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lunes, 9 de noviembre de 2009

NEGROS DE MIERDA



“Yo digo que la desgracia y la mala suerte lo descompusieron, al negarle toda recompensa y estímulo…” (Las tierras blancas – Juan José Manauta)



Cuando uno escucha la frase, suena fuerte. No me refiero a la frase del Chacho Manauta, sino la frase del título. Duele, como un puñal clavado en el corazón.



Pero sabemos que en Argentina es una frase de todos los días. De cada esquina. Es una frase que hoy, más que discriminatoria, es grito de bronca. Así que no debemos caer en la pavada de rasgarnos las vestiduras, porque es hoy una frase tras la que se esconde una realidad peligrosa. Es una frase que muchas veces me la han gritado a mí.



Hace poco, a uno de mis hijos, adolescente él, lo robaron en la calle a la salida de la escuela. Mediodía en una esquina transitada. Se le acercaron dos chicos, lo abrazaron con fuerza, le pusieron un cuchillo en la cintura… y luego el despojo.

Gerva vino llorando, me abrazó fuerte… “negros de mierda, con todo lo que había ahorrado para el celular”.



Yo lo dejé desahogarse. Ni siquiera atiné un cometario ante esa frase dicha con bronca.



Tiempo después hablamos del tema, cuando a los dos se nos había pasado la bronca y el susto. Porque… obvio, la cosa no es el celular. Ni siquiera son los billetes. El tema es más profundo que todo eso. El tema es el país en el que queremos vivir.



Uf, ya los escucho a los teóricos de la violencia, esos que trabajan de disculparla siempre con sus teorías de la desigualdad social. Ya imagino a los disculpadores de la barbarie, asestarme la cachetada ideológica en mi jeta “fascista”.



Pero hoy, sinceramente, no me importa. Me resbalan sus prejuicios imbéciles, y me río de su tilinguería socialista que pasean en autos cero kilómetros y descansan en quintas ostentosas.



Hoy, sinceramente, me río de su garantismo idiota y suficiente. La realidad del país los tiró a todos ellos a las patadas del pedestal desde el que declamaban victorias crueles a precios nefastos. Y viceversa.



Yo ya lo he escuchado todo. Llevo 25 años escuchando a los distintos prometedores de un “país mejor”. Escuchando a los señores que todo lo saben, hablar desde los estrados. Los señores que todo lo explican. Y usted también los ha escuchado.



Podemos teorizar un millón de palabras, pero lo cierto es que mientras escuchamos teorizar a los teóricos, en las calles hay bandas de chicos y de grandes matando porque sí. En este país hay una bala disparada por cada razón garantista.



Llevamos un montón de años de gobiernos autoproclamados “populares”. Un listado incalculable de leyes “progresistas”. Nada de mano dura… esas leyes son leyes dictatoriales. Policía que tira, policía con sumario. Con los chicos no, y ese No en un NO rotundo. Con los chicos No, ni aunque nos maten. Chico que mata, sirve para otra muerte… y así hasta la mayoría de edad. Un porrito no es delito. Unos gramitos de lo otro tampoco. Es consumo personal de consumidores sociales. Enfermitos a los que hay que querer y cuidar… nada de obligarlos a curarse.



El juez Zaffaroni, el mismo que había olvidado pagar algunos impuestos antes de entrar a la Corte Suprema de Justicia, dice muy suelto de cuerpo y con una sonrisa en su boca tras la despenalización de la tenencia de drogas: “una plantita de marihuana en la ventana se puede tener”.



Cuando después vimos al hijo de Emilio Pérsico (barbado estandarte del gobierno “popular”), trasladar varias macetas con marihuana en un vehículo oficial de una repartición que regentea la cuñada de la presidente Cristina… ahí entendimos mejor las palabras de Zaffaroni. También a los pocos días el hijo de Pérsico zafó de las rejas… es que para eso está el poder!!.



Pero lo cierto es que cuando uno suma todo a lo largo de los años, se encuentra con el triste resultado de que el país, más que serio, se hizo joda.



Todos aquellos que por alguna razón hemos tenido que acudir a la policía para hacer alguna denuncia lo sabemos. Porque a todos, la policía nos ha dicho lo mismo: “Nosotros no podemos hacer nada”.



Y es cierto, no pueden hacer nada con un pibe que mata de un balazo a un tipo que va a laburar, y tampoco puede hacer nada con un grandulote que con un trapito nos extorsiona en una calle con rayarnos el auto si no le damos plata.

Menos pueden hacer con un nene de mamá que pasa fumándose un porro por la puerta de la comisaría gozando a los agentes con sonrisa socarrona. Acá, ya nadie puede hacer nada.



Entonces uno suma todo… y las cuentas del país dan claritas. Ni les cuento cómo dan las cuentas del futuro!!



Pero están los teóricos!!!, que hasta parecen pagos por los delincuentes. Que los 13 años, que los 15 o que los 18… uf… cómo saben los tipos!!



Teoricemos otro millón de palabras si quiere. Pero yo veo en la calle cada día un país peor. Con los chicos no. Pero ellos con nosotros sí. Con los cuatro vivos que cortan la calle para protestar, tampoco. Con los que bloquean las entradas a las fábricas, menos.



Con los camioneros de Moyano que impiden que se distribuya el diario Clarín…menos que menos!!. Sume… el país de la joda.



Claro que una redistribución más justa de la riqueza haría caer los índices de violencia e inseguridad. Obviamente que la educación nos salvaría de la barbarie. Seguramente que un chico escupido del sistema, será un chico resentido contra el sistema.



Pero mientras esperamos ese día glorioso del país dorado que soñamos todos, ese que nos vienen prometiendo los teóricos desde hace 25 años, podríamos pensar el mientras tanto… podríamos ponernos de acuerdo en qué hacer mientras llegamos a esa tierra prometida donde todos seremos Donald Trump sin laburar un carajo.



“Tengo 29 años, un hijo de 2 años y voy a tener una hija el martes, qué te puedo decir, nada... Sólo sé que doblamos en la esquina, se cruzaron tres o cuatro negros de mierda, que es todo lo que tenemos en este país, negros de mierda, y nos pegaron un tiro" dice llorando desconsoladamente Vanesa ante las cámaras de televisión.



A su lado, su papá le pide calma. Los entiendo a los dos. Entiendo la bronca de Vanesa, a la que le mataron a su esposo Gonzalo en su cara, y entiendo el pedido del padre ante la frase fuerte. Pero Vanesa sigue con su dolor a cuestas: "¿Alguna vez agarran a alguien? ¿Alguna vez hacen justicia? Lo único que hacen es hablar de derechos humanos y nadie se preocupa cuando destruyen a una familia. ¿Hay un detenido?, que lo maten y sino que me lo traigan que lo mato yo".

Gonzalo, su esposo, fue asesinado de un balazo en la cabeza delante de ella, embarazada y de su hijo de 2 años, cuando intentó escapar de tres delincuentes que pretendían robarle el auto en la localidad de Ciudadela. "Mi hija no va a conocer al padre, que lo maten al detenido. Si no que lo traigan lo mato yo, destrozaron una familia".



En tanto, Rubén Díaz, el papá de Vanesa, dice: "los funcionarios y políticos son todos ineptos. Tengo 80 robos de auto y cientos de recaudaciones robadas. Llevamos muchos años de mala vida. No confundamos, los chicos que mataron a Gonzalo no son gente humilde, esos están en las provincias, laburando en el monte. Esa es gente humilde. Estos no son humildes, estos no quieren trabajar".



Unos días después, cerca de esa misma esquina, un chico de 13 años le pegó un tiro en la cara al Negro Cáceres.



Claro que “negro de mierda” es una frase desafortunada. Repudiable. Pero cuidado… que el árbol no nos impida ver el bosque. Porque siempre, en algún momento de la historia, los mansos pierden la paciencia.



Publicado por Horacio Ricardo Palma




“Si a las tres de la mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por la ventana de la fortaleza”. Gral Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano 1810.

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