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jueves, 3 de septiembre de 2009

DESESPERANZA


La economía argentina ya ha dejado de crecer al ritmo vertiginoso de los últimos cinco años y el estado de amesetamiento en el que se encuentra desde hace 15 meses preocupa a las autoridades económicas nacionales. El conflicto con el sector rural trajo aparejado un fuerte debilitamiento de las economías regionales, con pérdidas de fuentes de trabajo y una caída en el consumo, que todavía no ha podido volver a la normalidad, y que los hechos que suceden hoy en día en el sector rural, no hacen más que complicar la recuperación.



La crisis del Indec, que trajo aparejado una ausencia total de estadísticas oficiales confiables no sólo hace inviable el monitoreo de las políticas públicas, sino que además afecta la regulación de las relaciones económicas y eleva la incertidumbre de toda la sociedad, por no contar justamente con números que digan la realidad de lo que ocurre en estas tierras.



La situación ha llegado a grandes ribetes, donde por ejemplo la sociedad entera ha tenido que resignar parte de lo que antes compraba o hacía, como por ejemplo ir al cine o a un espectáculo deportivo, o comprarse una buena vestimenta para ir a trabajar o distintas clases de alimentos, cuidando de esta manera cada centavo que se gasta, porque cada vez se les hace más difícil llegar a fin de mes con el salario que ganan en su trabajo.



Datos que grafican una situación



Nuestro país está inmerso en una realidad por demás complicada, donde los diferentes sectores de la economía comienzan a sufrir la inactividad de los mismos, con consecuencias totalmente impredecibles de cara al futuro, dejando a la Argentina en un proceso cargado de incertidumbre en la peor debacle económica de décadas.



En medio de la crisis internacional, la Argentina pasa por una creciente etapa de desaceleración económica, que el gobierno, a lo que se le suma el descenso en el precio de las comoditties, lo que es una muy mala noticia para la Argentina , ya que se empezarán a perder dólares que el gobierno contaba para poder hacer frente a distintos tipos de pagos internos y externos, además de perjudicar a la gran mayoría de los productores rurales, que perderán mucho dinero, y en vez de cosechar maíz y trigo, irán a la ganancia rápida y fácil como es la soja, fomentando aún más el monocultivo en la Argentina.



En el boletín del Observatorio de la Deuda Social Argentina de este año, realizado por el Departamento de Investigación Institucional de la Pontificia Universidad Católica Argentina, se les preguntó a las personas que fueron objeto de análisis, si durante el último año en alguna oportunidad habían tenido que resignar un consumo, la utilización de un servicio o el pago de algún impuesto a causa de problemas económicos.



Ante esta pregunta, el 55% de los consultados aseguró que en este 2009 dejó de comprar menos comida o comida de menor calidad, lo que representó un 19% más que el año pasado. Además, el 39% dejó de ir al médico o al dentista, un 21% más que el 2008; así como también se dejó de comprar medicament os en el 31% de los casos, un 17% superior al pasado año; el 49% no compró ropa aunque le hizo falta, un 12% más que el 2008; las personas que dejaron de realizar actividades recreativas trepó al 67%, un 28% más que el año pasado; no pagó o retrasó el pago de impuestos pasó del 15% el año pasado, al 28% este año; y no pagó o retrasó el pago de servicios públicos aumentó del 9% del año pasado al 26% de este año.



La variación de estos indicadores no es homogénea en el conjunto de la población debido a que tampoco lo es la distribución de bienes y servicios en los distintos segmentos sociales. Así, mientras que los sectores más postergados dejan de comprar alimentos y ropa, en los sectores con mayor poder adquisitivo se produce una sustitución de marcas y una disminución de la calidad de lo que se consume. En el caso de la suspensión de actividades recreativas, la mayor tasa de incremento del indicador se observa en los sectores medios altos (133%) en comparación con el estrato muy bajo (44%) se debe a que los primeros son los principales consumidores de este tipo de servicios.



No obstante esta paradójica “disminución de la brecha” producto de la crisis, las estructura de la desigualdad de nuestra sociedad se sigue reproduciendo. Lo propio sucede con la diferenciación según aglomerado urbano: dependiendo de la oferta de cada uno de esos bienes o servicios, también la variación de los indicadores será dispar.



Ante la pregunta acerca de si el dinero ganado ese mes le alcanzaba para afrontar los gastos del hogar y ahorrar, a quienes les alcanza para este último propósito no variaron significativamente de 2008 a 2009, lo que indica que la resignación de algunos gastos en los estratos altos tiene que ver con la incertidumbre y la previsión. La contracara de este fenómeno es que mientras que en 2008, el 37% de los hogares referían que el dinero no les alcanzaba para afrontar los gastos mensuales, en 2009 dicho porcentaje se incrementó en un 19% llevando el indicador al 44% de los hogares



También se muestra que el 43% de las personas encuestadas opinó que el dinero que ganaban les alcanzó pero no pudieron ahorrar ni un centavo, bajando de esta manera un 8% con respecto al año 2008. Además, el 13% dijo que la plata que recibieron en materia de salario les sirvió para vivir y además pudieron ahorrar un poco, un 1% más que el año pasado.



Por su parte, el Observatorio de la Deuda Social Argentina como en sólo un año, ha crecido en nuestro país los hogares con riesgo alimentario. Si bien en 2009 la proporción de personas que refieren que el dinero no les alcanza para los gastos mensuales del hogar es similar en ambos aglomerados urbanos (44% en CBA-GBA y 45% en el resto del interior), el mayor incremento interanual se dio en el primer aglomerado (21% de incremento interanual) en comparación con el resto del interior (13% de variación).



En ambos aglomerados el porcentaje de aquellos hogares que les alcanza para ahorrar no varió de un año a otro, lo que muestra que el impacto de la crisis golpeó en mayor medida a los sectores medios y bajos. En este sentido, el deterioro se evidencia por cuanto mientras que en 2 008 el 58% de los hogares de más bajos recursos indicaba que el dinero ganado mensualmente no les alcanzaba, en 2009 dicho porcentaje asciende al 74%.



El indicador perceptual de riesgo alimentario también experimentó un incremento interanual (40% de variación) llevándolo del 5% de los hogares en 2008 al 7% en 2009. El mayor deterioro se registró en el área metropolitana CBA-GBA en donde se duplicó. A su vez, el mayor impacto se sintió fundamentalmente en los sectores más bajos de la sociedad (12% de los hogares del estrato muy bajo estaban en riesgo alimentario en 2008 frente el 22% en 2009).

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Tras un período de varios años de fuerte expansión económica, disminución de la pobreza y del desempleo, durante el último año a causa de la confluencia en un mismo escenario del impacto de la crisis internacional y de los problemas domésticos, se registró una fuerte retracción en el consumo de una diversidad de bienes y servicios de primera necesidad que hacen a la calidad de vida de las personas.



Desde la primera encuesta llevada acabo en 2004 la Encuesta de la Deuda Social Argentina consulta a los entrevistados si durante ese año en algunas oportunidades en el hogar habían t enido que resignar un consumo, la utilización de un servicio o el pago de algún impuesto a causa de problemas económicos. Estos indicadores han mostrado estar altamente correlacionado con las fluctuaciones de los ciclos económicos y el modo en que éstos impactan en las economías de los hogares.



Como puede verse, un problema que en vez de amainar tiende a agravarse, debido en gran causa a la falta de políticas activas por parte de todos los gobiernos que han pasado en las últimas décadas en nuestro país que tenían como discurso y caballito de batalla de que se iba a dar una mejor redistribución de la riqueza, cuando esto nunca se llevó a la práctica.



Los datos mostrados con anterioridad dan cuenta de una realidad injusta que vive la mayor parte de la población de nuestro país, con las clases acomodadas que sufren menos estos coletazos de la crisis financiera internacional, y con una clase media, media baja y baja que siente enormemente los efectos de la misma, necesitando la mano de los funcionarios para paliar los efectos y empezar a crecer nuevamente como en años anteriores.



Sólo con una fuerte política de Estado que tienda al mejoramiento gradu al y sustancial de la situación social, que lleve a un mejoramiento de las condiciones de vida de los individuos, que procure atender las causas y no que atienda los hechos consumados, la Argentina podrá volver a recuperar la excelencia que supo tener en una época, y evitar que se siga cayendo en el desgaste y deterioro de las últimas décadas.

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