NOS TOMAN POR TONTOS
El Liberal - 17-Abr-10 - Opinión
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¿Creen que somos tontos?
por Juan Carlos de Pablo *
Los funcionarios que insisten con que en la Argentina 2010 no hay inflación sino "reacomodamiento de precios relativos", "tensión de precios", etc., y que "el Indec mide bien el aumento de los precios", ¿son tontos, creen que nosotros somos tontos, o las dos cosas a la vez? Me gustaría espiarlos cuando llegan a sus casas, luego de pronunciar una vez más afirmaciones como éstas y tienen que mirar a la cara a sus familiares; de la misma manera que me gustaría espiarlos en las clases que dictan, y luego de decir lo que dicen tienen que mirar a la cara a sus alumnos.
Una de Per O. Grullo, pero muy importante: quien tiene responsabilidades ejecutivas, en una nación, una empresa, un club o una familia, tiene que dar respuesta en el plano de los hechos, no solamente ganar debates. A la hora de la cena nuestra madre nos tenía que dar de comer, arreglándoselas con lo que hubiera. Mientras el resto de la familia seguía en el living, discutiendo "la decadencia de Occidente", ella se iba a la cocina, a preparar algo. ¡Esto es dar respuesta!
Una estupidez es una estupidez, la diga el barrendero de la esquina, el ministro de Economía o el Sumo Pontífice. Pero me molesta menos cuando viene acompañada de las acciones que pueden, realmente, solucionar el problema.
Ejemplo: puedo decir que la bañadera de mi casa se desbordó porque accidentalmente se cayó el tapón, y no porque me quedé viendo hasta el final otro capítulo de Dr. House, pero por lo menos corro hasta el baño y cierro la canilla.
Mi preocupación sobre el tema inflación, aquí y ahora, es que junto a explicaciones que en privado no deben creer ni ellos, los funcionarios a cargo del tema no están haciendo nada serio al respecto.
Es sabido que en la actualidad la inflación tiene un componente convencional, que deriva del aumento del gasto público, la cantidad de dinero, etc., más un componente que surge de la reversión del ciclo ganadero (en el corto plazo la reducción forzada del precio relativo de la carne vacuna induce la liquidación de hacienda, y por consiguiente el "milagro" del aumento de la faena.
Pero en la Argentina 2010 ya terminó el corto plazo y por consiguiente comenzó la etapa de retención de ganado, con la correspondiente alza del precio relativo del producto).
El impacto del ciclo ganadero sobre la tasa de inflación tiene una larga historia en la Argentina. Adalbert Krieger Vasena aprovechó que los ingleses "descubrieran" que la carne vacuna argentina tenía aftosa, porque le vino bien para su programa antiinflacionario; Juan Domingo Perón y Alejandro Agustín Lanusse tuvieron que aplicar vedas al consumo interno de carne vacuna, cuando las exportaciones de carne eran cruciales para el balance comercial; José Alfredo Martínez de Hoz calculó el índice de precios "descarnado" cuando el precio relativo de la carne vacuna subió, por razones estacionales (lo hizo un sólo mes, publicándolo junto al índice convencional); y Ricardo Mazzorin importó pollos en 1986, teniendo que tirar a la basura la mayoría de ellos, luego de mantenerlos congelados durante años.
En la Argentina 2010, sobre esta cuestión tenemos consejos (consuma cerdo, que según Cristina Fernández de Kirchner produce extraordinarios efectos sexuales que lamentablemente ningún galeno -ni hombre común- pudo ratificar), amenazas (de prohibir las exportaciones de pollos) y 3 camiones refrigerados, para vender pescado "a precios accesibles" por el Gran Buenos Aires.
El secretario de Comercio seguirá realizando espectaculares acciones individuales, contra algún producto o alguna boca de expendio, pero cualquiera se da cuenta que la lucha contra la inflación es otra cosa.
¿Usted qué haría, si fuera Amado Boudou?, los periodistas nos preguntan a los economistas. Interrogante irrelevante, porque ninguno de los entrevistados es el actual ministro de Economía. Más importante todavía, la respuesta es irrelevante si ignora el contexto político en el cual está planteada hoy la política económica.
La cuestión relevante no es "qué haría usted si fuera ministro de Economía" sino "que cree que va a hacer quien está a cargo de la conducción económica del país". Ahora hablamos.
Respuesta: hay que tomar todas las decisiones sobre la base de que va a continuar haciendo lo que está haciendo. Es decir, plantear un debate centrado en el juego de las palabras, mientras no se adopta ninguna decisión que reduzca, pero en serio, el aumento sistemático del nivel general de los precios.
Esta es la razón por la cual, en la Argentina, el horizonte decisorio se achica cada vez más. Hugo Moyano podrá decir que "la inflación controlada no es mala", pero en defensa del interés de sus representados va a negociar aumentos salariales que nada tienen que ver, ni con la estimación oficial del aumento de los precios al consumidor, ni con algún concepto de "inflación controlada".
No sólo eso, minutos después de finalizar una negociación salarial referida al año, la reabrirá. Hechos para fundamentar la reapertura no le van a faltar. Salvo los jóvenes, los argentinos sabemos que cuando vivimos un período de fuerte aumento de la tasa de inflación quienes están dormidos o son lerdos en la toma de decisiones pagan cara su conducta.
En materia inflacionaria, por consiguiente, las claves decisorias no están en el juego de palabras oficial, sino en la falta de acción concreta.
* Economista. Columnista de Revista Fortuna
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