TEMOR AL FALLO
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EDITORIAL
El temor al fallo
A medida que se acerca el 20 de Abril, fecha para la que la Corte Internacional de La Haya prometió hacer público el fallo sobre el contencioso entre Argentina y Uruguay, los ánimos se van tensando. La tensión es la misma en ambas orillas y no por el fallo en sí, sino por la reacción que puede acompañarlo en ciertos sectores.
Por parte del Gobierno argentino se evalúan las distintas posiciones a tomar. Cierto es que el meollo del asunto pasa por el corte del puente "General San Martín", pero no es el único elemento que el Gobierno tiene que tener en cuenta. Cambiado Vásquez por Mujica, la posibilidad de reiniciar el diálogo se concretó y el encuentro apunta a dos objetivos: uno, el final del corte y la situación de beligerancia de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú con Uruguay; y otro, la postulación de Néstor Kirchner a la UNASUR.
Sin dudas la situación del Gobierno argentino es la más complicada: Mujica es un duro a la hora de hacer acuerdos y tiene mejores cartas en esta jugada. La ambición de Néstor Kirchner sobre la UNASUR también tiene otro tipo de intereses, por ejemplo, tener una condición extra nacional en el caso de que el gobierno que comparte con su mujer sufra una crisis terminal. El problema es que se necesita de la voluntad de los orientales para alcanzar esa posición. Ya Tabaré Vásquez lo impidió. Ahora, para que acepten hay que acatar primero el fallo y, luego, los condicionamientos uruguayos. Eso implicaría más que soltarle la mano a la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú, en realidad, traicionarla. Algo que tarde o temprano habría de suceder, pero que el Gobierno dilató durante mucho tiempo para presionar a Uruguay, no porque lo necesitara sino por la inquina de Néstor Kirchner contra Tabaré Vásquez.
El problema está en cómo abrir el puente sin desbordes ni represiones, y luego ver cuál será el costo de resarcir a Uruguay por estos tres años de aislamiento. Nadie piense que Uruguay va a condonar esa deuda. Los más optimistas opinan que el fallo no sólo beneficiará a Uruguay sino que además tendrá un costo muy alto para nuestro país.
¿Qué pasaría si gente de Gualeguaychú se lanza hacia Fray Bentos? ¿Si muere algún uruguayo? ¿Si muere alguien de Gualeguaychú?
Para Mujica tampoco es fácil. Uno de sus ministros ya ha dejado en claro que la relocalización de Botnia es un imposible, y que la situación de tensión se agrave, no les conviene bajo ningún aspecto, aunque han dejado en claro que no admitirán ninguna violación de su soberanía. Su idea de poner la energía en producir les hace ver este conflicto como una pérdida innecesaria de tiempo y fuerzas que preferirían aplicar en ellos mismos. Por otra parte Mujica no jugaría su buena imagen en concesiones graciosas a la Argentina ni a los Kirchner.
En Gualeguaychú hay quienes sospechan que serán entregados y estudian cómo reaccionar. Las opciones son pocas, pero hasta que se conozca el fallo nada pueden hacer. La idea del enfrentamiento endureciendo su posición parece ser la única, porque al menos los pondría durante un tiempo en los medios. Las diferencias dentro de la Asamblea están en hasta dónde llegar en esa aplicación de fuerza. Tampoco creen que puedan conseguir más que lo que consiguieron en estos tres años, es decir, hacerse odiar por propios y ajenos. Pero, lo grave, es que en esta situación límite nadie sabe cuál puede ser el resultado de cualquier enfrentamiento.
El problema para las ambiciones de Kirchner radica en que su postulación y designación sería el 4 o 5 de Mayo en la reunión de UNASUR en Buenos Aires, y el fallo de la Corte Internacional de La Haya se conocería alrededor del 20 de Abril. Casi dos semanas en las que cualquier actitud desgraciada puede obligar al gobierno de Mujica a no aceptar la postulación de Kirchner.
Quien siembra vientos recoge tempestades. La lógica indica que pase lo que pase, no será bueno para los intereses locales.
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