalcitrantes (de derecha y de izquierda) recurrir a este tipo de consideraciones prejuiciosas y descalificantes para no involucrarse, en definitiva, en dar una respuesta mínimamente inteligente y lógica a aquello que se les imputa.

Podríamos pasarnos la vida buscando en el pasado de todos y cada uno de los personajes públicos de los últimos 40 años, por lo menos. Pero eso se lo dejamos a quienes se dedican a eso. Y especialmente a quienes se dedican a eso para darle letra a quienes parecen no tener letra alguna.

Lo que ha dicho Morales no es ningún disparate, por otra parte. Y nada tiene que ver con que el presidente De la Rúa haya tenido que salir de la Casa Rosada en helicóptero. Hemos relatado en esta misma columna los avatares de Martín Redrado al frente del Banco Central y la posición técnico jurídica de los asesores de la institución respecto del uso de las reservas para pagar deuda. Amado Boudou, tenemos entendido, es, para colmo, licenciado en economía. Es decir que puede contar con argumentos de fuste para responder al senador Morales, que por lo demás no es un especialista en la materia.

Pero el fondo de esta cuestión es exactamente el mismo que señalamos del señor Rossi días pasados: la categorización maniquea (y en definitiva fascista) entre réprobos y elegidos. Los réprobos tienen vedada la palabra, y las respuestas están reservadas para los elegidos, que pueden darlas o no, según su parecer y según quién sea el que pregunta u observa.

Una verdadera clase de fascismo en el recinto de la democracia por excelencia.

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