LA REFORMA
La Nueva Provincia - 13-Nov-09 - Opinión
La anunciada "reforma política"
por Guillermo Lascano Quintana
Es probable que las propuestas que haga el Poder Ejecutivo al Congreso sobre reforma política escondan segundas intenciones, destinadas a intentar favorecer las pretensiones electorales del kirchnerismo. No debemos sorprendernos, porque eso es lo que sucede con todo proyecto vinculado con los regímenes electorales y de partidos políticos, aquí y en todo el mundo.
Cualquier experto en estas cuestiones sabe que tales regímenes no son neutros; siempre tienen (como cualquier proyecto de ley) propósitos determinados (favorecer o no la creación de partidos, alentar o no la participación ciudadana, asegurar o no la limpieza de procedimientos, etc.).
Cualesquiera sean las segundas intenciones del Poder Ejecutivo, la cuestión debe debatirse; entre otras razones, pues se trata de un tema central, liminar y basal de la organización de la república. Sin partidos políticos democráticos y sin un sistema electoral que asegure la representación de la ciudadanía, seguiremos navegando en las aguas de la mentira sobre nuestro sistema institucional. Hoy, hay muy pocos representantes que hayan sido seleccionados por métodos distintos de la voluntad de unos pocos en cenáculos secretos. Eso debe terminar.
Cuadra recordar que, de acuerdo con la Constitución, se requiere una mayoría especial para modificar la legislación referida a los partidos políticos y al sistema electoral, lo que alienta la esperanza de que, para lograr los cambios, no baste con los votos oficialistas; aunque ello, a su vez, pueda ser un obstáculo para lograr los necesarios.
En consecuencia, de lo que se trata es de proponer las modificaciones imprescindibles para mejorar la representatividad, fortalecer los partidos, garantizar su financiamiento de manera pública y honesta, y explicar de manera sencilla, a la ciudadanía, lo que se pretende hacer, de modo de lograr que la opinión pública apoye los cambios.
A título de ejemplo, se señalan algunas propuestas de cambio:
Para favorecer las candidaturas independientes, sin menoscabar el rol reservado a los partidos políticos, estas podrían ser propuestas por aquellos, a cuyo fin tal posibilidad debería estar prevista en sus cartas orgánicas.
Las plataformas electorales deberían ser aprobadas con suficiente antelación para su conocimiento público y los candidatos quedarán comprometidos por sus propuestas. En caso de violación por los representantes, los partidos políticos podrán denunciarla, para su tratamiento inmediato por el órgano que integre el legislador, a fin de lograr su remoción. El corolario es que las bancas pertenecen al partido.
Para mejorar la representatividad de los legisladores y demás funcionarios elegidos, y, al mismo tiempo, asegurar el rol de los partidos, habría que reinstalar las elecciones internas abiertas y simultáneas, de corta vigencia y nula aplicación en nuestro país.
Respecto de las afiliaciones, habría que conceder un plazo para que aquellas sean ratificadas, generando padrones partidarios nuevos e incuestionables.
En punto a la financiación de las agrupaciones partidarias, habría que obligar a sus afiliados a alguna contribución mínima, además de la prevista por aportes estatales, exigiendo la difusión pública, tanto de ingresos cuanto de egresos, y asegurar, a quienes hagan campaña, el acceso igualitario y sin cargo a los medios de difusión.
El sistema electoral debería prever el voto electrónico y la boleta única (cuestiones ampliamente debatidas), así como distintas fechas, inamovibles y diferentes, para las elecciones en los niveles nacional, provincial y municipal.
Finalmente, habría que contar con una autoridad electoral, confiable e imparcial, que no debería ser el ministerio del Interior.
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