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sábado, 22 de mayo de 2010

BLOQUEO PERMANENTE


Río Negro - 22-May-10 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8

Editorial
Bloqueo permanente

El presidente uruguayo José "Pepe" Mujica ya entenderá que no le sirvió para nada intentar congraciarse con Néstor Kirchner, como hizo al permitirle ser nombrado secretario general de la Unasur, con la esperanza de que le devolviera la cortesía, tomando medidas para poner fin al corte del puente General San Martín por parte de un piquete de asambleístas contrarios a la presencia en Fray Bentos de la papelera que fue instalada por la empresa finlandesa Botnia y que ahora pertenece a la corporación UPM, de la misma nacionalidad. Aunque es de suponer que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su cónyuge preferirían que los asambleístas optaran por levantar el bloqueo, temen que las eventuales consecuencias de un intento de obligarlos a respetar la ley y los derechos ajenos, es decir de "reprimir", les supondría costos políticos elevados, motivo por el que han elegido no hacer nada y apostar a que, con el correr del tiempo, los gualeguaychuenses se den cuenta de que, pase lo que pasare, tendrán que convivir con una papelera en la otra orilla del río Uruguay por muchos años más. Es posible que a la larga la estrategia del desgaste elegida por los Kirchner rinda frutos, pero no debería sorprenderlos que otros sean reacios a continuar tolerando la situación absurda que se ha creado.

De todos modos, la razón por la que la solución definitiva sigue eludiendo a los dirigentes políticos de ambos países consiste en que los militantes de Gualeguaychú no tienen ninguna intención de abandonar una lucha que les ha brindado una oportunidad para desempeñar papeles significantes en un drama con repercusiones internacionales. Para ellos, la ex causa nacional se ha convertido en un objetivo supremo al que es legítimo sacrificar todo lo demás. No les preocupan en absoluto nimiedades como la relación de la Argentina con su vecino y "hermano", los perjuicios económicos enormes que han provocado no sólo a los uruguayos sino también a los comerciantes de su propia ciudad, el impacto fuertemente negativo de su conducta en la imagen de nuestro país al hacer pensar que está en manos de piqueteros agresivos o el hecho de que jueces extranjeros reunidos en Holanda hayan emitido un fallo que no les gusta.

Con todo, aunque desde el punto de vista de los militantes tales detalles carecen de importancia, en Entre Ríos son cada vez más los conscientes de que el conflicto les está ocasionando más problemas que beneficios. Es por eso que hace poco el gobernador entrerriano, Sergio Urribarri, suplicó a los asambleístas que "escuchen el reclamo silencioso de todo el país para que se termine el corte de una ruta internacional, que encontremos un modo más efectivo y menos perjudicial para seguir en esta incansable pelea a favor del cuidado ambiental". Puede que el gobernador se haya equivocado al atribuir a los asambleístas nada más que sentimientos ecológicos acendrados, ya que otros factores, entre ellos el nacionalismo, el afán de protagonismo personal, la politización y la resistencia a darse por vencidos, parecen pesar mucho más que una pasión insólita por la limpieza del medio ambiente, pero es comprensible que se haya esforzado por convencer a los militantes de que compartía su hostilidad hacia las papeleras aunque discrepaba con su forma de manifestarla.

Además de Urribarri y "todo el país", se opone al bloqueo una proporción al parecer creciente de los habitantes de Gualeguaychú, en especial los comerciantes que han sufrido pérdidas debido a los trastornos constantes. Mientras aún había una posibilidad de que prosperara "la causa nacional" -eventualidad que hubiera resultado traumática para Uruguay-, los gualeguaychuenses que están hartos del piqueterismo ambiental se mantenían callados, pero desde que el tribunal de La Haya falló que no hubo contaminación suficiente como para justificar el desmantelamiento de las papeleras, se han animado a hacer oír su voz. Por desgracia, hasta ahora lo único que han logrado es dar pie a un típico diálogo de sordos, ya que los asambleístas atribuyen a sus críticos motivos económicos y por lo tanto "espurios", dando a entender así que, a su juicio, por estar en juego principios superiores estarían dispuestos a resignarse a la depauperación de Gualeguaychú si fuera el precio a pagar por no tener que reconocer que el movimiento en que militan ha fracasado.

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