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lunes, 1 de marzo de 2010

TILINGA CONTRA OBAMA


Río Negro - 01-Mar-10 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8

EDITORIAL
Cristina contra Obama

>Si Barack Obama fuera un político argentino, estaría festejando la decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de incluirlo entre sus adversarios, una distinción que, como sabe muy bien el vicepresidente Julio Cobos, le supondría muchos beneficios, pero por tratarse del presidente de Estados Unidos sólo le habrá ocasionado perplejidad. Aunque es poco probable que Obama mismo haya prestado mucha atención a las palabras de Cristina, ya que la relación con la Argentina no se encuentra entre los temas que más le preocupan, los funcionarios del Departamento de Estado que se especializan en asuntos latinoamericanos estarán preguntándose cuáles son los motivos de lo que desde su punto de vista fue un ataque gratuito, puesto que no se trataba de una reacción frente a una medida o declaración del gobierno norteamericano, sino de una alusión crítica a un problema, el de Honduras, que hace varios meses creyeron superado.

De ser cuestión de un giro premeditado, cabrían tres explicaciones. Una sería que los Kirchner han optado por acercarse todavía más al caudillo venezolano Hugo Chávez, un personaje que se ha hecho mundialmente notorio por su voluntad de ensañarse con mandatarios de otros países, comenzando con Estados Unidos; otra sería que Cristina espera congraciarse con la opinión pública local levantando la bandera del antinorteamericanismo con el propósito de atribuir todas las lacras nacionales al imperialismo yanqui; la tercera sería que quiere que el gobierno estadounidense se sienta obligado a hacer un esfuerzo por cortejarla ofreciéndole algunas concesiones. Pero también hay una explicación más sencilla: acostumbrada como está Cristina a sermonear a los demás acerca de sus deficiencias, le habrá parecido perfectamente natural amonestar a Obama por no haber resultado estar a la altura de sus expectativas y por lo que a su juicio es el escaso realismo de su política exterior, ya que según ella debería haberse solidarizado con el ex presidente hondureño Manuel Zelaya, el liberal transformado en chavista que fue derrocado, con torpeza imperdonable, luego de intentar violar la Constitución para perpetuarse en el poder. Para salir del pantano en que se habían metido, los hondureños celebraron elecciones en noviembre pasado que -conforme los observadores internacionales- fueron limpias, pero mientras que por razones que podrían calificarse de pragmáticas, o sea, realistas, Estados Unidos decidió respetar los resultados que dieron como ganador al conservador Porfirio Lobo, la mayoría de los países latinoamericanos prefirió negarles validez.

No sólo en América Latina sino también en el resto del mundo, sin excluir a Estados Unidos, son muchos los decepcionados por el desempeño de Obama. Algunos lo critican con dureza por su debilidad frente a dictaduras agresivas como Irán y Corea del Norte, además de China y Rusia, otros por asumir posturas que a su entender son virtualmente idénticas a las de su antecesor George W. Bush después de llegar a la conclusión de que serían poco prácticas las alternativas que reivindicó en la campaña proselitista triunfal que lo llevó a la Casa Blanca. Es que, como Obama pronto descubrió, ser presidente de Estados Unidos no es del todo fácil. Si la superpotencia interviene en los asuntos ajenos, será criticada con ferocidad por los perjudicados y sus amigos; si opta por una actitud prescindente, será acusada de indiferencia. En cuanto a las expectativas que motivó la elección de Obama aquí y en Europa, siempre fueron grotescamente exageradas. Algunos sí parecen haber imaginado que resultaría ser el "príncipe en un corcel blanco" de las palabras de Cristina, de ahí la decepción que sienten tantos "progresistas" que habían logrado convencerse de que el primer presidente norteamericano de origen no blanco pondría en marcha una especie de revolución mundial pacifista que conformara a todos salvo los irremediablemente perversos. Les guste o no a quienes pensaban así, Barack Obama es presidente de Estados Unidos, no del mundo, y tiene que privilegiar los intereses de su propio país. Asimismo, como corresponde en una democracia, le es forzoso tomar en cuenta las opiniones de sus compatriotas que, huelga decirlo, a menudo son muy distintas de las de personas como Cristina.

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