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lunes, 14 de septiembre de 2009

BIOGRAFIA NO AUTORIZADA DE CRISTINA


Biografía no autorizada de Cristina Kirchner (Segunda parte)
En aquellos años comenzó a brillar en ella ese talento para la argumentación que hoy le reconocen amigos y enemigos. Todavía hoy su destreza retórica lleva aquella marca universitaria. Es una forma de razonar que no pretende convencer sino vencer. Se aprende en las asambleas universitarias más que en la serena y rigurosa discusión académica.

Quienes conocen de cerca a la Presidenta hacen notar ese rasgo dominante de su discurso: “No hay que pedirle consistencia científica. Es la oratoria de quien propone doblegar al adversario con una dialéctica de plazo fijo, cuya validez se agota en los límites de un congreso de partido o una sesión parlamentaria”, observa un militante de aquellos años que sigue acompañando a los Kirchner.

En 1975, esos experimentos estudiantiles habían perdido su carácter deportivo. Kirchner conoció la muerte de cerca: sus amigos Roberto “Tatú” Basile y la “Negrita” Mirta Aguilar, que eran novios, fueron acribillados a balazos, al parecer por la Triple A.

Después desapareció otro íntimo de Néstor, Carlos Labollita, de Las Flores. Pertenecían, como Kirchner, a esa red de estudiantes del interior que, en La Plata, comenzaba a resultar carne de razia policial en las pensiones.

El 9 de mayo de 1975, Cristina y Néstor se casaron por civil. Festejaron en City Bell. Todo muy prosaico, sin fotos, a lo Kirchner. No importaba vivir en una pensión.

¿Había llegado la hora de liberarse, de una vez por todas, de la tensión de aquella casa materna?

Ofelia les consiguió un trabajo precario en AERI, su gremio. Cristina y Néstor debían atender la mesa de entradas.

Fotios Cunturis, el secretario general del sindicato, recuerda que desde esa posición los recién casados comenzaron a organizar una lista opositora, aprovechando el contacto con los delegados del interior. Cunturis casi se convierte en un precursor de Duhalde, pero consiguió zafar de ese destino: todavía está al frente del sindicato y acaba de ponerse a disposición de Daniel Scioli. Acaso planea, tarde, su venganza.

El golpe militar del 24 de marzo de 1976 terminó por aterrorizar a Cristina. El 3 de julio, Kirchner se graduó, ella no.

“Quiero tener el título y hacer plata para gobernar mi provincia” dijo Néstor. Los que se empeñan en demostrar que su paso por la izquierda fue tangencial, citan esa frase y constatan que pudo seguir asistiendo a las aulas de una universidad del Estado cuando ya estaba intervenida por los militares.




Cristina sin embargo, vivía aterrada y consiguió convencerlo para irse a vivir a Río Gallegos. El 26 de julio ella dejaba su ciudad natal. Con la excusa de una guerra ideológica, la vida en La Plata se había degradado a una básica animalidad.

Partir era dejar atrás la violencia, los procedimientos militares a toda hora, el fantasma tangible de la muerte. Con la fuga a la Patagonia se tendía un telón sobre aquella familia incómoda, esa infancia silenciosa, aquellas discusiones enardecidas, aquel entorno por momentos opresivo.



En Río Gallegos, con su adecuada lejanía, sería más fácil completar la autoinvención que había emprendido muy temprano aquella chica de los modestos bordes de Tolosa.



Vaya a saber si Kirchner, distraído en sus ensoñaciones de poder, no representó para esa biografía platense la síntesis de una secreta, privada, redención.



Santa Cruz podría haber sido un comienzo absoluto si no fuera por esa noche en que Néstor fue brevemente detenido, junto al hijo de una familia prominente, Rafael Flores Sureda. La provincia era segura, estaba militarizada.



Los jóvenes Kirchner eran recibidos por un entorno familiar tradicional y ajeno a la política. Néstor ejercería la abogacía para firmas comerciales. Cristina se convertiría en mamá. El 16 de febrero de 1977 nació Máximo, a quien ella llama ahora “El Osito” y con quien disfruta de las discusiones políticas.



Máximo también nació en La Plata. Cristina regresó a esa ciudad, dolorosa por mil razones, cada vez que pasó algo crucial en su vida. En el platense Teatro Argentino lanzó su postulación para el Senado en 2005. En el mismo lugar oficializó la candidatura a la presidencia. Ni quienes la conocen mucho explican esa recurrencia.



En Río Gallegos se constituyó una intimidad familiar inesperada para esos militantes universitarios. Néstor comenzó a prosperar en su estudio jurídico, después asociado a Domingo Ortiz de Zárate. Cristina colaboraba con ellos.



La pasaron mal cuando les plantaron una bomba, un atentado sobre el que ella tiene ahora sospechas más precisas que en aquel entonces. Lo demás fue, al parecer, dulce calma.








De aquellos años es testigo Rudy Ulloa, un humilde diariero, hijo de chilenos a quien los Kirchner incorporaron como cadete, chofer y asistente todoterreno para las cobranzas de la usura.



Desde entonces, junto con su hermana y su tía, Ulloa está integrado a la familia. Ocupa un lugar político relevante. Administra un diario, una radio y un canal de televisión en la capital de Santa Cruz. Por lo visto, fue ahorrativo. No hay que indagar mucho para detectar la línea editorial del multimedia: el programa central de la cobertura política se llama, con sinceridad, El ojo del amo. Parece un chiste. Ulloa, es muy dócil con los Kirchner, es el terror de los gobernadores santacruceños. En la escena porteña forma dúo con el ex maoísta Carlos Zannini.



http://saleconfritas.blogdiario.com/1252934631/


Mañana la seguimos…

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