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lunes, 16 de noviembre de 2009

TAN SÓLO PALABRAS


La Caja de Pandora - 16-Nov-09 - Editorial

http://www.lacajadepandoraonline.com/Editoriales2/84.html

PALABRAS, PALABRAS, TAN SÓLO PALABRAS

por Malú Kikuchi

En los setentas, Silvana Di Lorenzo cantaba "Palabras, palabras, palabras, tan sólo palabras hay entre los dos". Y lejos en el tiempo, los romanos decían, "verba volant", a las palabras se las lleva el viento.

¿Es tan así? ¿Son sólo palabras, y estas no tienen un significado profundo, peso, entidad, responsabilidad? Las palabras nos expresan, nos comunican. Un mundo sin palabras sería pura desolación.

Aunque hay palabras que sobran, quizás no sobren las palabras, sino aquellos que las dicen.

¿Qué quiere decir destituyente? Para el gobierno, todo aquello que se refiera a la realidad Argentina de hoy. También hay palabras desestabilizadoras y hay hechos auto desestabilizadores.

Las palabras constituyen el reflejo de la realidad de la sociedad que las utiliza. Si la sociedad es racista, clasista o resentida, la lengua también lo es. Las palabras no sólo nos expresan, también nos definen.

Y eso es exactamente lo que han hecho las palabras pronunciadas esta semana, Las palabras han definido, de un lado una realidad que se denuncia y del otro lado, la misma realidad que se niega.

Los personajes que hablaron, los de un lado y los del otro, se definieron a si mismos a través de las palabras y también definieron a las muchas personas que cada uno de ellos representa.

Tema, la inseguridad. Esa "sensación", según el jefe de gabinete de ministros, Aníbal Fernández, que ahora sostiene con cifras. No sabemos si son cifras proporcionadas por el INDEC, especialista en jibarizar números. Pero según Fernández, no hay inseguridad.

El problema es gravísimo, porque mientras desde el gobierno se habla de "sensación", la sensación que sufren los habitantes de Argentina, es que los matan, los roban, los secuestran, los asaltan y los violan.

Casi tres muertos por día tienen la sensación de haber sido asesinados. Se calcula una cifra inmoral de asesinatos para fin de año. Cifra que niega el gobierno, directo responsable de la inseguridad. La reduce a una "sensación" de personas paranoicas.

Puede que los argentinos nos hayamos vuelto paranoicos, razones no nos faltan. Pero como dice Woody Allen, "que yo sea paranoico no quiere decir que no me persigan".

Los tres íconos de la televisión argentina, la Sra. Mirtha Legrand, Susana Giménez y Marcelo Tinelli, cada uno desde su medio, salieron a pedir socorro para la gente que está indefensa.

Lo hicieron ejerciendo su derecho de ciudadanos. No insultaron, no agredieron, usaron las palabras correctas y pidieron lo que todos pedimos, ¡que hagan algo para que no nos sigan matando!

Luis D´Elía, como no podía ser de otra manera, contestó. Esta vez la defensa al gobierno consistió en descalificar, insultar y agraviar a las estrellas mediáticas. Primero las acusó de ser "nadie". ¡Quiero ser nadie!

Después, fueron acusadas de ser ricas, de tener mansiones y autos de lujo, de haber trabajado para el proceso, de querer la vuelta de los militares y de servir cual chirolitas, a medios del poder económico.

¿Qué tendrá que ver donde viven, los autos que usan y los lugares en que trabajan? El tema es la inseguridad, y de eso, según D´Elía, no se habla.

Se sumó a D´Elía, Miguel Ángel Pichetto, senador nacional, jefe de la bancada del FVP en el senado, aduciendo que a estos personajes, Mirtha, Susana y Marcelo, nunca los había votado nadie. Tampoco habló de inseguridad. De "eso", desde el gobierno, no se habla.

Grave error del senador, ya que todo aquel que tiene algo que ver con los medios, es votado por la gente que elige sus programas, lo que les permite seguir estando en los medios. Sin rating, no hay publicidad; sin publicidad, no hay programas.

Tanto Mirtha, como Susana, como Marcelo, son votados desde hace muchísimos años, por muchísimas personas. Sin que medien planes trabajar, ni ómnibus, ni choripan. Simplemente, porque la gente quiere verlos y escucharlos. La envidia de cualquier político.

Hasta acá, lo que todos sabemos y hemos escuchado y comentado hasta el hartazgo. Ha sido tema excluyente de conversación en todos los ámbitos y todos los niveles. El tema de la semana.

Como siempre, los argentinos equivocamos el problema. El foco no debe estar en si Marcelo le dijo a Luis y Luis acusó a Mirtha o si Susana pidió que. o si Pichetto no sabe nada de medios. El problema es la inseguridad.

El problema no está en la valentía de denunciar públicamente algo que todos conocemos y sufrimos, y que sin duda tiene más peso si el reclamo lo hacen aquellos que son generosamente votados por las mayorías. Aquellos que son "alguien". El problema es de vida o muerte.

Más allá de las palabras, que no son sólo palabras, está la escandalosa pobreza que denuncia la Iglesia, la droga que le come el cerebro a los chicos, la educación pública en caída libre, el desempleo, la corrupción sideral, las mentiras permanentes, el anuncio que no se concreta, la tensión social generada desde el gobierno por el reparto de una caja que ya no alcanza para todos, la permisividad de los jueces, el inmovilismo de la policía, y la inseguridad.

Con la inseguridad, nos va la vida. Aldous Huxley decía que las palabras eran mágicas por la forma en que influían en la mente de quienes las usaban y de quienes las escuchaban. Mirtha, Susana y Marcelo usaron palabras que provocaron una pequeña revolución.

D´Elía y Picheto, también. Ahora, necesitamos hechos. Hechos que desde el gobierno generen políticas de seguridad. Políticas de estado abarcativas, que defiendan la vida de los habitantes y su integridad física y moral.

El gobierno que tiene la palabra fácil, el insulto gratuito, la agresión permanente, la imaginación creativa para el siempre posible complot en contra, ¡que haga algo dentro de la ley con respecto a la inseguridad! Ya!!!

Es el insoslayable deber del gobierno. A ello se comprometieron cuando juraron cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional. Pero no lo hacen. Y esto no son sólo palabras, es un hecho. En demasiados casos, un hecho mortal.

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