STALIN
Castellanos - 11-Mar-10 - Opinión
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EDITORIAL
El estalinismo oficial
Poco a poco van apareciendo las crías de este híbrido de Stalin y Kirchner. La primera fue la diputada Diana Conti del FPV quien, no mucho tiempo atrás, se reconociera como tal en una clara muestra de provocación y desprecio por la democracia reivindicando un régimen soviético que se cobró más vidas que el nazismo. No es que Conti fuera, hoy, pro soviética sino que trazaba un paralelismo con su adhesión K a ese régimen perverso, de otra época, tan admirado por ella.
Es que en la hipocresía generalizada de esta Argentina bicentenaria ser estalinista está considerado una opción moral y ética, pero recién si el declarante se adhiere al nazismo o al fascismo, puede ser severamente enjuiciado.
Diana Conti es la figura central del oficialismo dentro del Consejo de la Magistratura y la que ha promovido el enjuiciamiento de varios magistrados opuestos a las posiciones políticas K. Su acción en la mayoría de los casos ha sido disuasiva o, más precisamente, coactiva, jugando con amenazas expresas o veladas a la estabilidad de aquellos que osaban ajustarse a la letra de la ley enfrentando los caprichos del poder.
Más no es la única. El diputado Alejandro Rossi lanzó un proyecto para investigar a los jueces, dijo que "se debe investigar la vida privada de los jueces para ver qué tipo de sectores representan y qué tipo de ideología tienen; quiero saber qué tipos de jueces el Consejo de la Magistratura ha producido, quiero saber si no hay una familia judicial que se repite y se replica a sí misma". No contento con eso agregó: "Quiero saber en qué trabajan los hijos de los jueces, quiero saber cómo acceden sus esposas a la Magistratura; hay que ver cuántos están casados entre sí, cuántos son parientes y a qué colegios asisten sus hijos".
El sorprendido estalinista K no pensó que durante siete años controlaron el Consejo bajo la férrea fiscalización de su antes mencionada "tovarich". Es que lo de los Rossi es genético, está en su ADN. Hermano de Agustín y poseedor de un similar servilismo adulatorio salió al ruedo celebrando las tonterías presidenciales contra el Poder Judicial.
Es que lo de este Rossi no es más que eso. Una muestra de lealtad a los exabruptos de la oralidad presidencial, ahora empantanados - al decir de León Felipe - en "los caireles de la rima", igualando mesura con censura. Pero la realidad no es otra que un aporte al enfrentamiento del Gobierno con el Poder Judicial, una rastrera coacción en la búsqueda de torcer el brazo a una Corte que no declama sino que ejerce su independencia.
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