EL ABSURDO AL PODER
Por Susana Merlo (*)
En estos días, llega a Buenos Aires el Ministro de Agricultura ruso y las exportaciones a ese país (el principal comprador en volumen de ese rubro, en los últimos años), están suspendidas.
Recientemente, Alemania declaró a la Argentina “no confiable”, justamente por sus idas y vueltas en materia de comercio exterior.
Brasil, comprador de dos de los principales frigoríficos locales, amenaza ahora con irse del país, al menos, con una de estas empresas. Una media docena de plantas industriales cerrarían dejando vacantes miles de puestos de trabajo.
Los precios internos en franca estampida alcista.
La carne vacuna, más que nunca, en el ojo de la tormenta.
¿Cómo se puede justificar semejante seguidilla de desastres?
¿Es comprensible que uno de los productos más emblemáticos del país esté en inocultable posición de “jaque”?
¿Qué conjunción maléfica determinó que, con excelentes campos, buen clima, estupenda demanda nacional e internacional, vocación productiva de sus ganaderos y una base genética envidiable, en lugar de crecer, el rodeo argentino se haya achicado en, aproximadamente, 9 millones de cabezas en los últimos 2-3 años?
Sólo apelando al absurdo de puede intentar una explicación…
Fueron, al menos, 5 años de desaciertos políticos e irresponsabilidad gubernamental que algunos más conciliadores, llaman “indiferencia”.
Es la sumatoria de medidas erróneas que, para colmo, vuelven ahora a repetirse como si en su momento no hubieran causado ya suficiente daño…
Así, el aumento obligatorio del peso mínimo de faena, que en octubre de 2005 “sacó” del mercado 40.000 toneladas de carne de forma inmediata, provocando una estampida en los precios internos del producto, ahora se reitera como si fuera una novedad.
El cierre de las exportaciones de marzo de 2006 que “frenó” en aquel momento el crecimiento productivo que se venía dando en el sector ganadero, y luego provocó su retroceso, también se vuelve a imponer ahora, de hecho, como si no se supiera el daño casi irreversible que provocan este tipo de medidas.
Sólo faltaría un brote de aftosa, como el de Corrientes de enero de 2006 (del que aún no se pudo lograr una explicación oficial), para copiar exactamente el escenario de hace 4 años atrás.
Pero las consecuencias de todo eso son las que se están viviendo hoy.
Entonces, ¿puede haber algo más absurdo que pretender un resultado distinto si se hacen las mismas cosas que ya fracasaron?
¿Qué se puede esperar que suceda con la reiteración?
Y, lo peor, es que la carne vacuna es sólo un ejemplo…
Crónica y Análisis publica el presente artículo la Ingeniera Agrónoma Susana Merlo por gentileza de su autora y Campo 2.0.
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