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miércoles, 14 de abril de 2010

VANIDAD



La hoguera de las vanidades

Con este título Omar López Mato nos hace conocer su opinión:

Cuando Sarmiento asumió el puesto de senador después de haber abandonado la presidencia de la Nación, padecía una profunda hipoacusia, la misma que le había impedido escuchar la bomba con la que habían intentado asesinarlo durante su primera magistratura.



Los miembros del Senado expresaron su preocupación por esta sordera que hacía imposible toda comunicación; al enterarse de esta inquietud el sanjuanino exclamó: “¡No vine aquí para escucharlos, vine a que me escuchen a mí!”



No se si nuestra Señora Presidente estaba al tanto de esta anécdota cuando días atrás afirmó sentirse “la Sarmiento del Bicentenario”, al anunciar el reparto de miles de laptop entre jóvenes educandos nacionales, idea que no me parece mal pero que, dada la experiencia hasta el momento, dudo de su concreción y modo de aplicación.



¿Estaremos asistiendo a un nuevo proyecto tipo “Tren Balín”? Alguien, algún día, quizás nos aclare cuanto se gastó por estudiar la factibilidad de construir un tren sobre una de las zonas más planas de la Tierra, donde para colmo, ya corre otro tren. ¿Fueron 200 ó 300 millones de U$S? Vale aclarar que recientemente algunos funcionarios de Alstom fueron acusados de cohecho en Inglaterra. Acá, ¿alguna vez se sabrá la verdad?



Los hombres tenemos el pensamiento mágico de creer que la sola adquisición de tecnología, por si misma incluye la implementación de su uso. De esta manera los Baby Boomer, que hemos crecido con la ilusión que la ciencia nos resolverá todos nuestros problemas, adquirimos computa-doras y teléfonos digitales de alta sofisticación, que en última instancia solo usamos para mandar mails y jugar al solitario.



La donación de computa-doras a los párvulos de por sí parece un fin loable, pero presenta, como con todas las cosas, ventajas y desventajas más allá de detalles técnicos que han sido denunciados y de los que no puedo opinar por carecer de conocimientos que me permitan discernir quién tiene razón.



En primer lugar el uso de los fondos del Anses para cubrir estos gastos de 4000 millones de pesos es de por si materia discutible ¿Le sacamos a los viejos para darle a los jóvenes? ¿Hasta que punto esto no compromete más a nuestros ya comprometidos jubilados?



En segundo lugar. ¿Están capacitados nuestros docentes para enseñar el uso de esta tecnología? La computadora puede usarse para ampliar nuestro conocimiento pero también en Internet hay, por ejemplo, más de seis millones de sitios de pornografía.



Inevitablemente las laptops serán usadas para estudiar y conectarse (chatear, mandar mensajes, mails, etc.), pero no siempre los fines serán non santos, de hecho Internet se ha convertido en un parque de diversiones, fin ineludible del mundo que nos espera (¿con qué llenaremos el tiempo ocioso de los millones de humanos que cada día tendrán menos que hacer? ¡con Internet! usted adivinó y sigue participando).



Esperemos que estas herramientas no sean objeto de especulaciones y que se castigue severamente a aquellos que las quieran vender, sustraer, dañar o usarlas con fines prebendarios.



En definitiva, la tecnología no es de por sí misma una tabla de salvación, en el uso que le demos está la llave del éxito. La salvación de un pueblo no se encuentra en sus riquezas naturales sino en el uso de su capacidad intelectual. Los países orientales son el mejor ejemplo. Corea de Sur es del tamaño de la Rioja –en el primero conviven 40 millones de personas mientras que en La Rioja 400.000 (Dios es sabio, si fuese al revés quién sabe que haríamos con 40 millones de Riojanos en el mundo).



En el 2008 Corea patentó 80.000 ideas. En la Argentina solo 80. La proclamada dependencia cultural denunciada por los setentistas, no es fruto de las tretas imperialistas sino de nuestra propia incapacidad, consecuencia del facilismo, la burocracia, el cultivo del populismo y la demagogia que conlleva a todo el mundo a seguir mamando de la enorme ubre estatal, donde el esfuerzo individual es mal visto y la mediocridad establece un patrón equiparativo en desmedro de la capacidad superadora.



De seguir cultivando una política donde se denigra la competitividad y el esfuerzo, corremos el peligro que la misma tecnología solo sirva para aumentar la brecha educativa con otras naciones.



Una vez más la Señora Presidente hizo alarde de valores distorsionados afirmando que no hubo gobierno que invirtiese tanto en educación como el suyo. La afirmación resulta temeraria, ya que como señalé ut supra, la inversión se hizo a expensas de vulnerar otro grupo social.



En segundo lugar, debemos entender que destinar más dinero del PBI a una actividad en particular no siempre implica la mejora de ese sector; el gobierno argentino de esta forma suele alimentar la enorme ¡Qué digo enorme!, la paquidérmica burocracia que está creando. Se suele afirmar que solo el 20 % de lo destinado por el gobierno llega a los efectores; permítaseme dudar de este valor. Sospecho que menos aún llegará a los educandos.



La afirmación de la Señora Presidente sobre la similitud entre Sarmiento y ella, irritó a una parte de la sociedad. Más allá de la vanidad a la que ya nos tiene acostumbrados (aunque no deje de sorprendernos su megalomanía comparándose con Keops frente a su pirámide), les voy a decir que esta vez y en parte, CFK tiene razón, la Señora Presidente guarda cierto parecido con Sarmiento. Sí....no se ofusque, paso a recordarle algunos datos que nuestra almibarada historia oficial ha soslayado y puede ser que los lectores no tengan presente.



Sarmiento fue el único presidente que estuvo a punto de ser interpelado por insanía. De allí que se lo recuerde como el loco Sarmiento, o como decía García Hamilton, el cuyano alborotador.



A lo largo de su historia tuvo expresiones poco felices como ser:



“Es preciso emplear el terror para triunfar”.



“Para ganar las elecciones… nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror”.



“Es preciso acogotar a Alberdi, a Del Carril, a Gutiérrez, Vicente Fidel López, Cané y Tejedor” –entre otros hombres de su época que no incluyo para abreviar el texto.



Paul Groussac –que no puede ser tildado de revisionista y que conoció muy bien al sanjuanino- lo llamaba “Don Yo”: le encantaba ser auto referente y escribía en distintos medios exaltando su gestión presidencial –técnica que nuestra Señora Presidente cultiva en abundancia a través de la Cadena Nacional y sus declaraciones irritantes, a las que el Sanjuanino también recurría con frecuencia, como la vez que acusó a Mitre de enriquecimiento ilícito sin pruebas que lo secundaran. (Octubre 1874)



La diferencia entre Sarmiento y CFK desde ya que existen y se basan, sin duda alguna, en la intencionalidad. Mientras que Sarmiento estaba imbuido de un espíritu patriótico que apuntaba hacia un proyecto de nación, al que se abocó de cuerpo y alma en forma desinteresada, sin miras a un enriquecimiento personal, no podemos decir lo mismo de la Señora Presidente y su cónyuge –el primer damo en funciones-. La codicia desmedida encenderá la llama de su hoguera de vanidades.



Sólo nos resta esperar que la próxima semana no se compare con Napoleón, ni se le ocurra construir una pirámide para glorificar su gesta, porque de seguro consultaran con Alstom.

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