LA ARGENTINIDAD AL PALO
La Argentinidad al palo
Por el Lic. Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA-ESEADE).
Ayer nuestra Presidente, Cristina Fernández de Kirchner, se reunió con el mandatario del vecino país, José Mujica. El primer encuentro posterior al fallo del tribunal Internacional de La Haya sobre Botnia, que no dejó a nadie conforme; pero que fue sumamente pragmático. De esta cumbre, lo único que se sabe es que se acordó establecer mecanismos de control de la contaminación que pudiera generar la pastera uruguaya. Sin embargo, el gobierno argentino no parece haber asumido ningún compromiso firme respecto del corte del puente internacional Gualeguaychú-Fray Bentos. Según parece, podrá continuar, si los asambleístas así lo disponen porque el fallo no fue el que esperaban. Es de imaginarse que, si hubieran dicho que había que demoler Botnia, hubiéramos estado todos listos para colaborar muñidos de pico y maza (ver un interesante artículo de La Nación más abajo).
Lo primero que quiero hacer es aclarar que solamente un par de veces en mi vida usé los puentes para cruzar al Uruguay y que no veraneo en sus costas, a pesar de que me parece un país muy hermoso. Hecha esta introducción, resulta una vergüenza que nuestro gobierno haya permitido el corte de dicho puente internacional. Los argentinos hemos tomado la costumbre, triste por cierto, de defender el derecho propio pisoteando el de los demás. Cabe aclarar que con su actitud el “pueblo” de Gualeguaychú está violentando las normas internacionales y las locales y, por ende, los derechos del Pueblo argentino; ya que impide a sus conciudadanos transitar libremente.
Por supuesto que el argumento es que el loable fin justifica los medios. Algo que no es compatible con la vida democrática y que no es raro que nos haga rememorar épocas de violencia de las que algo debimos haber aprendido. Sí, porque “El fin NUNCA justifica los medios”; ya que éstos siempre tienen que ser respetuosos de los derechos y las instituciones preservados en nuestra Constitución Nacional.
Otra muestra de “argentinismo” es la que ha dado recientemente la Presidente del Banco Central, Lic. Marcó del Pont, reclamándole al Presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Ben Bernanke, apoyo para lograr que el FMI implemente créditos “sin condicionamientos” a países emergentes.
Cabe destacar que, con motivo de la crisis internacional, durante 2009, el Fondo habilitó líneas de préstamos que no tienen ninguna exigencia, solamente basta con ser un socio pleno del organismo. El problema es que, para tener una relación normal como miembro, el Fondo tiene que realizar un monitoreo anual del país en cuestión; lo cual hace, incluso, con los que son desarrollados. Sin embargo, la Argentina tuvo su última evaluación en 2006. No es casualidad que no se haya repetido al año siguiente; ya que, a inicios de 2007, se intervino el INDEC y se empezaron a “dibujar” los datos estadísticos con los que debería trabajar cualquier comisión técnica de dicha institución internacional.
Por eso, cuando el Ministro de Economía dice que no aceptarán condicionamientos del Fondo; lo que dice es que no quiere cumplir con las reglas, como todos los demás países socios. Esto, también, es muy “argentino”, las normas son para que las respeten los demás y no para nosotros.
O peor, lo que los funcionarios no quieren es que el organismo internacional “condicione” su posibilidad de seguir engañando a los argentinos, si es que aún queda alguno que crea en las estadísticas del INDEC. Cabe aclarar que en los informes del FMI, los datos económicos de la Argentina son los únicos que tienen una llamada aclarando que son oficiales y que difieren notablemente de las estimaciones privadas. ¿No debería darnos un poquito de vergüenza? No es raro que, además del dulce de leche, hayamos inventado la palabra “trucho”.
Otra mancha más para el tigre: El año pasado, la Argentina fue invitada a participar del G20 y nuestra Presidente, orgullosa de compartir semejante escenario, fue parte de las reuniones y firmó los acuerdos con lo que se buscó reordenar la crisis internacional. Uno de ellos, implicaba entregar información económica y financiera de los miembros al Fondo, para que este evaluara la situación del país. Todavía, están esperando que la Argentina cumpla lo firmado.
Nadie obliga a nuestro país a estar asociado al FMI. Si es tan “malo”; ¿por qué no retiramos el capital que aportamos y nos vamos? Opción que yo estaría dispuesto a apoyar. La excusa del gobierno es que nos quedamos para poder “cambiarlo”. Acá damos otra señal de argentinidad; ya que, como no estamos de acuerdo con las reglas, reclamamos su modificación; pero, mientras tanto, no cumplimos las que están vigentes. Ahora, cabe hacerse una pregunta, si logramos cambiar las normas a nuestro gusto, ¿por qué los que no estén de acuerdo deberían cumplirlas? Como vemos, en una sociedad que piensa así no puede existir un Estado de Derecho que garantice la paz y el orden, sino una situación de permanente confrontación de intereses y de falta de respeto de las normas.
Conclusión, cuando uno es miembro de una sociedad, tiene que respetar las reglas que la rigen; lo que le da derecho a reclamar el cambio de aquellas con las que no acuerda y exigir que los demás respeten el Estado de Derecho vigente.
Lo anterior es lo que tienen claro los ciudadanos y los gobiernos de las naciones desarrolladas; lo cual los ha llevado al lugar en que están. Algunos de estos países han conformado el Club de París para manejar préstamos realizados, de gobierno a gobierno, a otras naciones y que han caído en cesación de pagos. A quienes están en esta situación y quieren refinanciar sus pasivos les exigen que tengan una relación normal con el FMI y, por lo que vimos antes, nuestro gobierno no tiene interés en ello. La Argentina les ha dejado de pagar compromisos por US$7.500 millones y los miembros del Club de París no entienden la exigencia de nuestro país de que cambien las reglas para sentarse a renegociar sus pasivos. Qué ingenuos. No saben que las normas rigen para los demás, nosotros somos “argentinos”.
http://ciima.org.ar/
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