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domingo, 2 de mayo de 2010

LAS COSAS POR SU NOMBRE : CHORROS !!!


Volviendo a Uberti: Corrupción & Chávez en mayo 2010 como en diciembre 2007

Agotados los esfuerzos políticos por poner a los Kirchner contra las cuerdas (por fallas de esos políticos), la acción sobre los sobornos argentino-venezolanos intenta recuperar la escena de diciembre de 2007/enero de 2008, cuando Cristina tuvo un mal inicio de su gestión por la famosa valija de la que se hizo cargo Guido Alejandro Antonini Wilson.

CIUDAD DE BUENO AIRES (Urgente24). ¿Es posiblevolver a poner contra as cuerdas a los Kirchner en abril/mayo de 2010 tal como ocurrió en diciembre de 2007/enero de 2008 con lo US$ 790.550 que quiso ingresar un grupo de argentins y venezolanos entre quienes estaba Guido Alejandro Antonini Wilson?

La posibilidad de comprometer judicialmente a funcionarios de la Administración Kirchner es cierta.

Pero aquella valija era, desde un comienzo, dinero para la campaña de Cristina de Kirchner, algo que no ocurre, por ahora con los sobornos. De todos modos, no está mal para iniciar una investigacíón ue puede poner al desnudo las metodologías de enriquecimiento ilícito de los Kircher y Hugo Chávez.

La clave de las comisiones es Palmat International, con sede principal en Miami. En 2007, poco después del escándalo de la valija de Antonini Wilson, empezó a facturar sus servicios desde una filial en Panamá. El diario La Nación intentó contactar a los dueños de Palmat y obtuvo respuesta vía e-mail del argentino-venezolano Roberto Wellisch, quien se excusó de hablar en este momento.

En 2004, Néstor Kirchner y Hugo Chávez firmaron el primer convenio que creó un fideicomiso desde el cual se intercambian combustible venezolano y productos industriales y agropecuarios de la Argentina. Ese fideicomiso tiene movimientos del orden de los US$ 750 millones al año, según declaró el ministro de Planificación, Julio De Vido.

Palmat International empezó a operar como agente exclusivo en 2006, en el inicio del convenio bilateral de intercambio de combustible venezolano por maquinaria argentina.

Palmat International cobraba el 15% del total de la venta, de acuerdo con lo pactado con la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma).

Entre 2006 y 2008, se exportaron a Venezuela bajo esa modalidad productos por US$ 292 millones, según datos oficiales.

Madero Trading (José Ernesto Rodríguez, ex gerente de Desarrollo de Impsa/Pescarmona) se sumó a las operaciones luego de firmar un contrato con la Cafma, en abril de 2008, percibiendo el 3% de las ventas por sus servicios de logística en Buenos Aires. Y Palmat bajó a 12% su comisión.

El lunes pasado, el ex defensor del pueblo Eduardo Mondino difundió un viejo expediente en el que se denunciaban como presuntas coimas los servicios de intermediación facturados por las gestoras. Los documentos están en la Justicia.

Los productores argentinos pidieron que hubiera un gestor en la Argentina, luego de algunas complicaciones en los envíos de maquinaria durante los primeros años, en los que Palmat era el agente exclusivo.

Según Madero Trading, sólo participó de esas gestiones durante 6 meses y que cobró apenas $500.000, aunque había firmado un contrato para actuar en ventas que alcanzaban los US$70 millones.

Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"(...) El caso de los presuntos sobornos entre Caracas y Buenos Aires amenaza con convertirse en el peor escándalo de corrupción del gobierno de los Kirchner. Son cientos (o miles) de millones de dólares los que están en juego a través de la compra venezolana de maquinaria agrícola y de alimentos, de la adquisición argentina de fueloil y de los préstamos de dinero de Venezuela a la Argentina mediante la entrega de bonos locales, que luego se negociaban en el mercado internacional con un enorme margen de ganancias; el espacio para la corrupción lo abría la amplia diferencia que existe en Caracas entre el precio del dólar oficial y el del paralelo.

La lealtad de De Vido es ya sobrehumana, porque él mismo fue desplazado por Kirchner, en algún momento de los últimos años, de la negociación económica sustancial con Venezuela. Ese lugar lo ocupó, como un zar del dinero del Caribe, Claudio Uberti. Varios empresarios recordaron que recibieron ese mensaje clave desde Olivos. Hablen con Uberti , les mandó a dec

ir Kirchner cuando se trataba de hacer negocios con Caracas.

De Vido odia cualquier síntoma de debilidad y por eso lo odió a Uberti. Kirchner y De Vido terminaron acordando que Uberti era el candidato ideal como embajador argentino en Caracas, pero la presión de Chávez pudo más y designaron a Alicia Castro en ese lugar. Uberti se quedó sin los empaques del cargo, pero conservó su significativo papel en la relación económica y comercial entre los dos países. Fue así un funcionario inevitable para hacer negocios con Venezuela, hasta que la valija de Guido Alejandro Antonini Wilson (con 800.000 dólares inexplicables) lo tumbó sin remedio.

El fideicomiso argentino-venezolano se refiere también a la compra de combustible. El 12 de abril último, varios días antes del testimonio judicial del embajador Sadous, ocho ex secretarios de Energía (una mezcla de peronistas y radicales) presentaron un duro documento ante el actual titular de Energía, Daniel Cameron. La conclusión de esa denuncia: nunca fue necesaria, aseguran, la importación de fueloil desde Venezuela. En el período que va de 2004 a 2009, la Argentina exportó más de ocho millones de toneladas de fueloil de su producción nacional, pero le compró a Venezuela 4.807.297 toneladas. En síntesis: ¿para qué compró si hasta podía vender fueloil?

Las importaciones de ese combustible alcanzaron, en esos cinco años, un valor de 1700 millones de dólares. Algunos de esos ex secretarios están seguros de que se forzaron tales importaciones de fueloil, caro y de baja calidad, por las comisiones del 15 por ciento denunciadas por Sadous y, antes, por el entonces defensor del pueblo, Eduardo Mondino. Además, debería agregarse el 20 por ciento más por las operaciones de intermediación. Los ex funcionarios estiman que si se usó todo el dinero del fideicomiso, las pérdidas por tales irregularidades alcanzarían unos 590 millones de dólares.

En un informe del propio Indec, ellos descubrieron que en los mismos meses que llegaban embarques venezolanos de fueloil, la Argentina exportaba ese combustible por cantidades aún mayores. El fueloil venezolano, con una muy alta carga de azufre, produce emisiones nocivas y provoca lluvia ácida. Este grave peligro medioambiental ya fue denunciado públicamente por uno de esos ex secretarios de Energía, el peronista Alieto Guadagni.

La trama de las revelaciones de la probable corrupción entre funcionarios argentinos y venezolanos sólo se ha entornado. El centro del escándalo parece estar en un enigmático empresario, Roberto Wellisch, un argentino-venezolano, presidente de la intermediaria Palmat, que administraba parte del fideicomiso y era representante a la vez de Venezuela para la compra argentina de fueloil. Fiscales judiciales aseguran que sería muy importante el secuestro inmediato de la documentación en poder de Wellisch, porque se podrían establecer los giros que hizo y a quiénes beneficiaron.

Wellisch tiene su empresa radicada en Miami; en esa misma ciudad vivía, y vive, Antonini Wilson. Las casualidades no abundan cuando hay tanto dinero oscuro girando en el vacío."

 

Juan Cruz Sanz, ahora en el diario Clarín luego de Noticias de la Semana y el bisemanario Diario Perfil, armó una entrevista en base a un intercambio de correos electrónicos con Guido Alejandro Antonini Wilson:

-¿Usted sabía de la existencia del presunto pago de sobornos para lograr negocios con Argentina?

-Era vox populi. Todo aquel que quería trabar negocios entre Venezuela y Argentina te hablaba de la existencia de coimas.

-¿Uberti le mencionó la existencia de algún tipo de pago extra?

-Nunca llegamos a ese punto. El sabía que yo tenía relación directa con la plana mayor. No lo iba hacer. Hablamos de posibilidades de negocios, como siempre lo dije, pero nunca se profundizó. Nunca llegamos a hablar de dinero.

-Pasaron casi tres años del episodio de la valija, ¿Cree que ese dinero formaba parte de sobornos?

-Siempre me dijeron que era dinero para la campaña de Cristina. Yo no sabía de la existencia de esas maletas, ni tampoco cuál era su destino. Eso es lo que me dijeron cuando me contactaron en Miami. Pero todo puede ser.

-¿Escuchó hablar alguna vez de Francisco Carrasquero, el representante de Palmat que participó de las reuniones con Cristina Kirchner?

-Sé que era íntimo de Uberti. Nunca lo conocí, pero estaba al tanto de que hacían cosas juntos.

-¿Y de Roberto Wellisch, presidente de Palmat?

-Nunca escuché hablar de él.

-¿Qué se sabía de Claudio Uberti en Venezuela?

-Antes de que sucediera lo de la valija, después de que conocí a Uberti en la Argentina, la gente de PDVSA me presionó para que me hiciera amigo de él. Yo le había comentado al hijo de Uzcátegui (Daniel Uzcátegui, hijo de Diego Uzcátegui, ex presidente de PDVSA Argentina y pasajero del vuelo de los US$ 800 mil) que no me gustaba el tipo, por su actitud más que nada. Claro que la presión siguió. En una ocasión, reunido con Uzcátegui y otros, salió entre ellos el comentario sobre que querían acabar con el guiso que tenían montados los argentinos.

-¿Por qué dice que lo presionaban?

-Quizás porque no confiaban en él y querían más información sobre cómo se movía y así poder sacarlo del medio. Eso es lo que creo ahora con el paso del tiempo. Diego Uzcátegui me dijo que me quedara tranquilo, que Uberti a mi no me tocaba.

-¿A qué se refiere cuando habla de "guiso"?

-Que (Uberti) había llegado a tener el descaro de montar una oficina en Caracas donde la gente tenía que pagar el peaje. Para cierta gente de PDVSA eso tenía que acabarse. Un alto directivo de PDVSA que cumplió funciones en Argentina me dijo en su momento que a él lo sacaron del puesto por tratar de acabar con lo de los peajes y que el presidente argentino pidió su cabeza. La misma persona me comentó que seguridad de PDVSA tenía grabaciones entre Uberti y Rafael Ramírez (Presidente de PDVSA y Ministro de Energía de Hugo Chávez) donde se entendía la relación entre ambos.

-¿Qué se hacía en esa oficina?

-En Venezuela hay control de cambio. Si uno tiene acceso a sumas importantes de dólares la ganancia en el mercado negro puede ser fabulosa. Ese era el sentido. El dinero lo cobraban los argentinos pero se usaba en Caracas. El negocio estaba en Venezuela y por eso a los argentinos no se los tocaba.

-¿Qué pasó con la gente que estaba al tanto de la situación con Argentina?

-Mira la casualidad. Por la valija cambian al jefe de seguridad de PDVSA, a Diego Uzcátegui y a otros que sabían de los negocios o de la oficina de cobros de peaje. Había gente en PDVSA que quería sacar a Ramírez ya que veían que esa era la única solución para acabar con el guiso del fideicomiso con Argentina.

-¿Si sabían de la existencia de negociados porque no se aplicaban los mecanismos de control internos?

-Es que en Argentina no podían hacer nada. Cada vez que intentaban hacerlo sacaban del puesto a alguien o lo cambiaban. Incluso los botaban malamente. El comentario era que cada vez que le llevaban una prueba a Chávez y este se quejaba en PDVSA, inmediatamente en PDVSA cambiaban a alguien o lo mandaban a alguna embajada. Ese era el miedo que le tenían en Venezuela a los argentinos. Hasta Kirchner llamaba si algo pasaba, por supuesto que bajo ese manto Uberti se sentía como el padrino. Se creía el papel.

-Hay sospechas que los sobornos también los cobraban funcionarios venezolanos.

-Probablemente, pero en Caracas había enojo con los argentinos porque sólo ellos ponían las condiciones. Venezuela ponía el dinero del fideicomiso pero el soborno lo cobraban los argentinos. Con el fideicomiso se pagaba aquí y allá. ¿Qué pasaba si las empresas se negaban a efectivizar el pago del 15%? No podían terminar la operación. Ponían trabas que desaparecían cuando los empresarios pagaban ese porcentaje. Esa era la continua queja que uno escuchaba. Pero además de esa comisión también estaba el soborno que iba por detrás. Eran cosas distintas, más allá de que terminaban en los mismos bolsillos.

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