LA PATRIA USURERA
Si alguna vez llegase a haber otro golpe, el pueblo quedará tan derrotado que la vuelta constitucional servirá solamente para garantizar con el voto popular los intereses del imperialismo y de sus cipayos nativos'. Juan Domingo Perón. 1974
Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó sus alas y la soltó en el corral junto con todas sus gallinas.
Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba la cabeza y la pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada.
Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo.
Repuesta el águila de sus alas, alzó vuelo y apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.
La vio una zorra y maliciosamente la mal aconsejaba diciéndole:
--No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó; pues el que te liberó ya es bueno sin más estímulo. Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de nuevo y te arranque completamente las alas.-
Moraleja: Siempre corresponde generosamente con tus bienhechores, y por prudencia mantente alejado de los malvados que insinúan hacer lo incorrecto.
NI PERONISTAS, NI MONTONEROS; LOS KIRCHNER SON USUREROS (Primera Parte)
Por Luis F. Calviño y Víctor E. Lapegna
Desde que accedieron al gobierno nacional en el 2003 y hasta hoy, con lógica de usureros y sin sujetarse a principio o escrúpulo alguno, Néstor y Cristina Kirchner (a partir de aquí “los K”) usaron el poder político que detentan para acumular riquezas para sí y un pequeño núcleo de testaferros y asociados y buscan perpetuarse en el gobierno dividiendo al pueblo en fracciones enfrentadas, debilitando sus organizaciones y comprando o doblegando las voluntades políticas, mediante el ejercicio de un control centralizado y despótico de los recursos públicos.
Los K y su banda de cómplices se convirtieron en el fuerte grupo económico que son hoy, merced a que tomaron el control de negocios en la banca y el petróleo (entre otros, a través de los Eskenazi), la pesca y el juego (mediante Cristóbal López), la construcción y las obras públicas (con, también entre otros, Electroingeniería), las aerolíneas (tras el fracaso de Southern Winds, pusieron pie en Aerolíneas Argentinas y Austral) y ahora van por los agronegocios y los medios de comunicación, intención que es una de las causas de sus conflictos con la Argentina del interior y el multimedios Clarín.
Cabe sospechar que a la rentabilidad lícita que les reportan algunos de esos negocios (el juego, las líneas aéreas, la pesca y la banca), se suman beneficios obtenidos por facilitar otros negocios que no son lícitos.
La innovación de los K fue el uso del poder político para acumular riquezas para sí, ya no tanto ni sólo cobrando “coimas” a empresarios privados a cambio de otorgarles “favores” indebidos (aunque también hacen eso según lo muestran los ejemplos paradigmáticos de Skanska o del tren bala y Alstom), sino apropiándose de empresas a través de testaferros.
En otros términos, el negocio principal ya no consiste en cobrar una coima de Repsol por la privatización de YPF (proyecto que en su momento fue expuesto y defendido en la Cámara de Diputados por Oscar Parrilli, actual secretario general de la Presidencia y que apoyaron con entusiasmo el entonces gobernador Néstor Kirchner y la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner, vale recordarlo), sino en quedarse con las acciones de Repsol YPF a través de prestanombres.
La Lógica Usurera de los Kirchner
La lógica genérica del usurero, que trasciende circunstancias de tiempo y lugar, fue descripta por el genio de William Shakespeare a través de su Shylock de “El Mercader de Venecia”, personaje que inspiró a nuestro Agustín Cuzzani que, aunque lejos del genio de Shakespeare, con su obra “Una libra de carne” buscó traer a nuestro ámbito el tema de la usura; esas piezas teatrales cobran actualidad si se las vincula al poder político que rige en la Argentina que podría definirse con una consigna setentista modificada que dijera: “Cristina al gobierno, Skylock al poder”.
Afirmar que el proceso de formación del grupo económico de los Kirchner estuvo y está regido por una lógica de usureros no es un juicio de valor sino un juicio de realidad, que parte de reconocer el procedimiento de acumulación originaria de riquezas seguido en Santa Cruz por la pareja gobernante.
El enriquecimiento del usurero no es asimilable a la acumulación de ganancias de cualquier empresario dedicado a la producción de bienes o servicios, al comercio o a las finanzas, cuya actuación se ajuste a las normas de la economía capitalista que aunque no son un modelo de virtudes en general y menos aún en su sui generis versión argentina, no se compadecen con el comportamiento usurario, que no en vano está tipificado como delictivo en el Código Penal.
Sucede que el usurero abusa del estado de debilidad e indefensión del deudor, busca someterlo a un estado de servidumbre y tiende a procurar el cobro apropiándose de la garantía, lo que lo diferencia del banquero que busca saldar sus créditos percibiendo el pago del capital y el interés en los términos acordados, sin tener que apelar a la ejecución de la garantía.
Es sabido que gran parte de los importantes bienes personales que los Kirchner tienen declarados, los obtuvieron en Santa Cruz durante los años de la última dictadura, actuando como abogados ejecutores de deudores morosos, sea de créditos hipotecarios regidos por la Circular 1050 del Banco Central (cuyas disposiciones normativas se encuadraban en la figura penal de la usura) o de otros tipos de créditos dados por financieras, también en condiciones usurarias.
Esa misma lógica usuraria que aplicaron en los años de la dictadura militar en Santa Cruz que fue el sustento de su acceso al gobierno primero municipal y después provincial, la siguieron a partir del 2003 en el gobierno nacional para alcanzar su objetivo esencial; acumular cuantiosos bienes económicos para sí y un reducido grupo de asociados y testaferros, utilizando para ello todos los recursos de un poder político ejercido de modo despótico.
Recuerdo que en mi barrio, cuando yo era chico, la barra admitía en su seno al hijo del ladrón y al del policía, al del obrero y al del patrón.
Todos eran aceptados sin importar la ocupación de los padres.
La única excepción solía ser el hijo del “usura” ya que, quien era tal, recibía una implacable y generalizada condena social, que los pibes hacíamos recaer, de modo injusto, sobre sus hijos. Quizás, el hecho que los usureros hoy accedan a la Presidencia de la Nación, sea una muestra del grave relativismo moral en el que cayó nuestra comunidad.
“Si a las tres de la mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por la ventana de la fortaleza”. Gral Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano
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