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jueves, 11 de marzo de 2010

TIRANOS



Por Jorge Omar Alonso

El término tyrannos del griego antiguo, era originalmente neutral e intercambiable con monárchees, y significaba sencillamente "alguien que gobierna solo". Pero, el rey y el tirano se diferenciaban del déspota (despótees).

En las obras de Platón y Jenofonte encontramos a un Sócrates que hace la primera indagación sostenida de la índole de la tiranía política, la cual asocia con un trastorno espiritual en el que la jerarquía natural del alma y la política están igualmente desquiciadas. La tiranía, a su juicio, es la forma más corrupta de gobierno, porque está exclusivamente al servicio de los deseos básicos del gobernante y no toma en cuenta el consejo de los sabios.

Aristóteles ofreció una importante versión, más refinada, de este análisis, al señalar que un estilo tiránico de gobierno no se limita a reyes y príncipes malos, sino que las formas extremas de oligarquía y aun la democracia pueden considerarse tiránicas si no acatan la ley, si son arbitrarias y si se oponen al interés público.

La tiranía así entendida constituye una clase general de regímenes en extremo perjudiciales, que niegan los bienes esenciales que puede brindar la vida política.

Manifiesta el filósofo griego que las tiranías emplean diversos medios para sostenerse en el poder: reprimiendo “toda superioridad que en torno suyo se levante”, puesto que el tirano se ve y cree superior en todos los órdenes a cualquiera.

De la misma forma tiende a deshacerse de los mejores que lo podrían confrontar; y prosigue enunciando como otra forma de represión a lo que puede atentar contra su poder el: “ahogar la instrucción y todo lo que pueda aumentar la cultura; es decir, impedir todo lo que hace que se tenga valor y confianza en si mismo”. “Ante todo aparentará que se ocupa de los intereses públicos”

Estos conceptos tan pertinentes a esta Argentina de hoy oprimida, se encuentran en su “Política”, desde cuyas páginas nos señala nuestra patética realidad.

Al caso argentino podríamos denominarlo como “sui generis” políticamente hablando.

El poder de la Nación se encuentra usurpado ilegítimamente por el líder del partido oficialista.

Dictamina, ordena, anatematiza desde su ilegitimidad política, desde donde domina su voluntad tiránica y no la ley.

Es la Argentina del Bicentenario, gobernada por un par de desquiciados que han vulnerado la democracia.

¿Qué hacer?

Savonarola nos dice que el tirano debe ser castigado: “Tanto porque no solo rapiña y daña y depreda a uno, sino también a toda la multitud, (..) tanto porque se sostiene por aquellos a los que damnificó de alguna manera, tanto porque considera que todo le está permitido (..)”

Concluye sentenciando que: “Dios omnipotente, juez justo, le sabrá castigar como se merece en esta y en la otra vida”.-

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Jorge Omar Alonso por gentileza de su autor.

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